<p>A poco de incendiar Túnez, Facebook y Twitter fomentaban desobediencia civil en Bruselas, Amberes, Lieja, etc. En la capital de la Unión Europea predominaban las papas, en otras ciudades llovían mejillones, el otro platillo belga. Al parecer, bastaron tres estudiantes y dos empleados públicos. O sea, bastante menos de los 300.000 que, en 1996, pedían la cabeza de Marc Dutroux, cura paidófilo autor de varios homicidios.</p>
<p>Curiosamente, los ciudadanos soslayaban el viejo conflicto separatista (60% de flamencos versus 40% de valones) y se centraban en criticar por igual a ambas dirigencias políticas. Como siempre, se salvaba el rey Alberto II. Oficia como árbitro, pero constitucionalmente no puede formar gobierno, si bien ha estado conversando con otras cabezas coronadas –Holanda, Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia- en pos de una salida transaccional.</p>
<p>La marcha de la vergüenza, nombre formal de la revolución de las papas y los mejillones, llega este lunes al Europarlamento. Ahí se señalaba que los 224 días de interregno (hasta el domingo) quedan primeros en la historia europea moderna, delante de los 208 días protagonizados por los Países bajos.</p>
<p>Por supuesto, la contrapartida de esa marca es una similar, correspondiente al gobierno interno que maneja la administración desde hace siete meses y medio. Todo empezó en las elecciones anticipadas de junio, que no resolvieron la situación de fondo y llevaron a cuatro intentos, todos frustrados porque los partidos vencedores no arribaban a acuerdo. Por eso, hoy la gente no quiere saber nada con los flamencos (Bart de Weber) ni con los socialistas valones (Elio DiRupo, sin muchas connotaciones étnicas).</p>
<p>El 18 de este mes el ex viceprimer ministro Johan Vande Lanotte –otro apellido tan itálico como DiRupo- renunciaba a un “mandato exploratorio” y desencadenaba la reacción popular y la subsiguiente marcha de las papas fritas y los mejillones. <br />
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Bélgica: que se vayan todos clama la gente
Estamos hartos de esperar. Los políticos no atinan a salir de un impasse que dura 224 días, protestaban el domingo 60.000 personas arrojando papas fritas plato nacional- a la policía y algunos dirigentes moderados que trataban de calmar los ánimos.