La poscrisis internacional encuentra al mundo emergente en una situación diferente a la de otros períodos posteriores a una recesión mundial. Los países en desarrollo avanzan sin episodios de crisis como las que experimentaban en los ’80 y ’90 y, en este contexto, América Latina recorrió un período de importante recuperación que ahora se está amesetando, señala Eduardo Luis Fracchia, investigador senior de la IAE Business School de la Universidad Austral, con el auspicio del Grupo Cohen, en el informe económico mensual número 149 de julio de 2015.
Si bien el crecimiento de la región se da a un ritmo menor que el de otros bloques de países emergentes, el desempeño de estos últimos 15 años fue quizás el mejor desde la posguerra.
Los avances de América Latina con la excepción de Venezuela han sido importantes, aunque también lo son las cuentas pendientes existentes.
En el ámbito cambiario -donde la región históricamente mostró inconsistencias- quedaron en el olvido los tipos de cambio fijos y los mismos fluctuaron de modo bastante libre de acuerdo con la lógica del esquema de metas de inflación. Este sistema se ha constituido en el procedimiento monetario normal de la región.
Los proyectos de dolarización de los 90 (recordemos el propio caso argentino) han quedado completamente olvidados, salvo en Ecuador donde el régimen ha funcionado bastante bien desde 2000 a pesar de un riesgo país en 800 puntos. La flexibilidad cambiaria ayudó a mejorar la competitividad de América Latina ya que permitió compensar parcialmente el escaso crecimiento de la productividad laboral entre 2000 y 2015.
La inversión bruta fija también mostró mejoras en los últimos años; en lo que va de la década promedia el 22% del producto, contra un 20% aproximado en las tres décadas anteriores.
Sin embargo, estos niveles aún se encuentran muy por debajo del promedio actual del mundo emergente. América latina tiene un déficit marcado en infraestructura, sector donde el Estado y el mercado deben actuar en conjunto con mayor vigor.
La inversión en capital humano tampoco es satisfactoria, como lo revela el hecho entre otros factores de que el nivel de escolarización secundaria siga estancado y los resultados de las pruebas PISA sean precarios en la región.
En materia de comercio internacional, el crecimiento de los últimos años ha sido muy importante, aunque ha habido una tendencia a la primarización de las exportaciones que hace más vulnerables a algunos países.
Quizás el fenómeno de mayor inserción exportadora esté vinculado al avance de China como cliente de peso.
El crecimiento del comercio se ha dado en un contexto en que el Mercosur no ha logrado avances significativos a lo largo de esta década y en el que el impulso de diversos TLC ha sustituido al ambicioso y fallido proyecto del ALCA.
De todos modos, las presiones hacia volver al ALCA por parte de Estados Unidos no han sido tantas, básicamente porque América Latina es una región parcialmente olvidada por la administración americana.
La región crece a menor ritmo con el líder Brasil que actúa como ancla. La zona del Pacífico experimenta mayor expansión respecto al Atlántico. La región es sensible al precio de commodities que con la revaluación del dólar se han amesetado o caído.
La información más reciente es la caída de la bolsa de China y la tendencia a menor demanda por parte del bloque asiático que ella encabeza.
China es el primer o segundo cliente comercial de varios países de América latina. Su dinámica puede influir en precios de commodities más bajos.
Sería deseable mantener tasas elevadas de crecimiento que han ayudado en reducir la pobreza de la región desde 2000 de 40 a 30% aproximadamente.