Bush: el mercado no le cree y teme que no evite crisis posteriores

Por un lado, el viernes Wall Street seguía en baja. Por el otro, la crisis hipotecaria puso en evidencia malas prácticas entre prestamistas, que pueden contagiarse a otros sectores. Por ejemplo, las tarjetas de crédito.

19 enero, 2008

Si datos claves sobre ingresos de deudores potenciales se subestimaban en materia de créditos inmobiliarios, es probable que lo mismo haya sucedido o suceda en otros segmentos financieros minoristas. La obsesión por aumentar ganancias de papel bien podría haber enceguecido en cuanto a evaluación de riesgos.

“Cada vez más inversores y accionistas se preguntan si el crédito al consumo no será la próxima víctima de prestamistas irresponsables”, reflexiona Stephen Gallagher, analista principal de Société Générale. Se trata de un segmento que preocupa, máxime en vísperas de una recesión o una estanflación en Estados Unidos y Gran Bretaña.

El total de fondos movilizados por ese sector en EE.UU. terminó 2007 alcanzando US$ 2,5 billones. Vale decir, un quinto del producto bruto interno. Por tanto, la inquietud dista de ser trivial. De ese monto, alrededor de US$ 800.000 millones está convertido en bonos. Como ocurrió con las hipotecas de baja calidad, esos títulos se reempaquetan para revender como bonos agrupados en el mercado secundario. Esto deja a deudores e inversores en posición vulnerable.

Una sorpresiva baja de 0,4% en las ventas minoristas de la reciente temporada denota que ya hay usuarios y consumidores en problemas. Eso los obligó a reducir gastos –en particular, vía tarjetas- en una época cuando la gente suele comprar más. Ese ajuste de cinturones recuerda a varios expertos el inicio de la crisis hipotecaria.

La posibilidad de un desastre como el inmobiliario se hizo probabilidad la semana pasada. Entonces, dos gigantes del dinero plástico, American Express y Capital One, revelaron que esperan utilidades en baja. ¿Causas? Pérdidas originadas en el financiamiento del consumo por el enfriamiento económico.

En lo tocante a Wall Street, la baja del viernes remarca el fondo de las cosas. Verbigracia, el Standard&Poor’s 500 estaba en 1.325,2 puntos, el mínimo en 2007 y cuanto va de 2008. A 2.340, el Nasdaq compuesto perfora el piso del año pasado (2.340,7, el 30 de marzo). Similar perfil muestra el Dow Jones 30: 12.099,3, demasiado cerca del 12.080,3 registrado el 20 de mayo de 2007.

En cuanto al “plan”, fue apenas un recurso de apuro y acentúa una vieja tendencia de George W.Bush: rebajas tributarias y subsidios a los sectores más ricos, tanto familias como bancos o empresas. Los operadores más próximos a la Casa Blanca sostienen que, a fin de mes, la Reserva Federal debiera rebajar no medio, sino un punto (de 4,25/5,25 a 3,25/4,25% anual) las tasa básicas.

Los economistas serios siguen escépticos. Por ejemplo, según Paul Krugman asocia la doble crisis actual con una exposición académica de Benjamin Bernanke, antes de pasar a la RF. “¿Por qué la economía más grande del mundo –se preguntaba el actual funcionario- vive de prestado, en lugar de ser prestamista?”. Su interpretación es optimista: “Porque hay exceso de capital atesorado en el mundo, sin tener dónde colocarse, y esa masa viene a nuestro país por la complejidad de sus mercados financieros y bursátiles”.

Pero, opone Krugman, “son premisas absolutamente falsas, sofismas que tratan de engañar o engañarse. Directa o indirectamente, esos capitales acabaron alimentando dos burbujas: malas hipotecas y compras apalancadas. Claro, el endeudamiento externo de EE.UU. –como los de Brasil y algunos países de la Eurozona- es en moneda propia. Por ende no afrontamos espirales como la de Argentina (hasta 2001/2), pero igualmente este año será muy desagradable”. Con similares argumentos, Robert Reich cree que hay recesión en puerta y que es precios aumentar el gasto social, no las ventajas a sectores prósperos.

Si datos claves sobre ingresos de deudores potenciales se subestimaban en materia de créditos inmobiliarios, es probable que lo mismo haya sucedido o suceda en otros segmentos financieros minoristas. La obsesión por aumentar ganancias de papel bien podría haber enceguecido en cuanto a evaluación de riesgos.

“Cada vez más inversores y accionistas se preguntan si el crédito al consumo no será la próxima víctima de prestamistas irresponsables”, reflexiona Stephen Gallagher, analista principal de Société Générale. Se trata de un segmento que preocupa, máxime en vísperas de una recesión o una estanflación en Estados Unidos y Gran Bretaña.

El total de fondos movilizados por ese sector en EE.UU. terminó 2007 alcanzando US$ 2,5 billones. Vale decir, un quinto del producto bruto interno. Por tanto, la inquietud dista de ser trivial. De ese monto, alrededor de US$ 800.000 millones está convertido en bonos. Como ocurrió con las hipotecas de baja calidad, esos títulos se reempaquetan para revender como bonos agrupados en el mercado secundario. Esto deja a deudores e inversores en posición vulnerable.

Una sorpresiva baja de 0,4% en las ventas minoristas de la reciente temporada denota que ya hay usuarios y consumidores en problemas. Eso los obligó a reducir gastos –en particular, vía tarjetas- en una época cuando la gente suele comprar más. Ese ajuste de cinturones recuerda a varios expertos el inicio de la crisis hipotecaria.

La posibilidad de un desastre como el inmobiliario se hizo probabilidad la semana pasada. Entonces, dos gigantes del dinero plástico, American Express y Capital One, revelaron que esperan utilidades en baja. ¿Causas? Pérdidas originadas en el financiamiento del consumo por el enfriamiento económico.

En lo tocante a Wall Street, la baja del viernes remarca el fondo de las cosas. Verbigracia, el Standard&Poor’s 500 estaba en 1.325,2 puntos, el mínimo en 2007 y cuanto va de 2008. A 2.340, el Nasdaq compuesto perfora el piso del año pasado (2.340,7, el 30 de marzo). Similar perfil muestra el Dow Jones 30: 12.099,3, demasiado cerca del 12.080,3 registrado el 20 de mayo de 2007.

En cuanto al “plan”, fue apenas un recurso de apuro y acentúa una vieja tendencia de George W.Bush: rebajas tributarias y subsidios a los sectores más ricos, tanto familias como bancos o empresas. Los operadores más próximos a la Casa Blanca sostienen que, a fin de mes, la Reserva Federal debiera rebajar no medio, sino un punto (de 4,25/5,25 a 3,25/4,25% anual) las tasa básicas.

Los economistas serios siguen escépticos. Por ejemplo, según Paul Krugman asocia la doble crisis actual con una exposición académica de Benjamin Bernanke, antes de pasar a la RF. “¿Por qué la economía más grande del mundo –se preguntaba el actual funcionario- vive de prestado, en lugar de ser prestamista?”. Su interpretación es optimista: “Porque hay exceso de capital atesorado en el mundo, sin tener dónde colocarse, y esa masa viene a nuestro país por la complejidad de sus mercados financieros y bursátiles”.

Pero, opone Krugman, “son premisas absolutamente falsas, sofismas que tratan de engañar o engañarse. Directa o indirectamente, esos capitales acabaron alimentando dos burbujas: malas hipotecas y compras apalancadas. Claro, el endeudamiento externo de EE.UU. –como los de Brasil y algunos países de la Eurozona- es en moneda propia. Por ende no afrontamos espirales como la de Argentina (hasta 2001/2), pero igualmente este año será muy desagradable”. Con similares argumentos, Robert Reich cree que hay recesión en puerta y que es precios aumentar el gasto social, no las ventajas a sectores prósperos.

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