Estos inesperados contactos tuvieron lugar el lunes en Bagdad. Los iraníes plantearon a los norteamericanos –a su vez- dejar de alinearse con la minoría sunní en los enfrentamientos locales. El encuentro no incluyó alusiones al programa nuclear persa ni al despliegue naval estadounidense de la semana pasada en el golfo.
“Positivo y fructífero” fueron los calificativos en común, tras cuatro horas de conversaciones. Participaron Ryan Crocker –embajador norteamericano en Bagdad y su colega iraní, Jasán Kadzemí-Qomí. El diálogo tuvo lugar en el despacho del primer ministro iraquí, Nurí al-Malikí, un shiita, que estuvo ausente.
Tehrán dio luego a entender que le interesa continuar con estos encuentros bilaterales. De hecho, espera una invitación del gobierno iraquí para reanudar discusiones sobre una guerra civil que preocupa a vecinos como Siria (donde hay dos millones de exilados iraquíes), Jordania y Saudiarabia.
Menos complaciente, Crocker sostuvo que le importaba más encarar la asistencia iraní a las milicias majdíes que en ampliar los debates. Obviamente, su actitud refleja una postura que ningún otro gobierno –ni la oposición demócrata en EE.UU— comparten, en cuanto a que no hay guerra civil.
El diplomático coincide con el Pentágono sobre la presunta existencia de proyectiles y oras armas iraníes en manos de los shiitas iraquíes. Pero, al igual que los militares, no pudo aportar pruebas.
Estos inesperados contactos tuvieron lugar el lunes en Bagdad. Los iraníes plantearon a los norteamericanos –a su vez- dejar de alinearse con la minoría sunní en los enfrentamientos locales. El encuentro no incluyó alusiones al programa nuclear persa ni al despliegue naval estadounidense de la semana pasada en el golfo.
“Positivo y fructífero” fueron los calificativos en común, tras cuatro horas de conversaciones. Participaron Ryan Crocker –embajador norteamericano en Bagdad y su colega iraní, Jasán Kadzemí-Qomí. El diálogo tuvo lugar en el despacho del primer ministro iraquí, Nurí al-Malikí, un shiita, que estuvo ausente.
Tehrán dio luego a entender que le interesa continuar con estos encuentros bilaterales. De hecho, espera una invitación del gobierno iraquí para reanudar discusiones sobre una guerra civil que preocupa a vecinos como Siria (donde hay dos millones de exilados iraquíes), Jordania y Saudiarabia.
Menos complaciente, Crocker sostuvo que le importaba más encarar la asistencia iraní a las milicias majdíes que en ampliar los debates. Obviamente, su actitud refleja una postura que ningún otro gobierno –ni la oposición demócrata en EE.UU— comparten, en cuanto a que no hay guerra civil.
El diplomático coincide con el Pentágono sobre la presunta existencia de proyectiles y oras armas iraníes en manos de los shiitas iraquíes. Pero, al igual que los militares, no pudo aportar pruebas.