El rompecabezas del Brexit ha durado ya tanto que parecería que los tories quieren ponerle punto final. Si el fiscal Geoffrey Cox logra una pequeña concesión de Bruselas y logra incorporarla en un anexo, el acuerdo que propone Theresa May sería aprobado alrededor de 15 días antes de la fecha pautada para la separación.
Hay tres razones que llevan a pensar que eso podría ocurrir antes del 12 de marzo: el colapso del laborismo, el tribalismo de los tories y el miedo a un Brexit sin acuerdo.
La deserción de ocho parlamentarios cambió la dinámica de poder en el laborismo y Jeremy Corbyn tuvo que conceder a su bancada el deseado segundo referéndum, un logro importante que, sin embargo, podría tener el efecto contrario al buscado porque cuando los tories ven que se acerca la posibilidad de un segundo referéndum es tal el miedo que les da que se olvidan de sus diferencias y se unen a favor de aprobar el acuerdo de May. De manera que esta es la gran paradoja: cuanto más probable se ve el referéndum menos posible se vuelve.
Los tories saben que si no logran sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea queda herida de muerte la existencia misma de su partido. Todo aquel a quien le interese el éxito del futuro político del Partido Tory sabe que hay que llevar a cabo la misión de retirar al país de la UE.
Eso, sumado al cansancio político de dos años de debates y deliberaciones, hace pensar que el Parlamento está próximo a aceptar los términos del acuerdo que firmó Theresa May con la comisión de Bruselas. Y entonces, quedará sellada la separación entre Gran Bretaña y el bloque de la Unión Europea que se hará efectiva a fin de marzo.