Kadzajstán: una feroz interna se desató en la familia reinante

Nursultán Nadzabáyev gobierna el país desde 1989, un año antes del colapso soviético. Su hija Dariga quiere sucederlo, igual que el yerno, Rajat Alíyev, hoy prófugo. Pero cada uno está contra el otro y el presidente contra ambos.

29 mayo, 2007

Ex metalúrgico, a los 67 años el autócrata hizo votar en el parlamento –casi por unanimidad- una reforma constitucional que lo ha tornado vitalicio (algo que ni siquiera Vladyímir Putin se anima todavía a hacer). Amigo de Estados Unidos y Rusia, es aperturista en lo económico pero no tolera el pluralismo.

Amén de controlar el poder, maneja innumerables bancos, empresas y propiedades raíces tanto urbanas como rurales. Lo último es clave, pues Kadzajstán es, tras Rusa, la mayor república postsoviética (2.700.000 km2), pero contiene pocas ciudades y es un país semidesierto que va del mar Caspio a la frontera china y de Siberia occidental a tres de las cuatro restantes autocracias del Asia central (Türkmenistán, Uzbekistán, Kirghidztán). Sus recursos mineros y petroleros son vastos, en tanto el capital externo es bien recibido, aunque deba pagar “peajes”.

Su hija mayor (44 años) es de cuidado. Además de banquera y editora, Dariga ha creado un partido político para disputar la sucesión paterna. Justamente eso indujo al “padre y salvador de la patria” –nadie sabe bien de qué la salvó- a convertirse en presidente vitalicio. Pero, si la interna entre ambos es sorda, la batalla contra el marido de la dama, Alíyev, se libra en público, aunque sin la participación de los medios, siempre mudos cuando se trata de la familia real.

Hombre de negocios, Alíyev cometió el error de anticiparte al suegro, en enero, que también aspiraba a la sucesión, aunque sin aliarse a Dariga. En cuestión de días, pasó de embajador en Viena –especie de exilio dorado- a prófugo de la justicia. Acusado de haber hecho secuestrar a dos empleados de Nurbank, del cual es dueño, se halla en la clandestinidad y es sindicado como “capo de una mafia financiera”.

Obviamente, Alíyev sostiene que son cargos falsos, cuyo fin es silenciarlo. Otro error del yerno fue meter baza en la interna entre padre e hija. Ninguno de los dos tolera rivales. Volviendo al presidente, se siente fuerte en el poder y no tiene intenciones de dejarlo ni compartirlo. Pero Dariga no será tan fácil de apartar como su esposo y, por otra parte, tiene excelentes conexiones en las repúblicas del área, inclusive la líder informal del bloque, Turquía.

Ex metalúrgico, a los 67 años el autócrata hizo votar en el parlamento –casi por unanimidad- una reforma constitucional que lo ha tornado vitalicio (algo que ni siquiera Vladyímir Putin se anima todavía a hacer). Amigo de Estados Unidos y Rusia, es aperturista en lo económico pero no tolera el pluralismo.

Amén de controlar el poder, maneja innumerables bancos, empresas y propiedades raíces tanto urbanas como rurales. Lo último es clave, pues Kadzajstán es, tras Rusa, la mayor república postsoviética (2.700.000 km2), pero contiene pocas ciudades y es un país semidesierto que va del mar Caspio a la frontera china y de Siberia occidental a tres de las cuatro restantes autocracias del Asia central (Türkmenistán, Uzbekistán, Kirghidztán). Sus recursos mineros y petroleros son vastos, en tanto el capital externo es bien recibido, aunque deba pagar “peajes”.

Su hija mayor (44 años) es de cuidado. Además de banquera y editora, Dariga ha creado un partido político para disputar la sucesión paterna. Justamente eso indujo al “padre y salvador de la patria” –nadie sabe bien de qué la salvó- a convertirse en presidente vitalicio. Pero, si la interna entre ambos es sorda, la batalla contra el marido de la dama, Alíyev, se libra en público, aunque sin la participación de los medios, siempre mudos cuando se trata de la familia real.

Hombre de negocios, Alíyev cometió el error de anticiparte al suegro, en enero, que también aspiraba a la sucesión, aunque sin aliarse a Dariga. En cuestión de días, pasó de embajador en Viena –especie de exilio dorado- a prófugo de la justicia. Acusado de haber hecho secuestrar a dos empleados de Nurbank, del cual es dueño, se halla en la clandestinidad y es sindicado como “capo de una mafia financiera”.

Obviamente, Alíyev sostiene que son cargos falsos, cuyo fin es silenciarlo. Otro error del yerno fue meter baza en la interna entre padre e hija. Ninguno de los dos tolera rivales. Volviendo al presidente, se siente fuerte en el poder y no tiene intenciones de dejarlo ni compartirlo. Pero Dariga no será tan fácil de apartar como su esposo y, por otra parte, tiene excelentes conexiones en las repúblicas del área, inclusive la líder informal del bloque, Turquía.

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