Así presumen analistas de Wharton y varios colegas suyos. Por otra parte, los precios de crudos y combustibles, pese a la baja del último bimestre, seguirán relativamente altos. Pero no mucho más que los actuales. A su vez y más allá de efímeros rebotes, la burbuja inmobiliaria –data de 2001- irá contrayéndose, en tanto el sector laboral de cuello azul y blanco afrontará una oferta de empleo inestable, volátil. Jeremy Siegel, Richard Marston y Nicholas Souleles finanzas, coinciden en que la elasticidad de la economía durante el auge de precios de hidrocarburos fue “el fenómeno más sorpresivo y alentador de 2005”.
De una forma u otro, subrayan, “venimos avanzando a paso razonable desde principios de 2003. Por supuesto, las utilidades del sector privado no han aumentado tanto como en los primeros dieciocho meses de la reactivación. Pero las empresas han ido incrementando lentamente ganancias trimestrales”.
Recientes estadísticas sobre crecimiento del producto bruto interno aportan también buenas noticias. El PBI avanzó durante el tercer trimestre a razón de 4,3% anual, según la oficina federal de análisis económico (Hacienda), No obstante, en noviembre se recrearon apenas 215.000 empleos.
“Parece que la economía hubiera aguantado bien los huracanes y el encarecimiento de combustibñes”, nota Souleles. “Ingresamos en 2006, pues, con algún impulso”. Sin duda, indica Siegel, “la reacción al aumento de hidrocarburos puso en evidencia consumidores más resilientes de lo supuesto. Por lo msimo, Detroit ve cómo la gente se pasa a automotores japoneses o surcoreanos, por su mejor relación precio-rendimiento”. De una forma u otra, el analista espera que, cuando se complete el cuadro estadístico, el gasto del público –que aporta 70% del PBI- exhiba señales de desaceleración”.
¿Seguirá siendo la demanda tan elástica? Sí, suponen en Wharton, en tanto los crudos no pasen nuevamente los US$ 70 por barril, algo que esos expertos no creen probable. Esgrimen un motivo: el ahorro de energía y combustibles va a ser una cuestión relevante en 2006. Los norteamericanos aislarán mejor sus casas, las empresas harán lo mismo con sus instalaciones y, como lo indica la crisis en Detroit, la gente cuidará lo que sus coches consumen por kilómetro.
En un informe difundido el 12 de diciembre, el departamento federal de Energía y Combustibles pronostica que los crudos continuarán durante decenios a más de US$ 50 el barriles, a valores constantes (por ejemplo, el pico de US$ 63 registrado en 1981 hoy equivale a 115). El estudio estima que los promedios serán US$ 54 en 2025 y 57 en 2030, siempre desagregando la inflación. Durante diciembre, el precio nominal ha estado oscilando entre US$ 57 y 61 ek barril. Pragmáticos como Thomas Boone Pickens califican esas proyecciones de “rosadas y sin sustento”.
Scott Anderson, analista jefe de Well Fargo Bank, prevé también que la economía se expandirá a un ritmo levemente inferior en 2006, respecto de 2005: 3,5 contra 3,7%. “Pero el ciclo industrial comienza a revertirse. La reconstrucción de inventarios, en particular, será factor decisivo, pues las empresas han vaciado los depósitos y eso exige acumular nuevas existencias”,
Analistas de Standard & Poor’s esperan que el PBI repunte sólo 3,4%, como señala un informe publicado el 14 de diciembre. La inflación, en términos del índice de precios al consumidor, no pasará de 2,4% en 2006 (la Reserva Federal no piensa lo mismo). S&P estima que los US$ 200.000 millones pasibles de insumir en las recontrucción posterior a los huracanes Catalina y Rita –inclusive el sistena de defensas hídricas en Nueva Orleáns- fomentará crecimiento en la primera de mitad del año.
Así presumen analistas de Wharton y varios colegas suyos. Por otra parte, los precios de crudos y combustibles, pese a la baja del último bimestre, seguirán relativamente altos. Pero no mucho más que los actuales. A su vez y más allá de efímeros rebotes, la burbuja inmobiliaria –data de 2001- irá contrayéndose, en tanto el sector laboral de cuello azul y blanco afrontará una oferta de empleo inestable, volátil. Jeremy Siegel, Richard Marston y Nicholas Souleles finanzas, coinciden en que la elasticidad de la economía durante el auge de precios de hidrocarburos fue “el fenómeno más sorpresivo y alentador de 2005”.
De una forma u otro, subrayan, “venimos avanzando a paso razonable desde principios de 2003. Por supuesto, las utilidades del sector privado no han aumentado tanto como en los primeros dieciocho meses de la reactivación. Pero las empresas han ido incrementando lentamente ganancias trimestrales”.
Recientes estadísticas sobre crecimiento del producto bruto interno aportan también buenas noticias. El PBI avanzó durante el tercer trimestre a razón de 4,3% anual, según la oficina federal de análisis económico (Hacienda), No obstante, en noviembre se recrearon apenas 215.000 empleos.
“Parece que la economía hubiera aguantado bien los huracanes y el encarecimiento de combustibñes”, nota Souleles. “Ingresamos en 2006, pues, con algún impulso”. Sin duda, indica Siegel, “la reacción al aumento de hidrocarburos puso en evidencia consumidores más resilientes de lo supuesto. Por lo msimo, Detroit ve cómo la gente se pasa a automotores japoneses o surcoreanos, por su mejor relación precio-rendimiento”. De una forma u otra, el analista espera que, cuando se complete el cuadro estadístico, el gasto del público –que aporta 70% del PBI- exhiba señales de desaceleración”.
¿Seguirá siendo la demanda tan elástica? Sí, suponen en Wharton, en tanto los crudos no pasen nuevamente los US$ 70 por barril, algo que esos expertos no creen probable. Esgrimen un motivo: el ahorro de energía y combustibles va a ser una cuestión relevante en 2006. Los norteamericanos aislarán mejor sus casas, las empresas harán lo mismo con sus instalaciones y, como lo indica la crisis en Detroit, la gente cuidará lo que sus coches consumen por kilómetro.
En un informe difundido el 12 de diciembre, el departamento federal de Energía y Combustibles pronostica que los crudos continuarán durante decenios a más de US$ 50 el barriles, a valores constantes (por ejemplo, el pico de US$ 63 registrado en 1981 hoy equivale a 115). El estudio estima que los promedios serán US$ 54 en 2025 y 57 en 2030, siempre desagregando la inflación. Durante diciembre, el precio nominal ha estado oscilando entre US$ 57 y 61 ek barril. Pragmáticos como Thomas Boone Pickens califican esas proyecciones de “rosadas y sin sustento”.
Scott Anderson, analista jefe de Well Fargo Bank, prevé también que la economía se expandirá a un ritmo levemente inferior en 2006, respecto de 2005: 3,5 contra 3,7%. “Pero el ciclo industrial comienza a revertirse. La reconstrucción de inventarios, en particular, será factor decisivo, pues las empresas han vaciado los depósitos y eso exige acumular nuevas existencias”,
Analistas de Standard & Poor’s esperan que el PBI repunte sólo 3,4%, como señala un informe publicado el 14 de diciembre. La inflación, en términos del índice de precios al consumidor, no pasará de 2,4% en 2006 (la Reserva Federal no piensa lo mismo). S&P estima que los US$ 200.000 millones pasibles de insumir en las recontrucción posterior a los huracanes Catalina y Rita –inclusive el sistena de defensas hídricas en Nueva Orleáns- fomentará crecimiento en la primera de mitad del año.