Alianza del Pacífico-Mercosur: junio define

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A fines del mes próximo, los dos subbloques económicos más fuertes de América Latina definirán para qué están: si la Alianza del Pacífico termina de acordar la total eliminación arancelaria y si el Mercosur se relanza en Montevideo.

Mientras el bloque que conforman México, Colombia, Perú y Chile se tomó las cinco semanas próximas para consolidarse como el nuevo motor económico y de desarrollo de América latina y el Caribe, como vaticinó el presidente Santos en Cali, el Mercosur reaparece en Montevideo con dos novedades: la  reincorporación de Paraguay, que había sido suspendido cuando fuera destituido el ex presidente Lugo, y el debut de Venezuela, no sólo como miembro sino a cargo de la presidencia pro tempore.
En Cali, Colombia, la semana pasada se reunieron los cuatro presidentes de la Alianza del Pacífico para decidir la eliminación de las tarifas del 90% de sus productos como comienzo para llegar a un acuerdo definitivo el 30 de junio, plazo en el cual tendrá que incorporarse el 10% restante, mediante un cronograma especial de desmonte de aranceles, pues se trata de productos y sectores que requieren cierto nivel de protección. 
El propio Santos tuvo que calmar la inquietud de los agricultores y ganaderos de su país al asegurar que el desarme arancelario en ningún caso será más rápido ni más agresivo que lo ya previsto en acuerdos con terceros países. El horizonte final será en todo caso, aclaró, la eliminación de todas las barreras, incluidas las fitosanitarias.
No es un trámite sencillo alinear las asimetrías y las presiones internas que soporta cada miembro del bloque. Ha sido ésta la séptima reunión en un año de existencia de esta iniciativa que había sido lanzada en la Declaración de Lima por Alan García cuando era presidente de Perú en 2011, pero que se echó a andar apenas en junio de 2012. El 12 de junio habrá un encuentro preparatorio también en Cali, en el que se podrá ver la marcha de la negociación.
En el mercado del Atlántico, en cambio, la prueba de fuego para que logre salir del letargo en que se sumió desde hace más de dos años será el acuerdo básico al que puedan arribar sus dos socios principales, Brasil y Argentina, una relación que viene caminando por la cornisa debido a trabas en el comercio y las inversiones entre ambos que las Presidentas Dilma Rousseff y Cristina Kirchner no lograron zanjar y determinaron la entrada en escena para mediar de uno de los impulsores del bloque, el ex mandatario Lula.
Etapa muy distinta a la que transita la Alianza del Pacífico, que según explicó el ministro de comercio colombiano, Sergio Díaz Granados,  al periodista Andrés Oppenheimer va más allá de los acuerdos de libre comercio tradicionales, porque incluye comercio de servicios, inversiones y compras gubernamentales.
Y también planes de aumentar los intercambios estudiantiles, validar los títulos universitarios entre los países miembros y abrir embajadas y oficinas comerciales conjuntas en Ghana, Marruecos, Vietnam, Singapur, Turquía y otros países.
Asimismo, que una de las principales metas de la Alianza del Pacífico -cuyos miembros ya tienen acuerdos de libre comercio entre ellos y con Estados Unidos- es crear una plataforma conjunta para poder exportar a Asia.
La conclusión que saca Oppenheimer, en la columna publicada ayer de La Nación, es que la Alianza del Pacífico se consolida como un bloque económico con enorme potencial, mientras que el Mercosur -el mercado común constituido por Brasil, la Argentina, Venezuela, Uruguay y Paraguay (que está temporariamente suspendido)- se está convirtiendo en un comité político cada vez más debilitado por disputas internas. 
En su opinión, el mundo se encamina hacia una economía de superbloques -la Asociación Transpacífica, la Asociación Transatlántica y el bloque económico de China con sus vecinos- y la Alianza del Pacífico está dando los pasos adecuados para insertarse en la nueva realidad mundial.
Y lo contrasta con lo que, mientras tanto, hace el grupo que conforman Brasil, la Argentina, Venezuela y sus vecinos: se miran al obligo, dice y analiza que habían crecido a pesar de su aislacionismo durante la década pasada, cuando se dispararon los precios internacionales de las materias primas, pero ahora están estancados y probablemente lo sigan estando, mientras los precios de las materias primas sigan en sus niveles actuales o caigan.
El año pasado, contrapone, los cuatro países miembros de la Alianza del Pacífico tuvieron un índice de crecimiento combinado de 5%, mientras que los países del Mercosur crecieron a una tasa promedio del 2,9, según la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal).
Además, en medio de una desaceleración general del comercio global, el comercio entre los países de la Alianza del Pacífico creció 1,3% el año pasado, mientras que el comercio entre los miembros del Mercosur cayó un 9,4, según la Cepal, describe.
La división entre los bloques del Pacífico y el Atlántico de América latina se acentuó en la cumbre de la Alianza del Pacífico celebrada en Cali, Colombia, la semana pasada. En esa reunión, los presidentes de la Alianza del Pacífico afirmaron que de ninguna manera pretenden tomar distancia del Mercosur, del ALBA y de otros bloques regionales. Sin embargo, eso fue precisamente lo que hicieron.
En Cali, se presentaron como un grupo de países estables que respetan la democracia y el Estado de Derecho y que, por lo tanto, ofrecen oportunidades de inversión mucho mejores que Venezuela, la Argentina y otros países populistas que expropian empresas extranjeras a su capricho.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, dijo que los miembros de la Alianza comparten una visión en favor de la vigencia del Estado de Derecho y de la democracia, y de creer que con libre comercio podemos encontrar mayor competitividad para nuestros pueblos. Traducción: no somos Venezuela ni la Argentina.
La presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, cuyo país se está integrando oficialmente a la Alianza del Pacífico, dijo: Ya basta de ideologías, ya basta de consignas, ya basta de buscar chivos expiatorios. Tenemos que asumir con responsabilidad las tareas que aún tenemos pendientes en materia de desarrollo.
Mientras tanto, las divisiones internas del Mercosur siguen creciendo. El respetado diario Valor Económico, de Brasil, informó la semana pasada que la presidenta Dilma Rousseff tuvo recientemente un diálogo privado durísimo con la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, sobre las trabas comerciales y el tratamiento a las inversiones en la Argentina.
Y el presidente de Uruguay, José Mujica, que se ha quejado de las medidas proteccionistas de la Argentina, fue grabado el mes pasado diciendo -sin darse cuenta de que el micrófono estaba encendido- que la presidenta argentina es peor que su difunto esposo, el ex presidente Néstor Kirchner.
Ya sumada Costa Rica al núcleo de los cuatro fundadores, la Alianza del Pacífico estableció la ruta que deberán seguir las naciones que quieran adherirse a ella, y un plan de trabajo con siete que se mantendrán como observadoras permanentes del proceso de integración: Ecuador, El Salvador, Francia, Honduras, Paraguay, Portugal y República Dominicana.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, aseguró que está convencido de “que este acuerdo es uno de nueva generación, que va a permitir mayor integración entre nuestros países y que va a compartir un mercado de más de 210 millones de consumidoresâ€. Equivalen al 38% de la población total de la región. Brasil tiene el 35% (195 millones de habitantes).
El comercio intraalianza suma 45.835 millones de dólares, contra 500 millones que totaliza en el mundo.
El desafío será alinear las características de los integrantes del grupo frente a una desgravación arancelaria como la ambicionada y, fundamentalmente, sus asimetrías, dada las diferencias que existen de movida en sus PIB per cápita: 5.932 dólares en Perú, 7.114 dólares el de Colombia, en México 10.146 dólares y en Chile 14.403 dólares, según datos de los bancos centrales de cada país.
En cambio, el Mercado Común del Sur (Mercosur), fundado en 1991, atraviesa por una etapa de estancamiento, pero por trabas comerciales y diferencias de agenda que desvirtúan sus objetivos, según expresan analistas a la agencia francesa de noticias AFP.
Por más que se enfrenten dos visiones completamente distintas sobre la integración regional, ya que Argentina y Venezuela tienen una concepción proteccionista que se enfrenta a la una de libertades recíprocas que enarbola el bloque andino, Brasil aspira a conciliarlas y que el Mercosur negocie en conjunto un posible ingreso a la Alianza del Pacífico.
Según declaró al diario uruguayo El País el alto representante del bloque regional, el brasileño Iván Ramalho, solamente el bloque puede hacer un acuerdo, como está previsto en la normativa del Mercosur, porque somos una unión aduanera. Tenemos que negociar en bloque. Pienso que es importante mantener la unidadâ€, dijo Ramalho.

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