<p>Dos hechos abonan esas presunciones. Uno: Aisha, hija del dictador, se refugió en Dubai. Otro, más grave: Se’if al Islam, primogénito de la familia, ha asumido las funciones de vocero. Leyendo un texto muy confuso, advirtió por TV que “nuestro país arriesga hundirse en el caos y eso facilitará una neocolonización extranjera cifrada en el petróleo”. <br />
<br />
Este curioso discurso se difundió al mediodía del lunes. Pese a tanto alarmismo inicial, el joven después aseguró que su padre “sujeta con mano firmes las riendas del poder y estas manifestaciones carecen de relevancia”. En ese momento, fuentes occidentales e israelíes calculaban en más de 250 los muertos y varios centenares los heridos. “Libia no es Túnez, Egipto ni Yemen”, insistía Se’if justamente mientras surgían señales amarillas en Marruecos.<br />
<br />
Tras una noche de escaramuzas, hoy había cierta calma en Trípoli, donde ardían varios edificios públicos, pero continuaban los choques en el noroeste del país. Según Reuters, tarde en la mañana prendieron fuego al parlamento y empezaban los saqueos en oficinas del gobierno.<br />
<br />
La policía brillaba por su ausencia, señalaban Associated Press y la cadena al ‘Arabiya. Salvo en Bahrein, por ahora nada semejante había sucedido en otros países árabes. Por la tarde, se preparaba una marcha a la residencia presidencial. No obstante, nadie conocía el paradero del coronel ni de su guardia personal.<br />
<br />
La revuelta libia es por mucho la más violenta de la ola, si se excluye la excesiva represión en Irán. Recién este lunes, Estados Unidos condenó el uso de la fuerza por parte del régimen. Irónicamente, la gente convergía en la plaza Verde, de donde desalojaban a la policía y a los mercenarios de Ghadafi. Munidos de cadenas, machetes y caños, los jóvenes iban arrinconando a los uniformados.<br />
</p>
250 muertos en Libia, al borde de la guerra civil
En cinco días de revueltas, los rebeldes copan el noreste (Benghazi) y llegan a los suburbios de Trípoli, en el noroeste. Vale decir, las dos mayores ciudades de una Libia envuelta en el caos. Muchos esperan a la huida de Muammar Ghadafi.