Dice el informe: se estudió el efecto, luego de junio de 2014, de la enorme reducción del precio petrolero sobre el crecimiento del producto bruto interno. La comprobación fue que produjo un estímulo de 0,7% sobre el PBI real, aumentando el consumo real. Además de un adicional de 0, 04 % como reflejo de la gran reducción de la balanza comercial petrolera.
Pero como contrapartida, esos modestos logros fueron eclipsados por la tremenda reducción experimentada en las inversiones en el sector petrolero desde esa misma fecha.
En consecuencia, el presunto estímulo ha sido en realidad equivalente a cero. No se encontró evidencia de que el descenso en el precio petrolero impulsara la inversión en otras actividades. Ni siquiera que se tradujera en un aumento en el ahorro de los ciudadanos.
La expectativa era que el pronunciado descenso del precio del crudo hiciera crecer la economía, pero lo que en verdad ocurrió fue que las ventajas de mayor consumo por una gasolina más barata, fueron anuladas por un pronunciado descenso en la inversión del sector energético.
Algo que había pasado inadvertido en los análisis tradicionales: hay pocas industrias con fuerte dependencia del petróleo como componente de la producción (caucho, plásticos y sector transporte, por ejemplo). Y todas ellas apenas mejoraron sus niveles de ganancias.
Para otras actividades, cuya demanda depende sí del precio del petróleo, como el turismo y el comercio minorista, estuvieron por encima de los niveles tradicionales.
Quedó como anécdota la vieja explicación que sedujo a muchos economistas y estaba detrás de la expectativa surgida a partir de 2014, con el pronunciado descenso en el precio petrolero.
La idea era que todo ahorro derivado menor precio en la gasolina, el consumidor beneficiado gastaba esa diferencia en otros bienes estimulando el consumo con un enfoque multiplicador keynesiano. Eso en líneas generales fue lo que ocurrió.
Pero el ahorro en el costo del petróleo importado es una parte de la historia. Estados Unidos solamente importa la mitad del petróleo que consume. Por ende, con precios bajos, la industria local paraliza sus inversiones.