Balance del gobierno saliente y de lo que recibe el entrante

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Este domingo pasado se efectuó el traspaso de mando y asumió el nuevo gobierno. Como balance tras cuatro años de gestión, la administración saliente le deja una pesada herencia en el ámbito económico.

La herencia más grande proviene del ámbito fiscal, donde el déficit primario se incrementó entre 7 y 8 veces (medido respecto al PBI) frente al recibido en diciembre de 2019. Como resultado, fue el gobierno de mayor acumulación de deuda en toda la historia de nuestro país.

Ni siquiera este voraz endeudamiento pudo cubrir el bache fiscal: el ritmo de emisión de pesos más que se duplicó, y así la inflación hoy marca las cifras más altas en más de 30 años.

La política cambiaria no estuvo exenta del manejo irresponsable por parte de la última gestión: como resultado del fuerte atraso cambiario y un cepo extraordinario, retornaron el déficit comercial y del sector externo. A este contexto se agregan condimentos adicionales como la deuda de los importadores, que agregan presión a la frágil situación macroeconómica.
Los resultados en la economía real fueron, en el mejor de los casos, mediocres. Más aún, estos resultan artificialmente impulsados por las políticas que sobrecalentaron la economía.

En la práctica, la actividad se estancó hace un año y medio, y en el mercado laboral oculta tras la suba del nivel de empleo más informalidad y los salarios más bajos de los últimos 20 años.

En el ámbito socioeconómico, el resultado de esta acumulación de políticas fue un preocupante aumento de la pobreza, que, junto a las herencias descritas previamente, limitará fuertemente los grados de libertad con el que contará la política económica del nuevo gobierno.

“Informe de coyuntura económica”, la Bolsa de Comercio de Córdoba

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