El BCRA elevó 3 p.p. los rendimientos de los depósitos en moneda local vía suba de la tasa de Lebac, ajustó el límite de venta de divisas para importadores y, a través de una resolución del Ministerio de Economía, se limitó (una vez más) la tenencia de activos en moneda extranjera de las compañías aseguradoras para bajar el precio del contado con liquidación, enumera el informe 1046 de la consultora Ecolatina.
Fue una batería de medidas adoptadas al atravesarse ya el último tramo de la campaña presidencial, y se enmarca en un intento del gobierno por detener la pérdida reservas que se observa desde de la segunda mitad del año: a partir de finales de julio el Banco Central de la República Argentina ha vendido divisas en el mercado oficial de cambios en forma casi ininterrumpida, de modo que entre julio y octubre habría perdido por esta vía un total de aproximadamente US$ 6.000 millones de dólares.
Como resultado de este fenómeno, en el acumulado de los primeros diez meses del año la posición del BCRA en el mercado formal de cambios arroja un saldo vendedor de US$ 4.000 millones.
Con escasa probabilidad de revertir este resultado, el 2015 cerrará con un saldo negativo en su intervención en el mercado, el tercer año deficitario de los últimos doce.
Las otras dos oportunidades en que el BCRA finalizó como vendedor neto en el mercado de cambios fueron 2008 (US$ -1.018 millones) y 2013 (US$ -5.310 millones).
En el primer caso mencionado, el resultado deficitario respondió a la crisis financiera internacional (la incertidumbre generó una importante salida de capitales de los países emergentes), mientras que en 2013 fueron los factores internos los que explican la venta neta de divisas en el mercado oficial de cambios: no es casual que hacia fines de ese año hubo elecciones de medio término en las que el oficialismo buscaba alcanzar los dos tercios en el congreso.
En este sentido, la comparación con la experiencia de hace dos años atrás parece oportuna, sobre todo considerando que fue la antesala de la devaluación de comienzo de 2014.
En los últimos dos años electorales el BCRA vendió divisas en forma neta
El Banco Central comenzó el 2015 vendiendo divisas en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC): en el primer trimestre perdió US$ 1.000 millones. Pero durante los meses estacionalmente favorables por la exportación de la cosecha gruesa consiguió revertir la posición vendedora: en el segundo trimestre el Central compró US$ 3.000 millones.
Así, al cierre de la primera mitad de 2015 el BCRA contaba con un saldo positivo de casi US$ 2.000 millones en la intervención en el mercado formal de cambios, lo cual lo dejaba en una posición favorable a la hora de encarar la compleja segunda mitad del año.
Pero esta tendencia se revertió en el tercer trimestre: desde julio el Central vendió a razón de US$ 90 millones diarios, lo cual significó una pérdida acumulada de US$ 3.472 millones.
El resultado contrasta con el saldo positivo del tercer trimestre del año pasado (US$ 500 millones), pero se asemeja a la experiencia de 2013.
En medio de las elecciones legislativas, el BCRA comenzó a vender divisas (US$ 25 millones promedio por día), y perdió entre julio y septiembre de aquel año US$ 1.635 millones.
La pérdida fue menor respecto de este año: hace dos años el BCRA acumulaba un saldo negativo de “sólo” US$ 363 millones en los primeros nueve meses del año, mientras que para dicho período de este año la autoridad monetaria vendió US$ 1.500 millones.
La mayor presión en el mercado cambiario respecto a la experiencia de 2013 está relacionada en parte con una menor oferta de divisas que, como mencionamos en nuestro último informe (ver ISE 1045), deriva no sólo de los problemas estructurales del sector exportador sino también de factores exógenos negativos (caída del precio internacional de los commodities y menor demanda de nuestros socios comerciales, con Brasil a la cabeza).
Por caso, la liquidación de divisas provenientes del sector agro-industrial durante el tercer trimestre de 2015 fueron 18,4% menor a la de dicho período de 2013, lo que equivale a un menor ingreso de dólares por US$ 1.200 millones.
Sin embargo, la liquidación fue similar a la observada en el tercer trimestre de 2014, período en el cual el BCRA cerró con saldo comprador en el mercado de cambios oficial. Esto demuestra que también hubo presiones adicionales por el lado de la demanda.
Particularmente, la venta de dólares para atesoramiento significó una salida de divisas de US$ 2.000 millones en el tercer trimestre del año, elemento que no había estado presente en 2013 (recién a comienzo de 2014 se implementó el “Dólar ahorro”).
De hecho, esto prácticamente compensó el “ahorro” de divisas que obtuvo el gobierno a partir de las restricciones sobre las importaciones: entre junio y septiembre de este año las compras al exterior se ubicaron 17,4% por debajo del mismo período de 2013 (US$ 2.280 millones menos en base devengado). Esto demuestra que con el “Dólar ahorro”, la venta de divisas de los últimos años priorizó más lo financiero/especulativo que al sector productivo.
Sin posibilidad de atesoramiento, en 2013 las compras con tarjetas de crédito en moneda extranjera y el turismo emisivo fueron la principal alternativa de los agentes para aprovechar el valor del dólar oficial (más retenciones).
Este año, pese a la suba de las retenciones y la venta de “Dólar ahorro”, la sangría gastos en moneda extranjera con tarjeta fue similar a la de dos años atrás (US$ 2.300 millones aproximadamente).
Pensando ya en el último trimestre del año, la experiencia de 2013 muestra que luego de las elecciones legislativas las presiones cambiarias se profundizaron.
Durante este período el gobierno aumentó los esfuerzos por recomponer el frente cambiario, en parte profundizando los controles (también se redujo el monto autorizado de divisas a importadores) pero a la vez estimulando la oferta de dólares financieros.
Por caso, se regularizaron en esos meses parte de los juicios con el CIADI, avanzando en la agenda del financiamiento externo.
Sin embargo, ello fue insuficiente para contener la salida de divisas: las exportaciones se dilataron ante la aceleración de la devaluación del tipo de cambio oficial, y la demanda de dólares se exacerbó.
El estrangulamiento del sector externo forzó al BCRA a vendedor casi US$ 5.000 millones en el cuarto trimestre de 2013.
El deterior se profundizó en octubre de 2015 respecto de los meses anteriores, el BCRA vendió US$ 2.500 millones (US$ 135 millones diarios).
Parte de este resultado responde a la compra de divisas de la provincia de Buenos Aires para pagar vencimientos (US$ 675 millones).
De hecho, si se excluye este concepto el monto está en línea con octubre de 2013 (US$ -2.000 millones).
El miedo de los agentes es que se repita el desenlace de enero 2014.
El deterioro de los fundamentos reduce el margen para el gradualismo
La comparación con la experiencia de 2013 lleva a la inexorable pregunta acerca de la posibilidad que tiene el próximo gobierno de evitar el desenlace de principios del año pasado, o lo que es lo mismo, si queda margen para el gradualismo en la política económica.
A primera vista se observa que la contracción de las reservas de 2013 fue significativamente superior a la de este año. Mientras que en la actualidad el stock del BCRA acumula una caída de US$ 4.500 millones, en igual período de 2013 el descenso alcanzó US$ 10.000 millones.
Sin embargo, el resultado de 2015 está maquillado por el swap de China: excluyendo este concepto, la caída acumulada este año ascendería a US$ 12.200 millones.
Las reservas netas (descontadas del swap, así como de los encajes bancarios, DEG, pagos de deuda bloqueados y otros préstamos de corto plazo) son prácticamente nulas.
Asimismo, el atraso cambiario es mayor al de dos años atrás. Por caso, en los primeros nueve meses del año el índice de tipo de cambio real multilateral se ubicó 15,5% por debajo del nivel de 2013.
Si a esto le sumamos el contexto internacional más desfavorable (mayor aversión y riesgo de los mercados, y caída del precio de los commodities) y la situación de default parcial en la que se encuentra el país, las condiciones para administrar las presiones parecen más adversas.
La única ventaja que tendrá el próximo presidente electo es la confianza que puede capitalizar si lleva adelante una política económica consistente.
Fuera de ello, la semejanza con 2013 y la expectativa de una devaluación para el próximo año (anunciada o no por los candidatos), explican las crecientes presiones cambiarias de los últimos meses.