Agro: cómo ahorrar hasta US$ 235.000 millones por año

“Funcionarios y producto en varios miembros de la Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico (OCDE) ven como amenaza las negociaciones agrícolas en la Organización Mundial de Comercio, Tal vez estén equivocados”.

26 agosto, 2003

Así sostiene Stefan Tangermann, director para alimentos, agro y pesca de la ODEC; o sea, el “club de los países ricos”. Por supuesto, la postura convencional es que, si la próxima reunión de la rueda Dohá –Cancún, septiembre- depara rebajas de tarifas y subsidios, se perjudicará el agro en la Unión Europea y Estados Unidos.

Pero el experto alemán se pregunta si “las políticas agrícolas actuales brindan los beneficios que se suponen”. También sugiere que “pueden existir esquemas alternativos que surtan mejor efecto local, sin perjudicar al agro de países subdesarrollados o pobres”.

Históricamente, “la extrema protección al campo respondía a problemas de escasez en el mundo desarrollado. Hoy, la producción alimentaria desborda a la demanda en las economías centrales y el ingreso medio de las familias rurales se halla al nivel de sus contrapartes urbanas”.

Al presente, la clave está en “los servicios que el agro puede ofrecer al entorno y la biodiversidad”. Pero “las viejas políticas traban todo. Los gobiernos de la OCDE gastan US$ 235.000 millones anuales en proteccionismo agrícola, suma equivalente a casi un tercio del ingreso sectorial. Lo peor –añade Tangermann- es que dos tercios de esas transferencias sean en forma de precios sostén”.

En promedio, los precios obtenidos por el agro están 31% encima del nivel internacional. Hay casos tan extremos como la leche (+80%), el azúcar (+100%) y el arroz (¡+360% en Japón!). “Semejantes niveles subsisten merced a un desmedido proteccionismo, al punto –explica el alto funcionario- de que las tarifas aduaneras agrícolas decuplican a las industriales”.

Por otra parte, en países donde hay sobreproducción agrícola (EE.UU., Dinamarca), los altos precios internos derivan directamente de los subsidios a las exportaciones. Dicho de otro modo, la factura termina pagándola el consumidor.

“Este sistema de sostenes fomenta la sobreproducción, exactamente lo que no quieren lo gobiernos. Por ende –reflexiona Tangermann-, hay abierto conflicto entre los objetivos agrícolas explícitos y los instrumentos de política sectorial”.

En vez de precios sostén, serían preferibles pagos directos condicionados a las metas específicas para cada sector. Por ejemplo, “si hacen falta setos vivos y otras plantaciones para mejorar biodiversidad, podrían darse subsidios por superficie y tipo de cultura. En el plano comercial, sería preciso adiestrar a los productores para competir mejor. Ninguna de estas opciones requiere tarifas ni subsidios a la exportación y tampoco distorsiona el comercio internacional”.

Al respecto, el técnico revela un reciente estudio de la OCDE, según el cual “por cada dólar transferido al agro vía precio sostén, apenas 25 centavos le llegan al productor. El resto va a terratenientes, negocios inmobiliarios y costos extras”. Por tanto, el tipo de subvenciones recomendado por el documento “le permitiría al agricultor quedarse con la mita de ese mismo dólar”.

Ahora bien ¿qué relevancia tiene todo esto para Cancún? Simple: “las negociaciones en la OMC son sobre reducciones en tarifas aduaneras, subsidios a la exportación y precios sostén. Obtenerlas beneficiará a las economías subdesarrolladas pero, si se modernizan las políticas agrícolas nacionales, también a los países centrales”.

Así sostiene Stefan Tangermann, director para alimentos, agro y pesca de la ODEC; o sea, el “club de los países ricos”. Por supuesto, la postura convencional es que, si la próxima reunión de la rueda Dohá –Cancún, septiembre- depara rebajas de tarifas y subsidios, se perjudicará el agro en la Unión Europea y Estados Unidos.

Pero el experto alemán se pregunta si “las políticas agrícolas actuales brindan los beneficios que se suponen”. También sugiere que “pueden existir esquemas alternativos que surtan mejor efecto local, sin perjudicar al agro de países subdesarrollados o pobres”.

Históricamente, “la extrema protección al campo respondía a problemas de escasez en el mundo desarrollado. Hoy, la producción alimentaria desborda a la demanda en las economías centrales y el ingreso medio de las familias rurales se halla al nivel de sus contrapartes urbanas”.

Al presente, la clave está en “los servicios que el agro puede ofrecer al entorno y la biodiversidad”. Pero “las viejas políticas traban todo. Los gobiernos de la OCDE gastan US$ 235.000 millones anuales en proteccionismo agrícola, suma equivalente a casi un tercio del ingreso sectorial. Lo peor –añade Tangermann- es que dos tercios de esas transferencias sean en forma de precios sostén”.

En promedio, los precios obtenidos por el agro están 31% encima del nivel internacional. Hay casos tan extremos como la leche (+80%), el azúcar (+100%) y el arroz (¡+360% en Japón!). “Semejantes niveles subsisten merced a un desmedido proteccionismo, al punto –explica el alto funcionario- de que las tarifas aduaneras agrícolas decuplican a las industriales”.

Por otra parte, en países donde hay sobreproducción agrícola (EE.UU., Dinamarca), los altos precios internos derivan directamente de los subsidios a las exportaciones. Dicho de otro modo, la factura termina pagándola el consumidor.

“Este sistema de sostenes fomenta la sobreproducción, exactamente lo que no quieren lo gobiernos. Por ende –reflexiona Tangermann-, hay abierto conflicto entre los objetivos agrícolas explícitos y los instrumentos de política sectorial”.

En vez de precios sostén, serían preferibles pagos directos condicionados a las metas específicas para cada sector. Por ejemplo, “si hacen falta setos vivos y otras plantaciones para mejorar biodiversidad, podrían darse subsidios por superficie y tipo de cultura. En el plano comercial, sería preciso adiestrar a los productores para competir mejor. Ninguna de estas opciones requiere tarifas ni subsidios a la exportación y tampoco distorsiona el comercio internacional”.

Al respecto, el técnico revela un reciente estudio de la OCDE, según el cual “por cada dólar transferido al agro vía precio sostén, apenas 25 centavos le llegan al productor. El resto va a terratenientes, negocios inmobiliarios y costos extras”. Por tanto, el tipo de subvenciones recomendado por el documento “le permitiría al agricultor quedarse con la mita de ese mismo dólar”.

Ahora bien ¿qué relevancia tiene todo esto para Cancún? Simple: “las negociaciones en la OMC son sobre reducciones en tarifas aduaneras, subsidios a la exportación y precios sostén. Obtenerlas beneficiará a las economías subdesarrolladas pero, si se modernizan las políticas agrícolas nacionales, también a los países centrales”.

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