<p>”El ascenso de China como potencia económica durante la década 2001/10 es uno de los hechos más trascendentes desde el fin de la guerra fría (1989/90), si no el mayor de ellos. Los cambios en esa economía, el crecimiento de sus industrias y ciertas necesidades (materias primas, combustibles, alimentos) han desatado una expansión política y comercial sin precedentes desde el siglo XVI. Por entonces, el Imperio celeste era la mayor economía del globo”.</p>
<p>El proceso se extiende ahora a países emergentes y en desarrollo, inclusive latinoamericanos, ex colonias británicas, francesas, holandesas, etc. En la actualidad, pese a problemas con India, Taiwán, Norcorea o el separatismo interno, “las ambiciones chinas se cifran en zonas como Latinoamérica y en el gigante brasileño”.</p>
<p>El empuje de Beijing aquende el Pacífico se relaciona con el crecimiento experimentado desde 2001: el producto bruto interno ha promediado 10,3% anual. Sólo en 2007, ese indicador saltó 14,2%. Más adelante, en 2008/09, con occidente sumido en una crisis sistémica, el PBI chino lograba expandirse 9,1% cada año.</p>
<p>Por cierto, subraya Davidov, “la presencia dominante de China en un cuarteto de emergentes (junto a Rusia, Brasil e India) obscurece que, en 2010, su PBI -algo más de cinco billones de dólares- triplicó el de Brasil. Al mismo tiempo, cuadruplicaba en indio y doblaba el ruso. Lógicamente, sus 1.340 millones de pobladores determina que el PB por habitante sea séptimo en el globo y no segundo, como el PBI”.</p>
<p>Por caso, entre 2006 y 2008, casi 80% de la soya y su aceite argentina se colocaban en China. En 2010, Beijing suspendió importaciones de algunos productos en represalia por queja contra el dumping de manufacturas. El conflicto se solucionó recién en enero de 2011. Similares problemas afectaron a Brasil (bienes chinos de uso final) y Chile (cobre),</p>
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<p>La expansión exterior de China ha tenido hondos efectos en Latinoamérica. Su aspecto más positivo reside en rubros tales como importaciones agrícolas, hidrocarburos y productos primarios. En cuanto a factores negativos, destaca la competencia china en rubros con valor agregado que también exporta Latinoamérica.</p>
<p>Por ejemplo, “en el decenio de 2000 a 2009, las ventas chinas a esta región se multiplicaron nueve veces. En tanto, las exportaciones latinoamericanas al Reino del Medio pasaron de US$ 22.300 millones en 2006 a 41.300 millones en 2009”.</p>
<p>Las transformaciones chinas y su proyección en el mundo se reflejan asimismo en los cambios latinoamericanos. Mientras Beijing se expandía agresivamente en pos de mercados e insumos básicos por todas partes, Sudamérica –en particular- vivía diez años de estabilidad política y crecimiento dinámico. Países como Brasil, Chile, Argentina y Perú fueron diversificando su intercambio o añadiendo valor agregado. Pero “también en ese plano el papel chino es ambivalente: volviendo a los siglos XVII y XVIII, el viejo imperio hoy discrimina contra ese tipo de rubros.<br />
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Por caso, entre 2006 y 2008, casi 80% de la soya y su aceite argentina se colocaban en China. En 2010, Beijing suspendió importaciones de algunos productos en represalia por queja contra el dumping de manufacturas. El conflicto se solucionó recién en enero de 2011. Similares problemas afectaron a Brasil (bienes chinos de uso final) y Chile (cobre),</p>
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