Uno de los miembros fundadores del grupo, el astrofísico británico Lord Martin Rees, en una entrevista televisada con The Real News Network, explicó el objetivo de lo que han denominado “Programa Global Apolo”. Dijo que pretende estimular el financiamiento público de los gobiernos de todo el mundo para acelerar la investigación y desarrollo de energías limpias, en particular energía solar, almacenamiento de energía y redes para distribuirla. Lo que proponen no es obligar a todos los Gobiernos, aspiran a que los Gobiernos se plieguen. Y quienes lo hagan comenzarían con por lo menos una contribución de 0,02% de su PBI. El Programa Apolo busca lograr que la electricidad limpia sea, en todo el mundo, más barata que el carbón que alimenta las fábricas. “Estamos hablando de llevar el financiamiento de US$ 10.000 millones al año a US$ 20.000 millones en todo el mundo. Algunos países ya están gastando en proporción con este nivel, pero lo importante es tener investigación y desarrollo coordinados para acelerar la transición, para que el costo baje y la energía limpia sea competitiva con los combustibles fósiles”. Rees puso especial énfasis en aclarar que no pretenden que para 2025 la energía limpia domine totalmente el uso industrial. Solo que su precio sea competitivo con el de la energía sucia. “La necesidad de dar energía limpia es un imperativo para el mundo y deberíamos estar más o menos en el mismo nivel de lo que se está invirtiendo en investigación médica. “Pretendemos un programa más coordinado para avanzar con estos desarrollos tan interesantes en conectores más eficientes de energía solar más eficientes y en métodos más eficientes de almacenarla y transmitirla”. El programa Apolo tomó ese nombre porque la inversión que necesita, dicen sus impulsores, es la misma que gastó la Nasa en los años 60 para poner un hombre en la luna. Esta vez, dicen, el problema del clima lo tenemos todos, es global, o sea que el esfuerzo debería, también, ser global.
En la nueva cumbre
La energía solar está ganando participación en el mercado frente a otras fuentes, especialmente en lugares con mucho sol y donde otros combustibles son escasos. El británico David King, otro miembro del programa que fue enviado especial a la Cumbre de París, dijo al diario The Guardian luego del anuncio oficioso que “los renovables son la mejor opción posible para el ambiente ante el peligro que representa el cambio climático”. El problema del clima es grave. Si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernaderos, habrá que hacer algo para enfriar el planeta. Desde pintar tejados y fachadas de blanco para reflejar la radiación solar hasta colocar gigantescos espejos en el espacio creando zonas de sombra. Sin embargo, quienes se oponen a las renovables dicen que los subsidios que implican muestran que las inversiones en energía solar y eólica son un despilfarro que se hace para tranquilizar la conciencia de los grupos verdes y mimar a algunas compañías políticamente conectadas.
“Eso es verdad hasta cierto punto”, dice un columnista de The Economist. “Los Gobiernos han gastado probablemente demasiado dinero en tecnología de primera generación que es ineficiente y cara comparada con lo que ahora está apareciendo. Pero toda la energía se subsidia de una manera o de otra; los usuarios de combustibles fósiles no pagan por el daño que le hacen al planeta. Los subsidios a la energía renovable rondan los US$ 100.000 millones al año. Un informe reciente del FMI estima que los subsidios a los combustibles fósiles (incluidos los costos no compensados de la polución del aire, la congestión y el calentamiento global) ascienden a US$ 5.200 billones (1 billón = millón de millones)”. Además, aclara, los subsidios a los renovables están cayendo y su eficiencia aumenta.