Si se suman los desempleados (9,3% de la población económicamente activa), los subocupados y ocupados que buscan trabajo (23,4%) y los sobreocupados (26,6%), se concluye que 59,3% presenta problemas de empleo y que sólo 37,2% tendría un trabajo “normal”. Es decir, sobre un total de 20 millones de integrantes de la población económicamente activa, sólo 7,4 millones estarían en esta última condición.
Por otro lado, del total de 14 millones de asalariados, 33,4% no está registrado, es decir que carece de descuento jubilatorio y obra social. Esto totaliza unos 4,7 millones de trabajadores que, además, ganan entre 30 y 50% menos que lo que obtendrían por igual empleo en blanco. Esa informalidad cae a 7,8% en Tierra del Fuego, pero trepa a 44,8% en Salta y a 42,3% en Tucumán.
“Esta radiografía plantea un enorme desafío. Es preciso crear empleo, pero sobre todo empleo de calidad, que permita no sólo reducir la desocupación y la subocupación, sino también disminuir drásticamente el empleo informal y precario. Para ello, se requiere un verdadero shock de inversiones productivas que dinamice el crecimiento económico y la demanda de trabajo”, indica Víctor Beker, director del CENE.