El tiempo, la última frontera

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Desde el archivo, la visión del tiempo y la tecnología en 1999 de cara al nuevo milenio

Hace 20 años, la humanidad ya había logrado derrotar -o por lo menos domesticar- a la mayoría de los monstruos que históricamente la acecharon: las enfermedades, el clima hostil, los caprichos de la geografía, las fallas de la memoria. Sin embargo, tanto en ese momento como en la actualidad, el tiempo sigue ganándole la batalla. Y lo que es peor, las invenciones del último medio siglo, destinadas a ganar tiempo, parecen haberse vuelto en contra de sus supuestos beneficiarios. “¿Qué pensarían Henry Thoreau, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman de la comida rápida, la MTV, las novelas clásicas en versiones resumidas para los estudiantes, los productos descartables y todo lo virtual que ha desplazado a la realidad -más lenta- de la naturaleza?”, se preguntaba Ralph Nader en uno sus ensayos.

La noción de progreso que se asocia con el paso del tiempo suele ser, también, paradójica y engañosa. “La gente de la informática suele afirmar que, si la industria automotriz hubiera avanzado tecnológicamente tanto como la de la computación, estaríamos manejando autos de US$ 25 y recorriendo 400 kilómetros con un litro de nafta. Claro que, si los automóviles funcionaran como el software, se les saldrían las ruedas varias veces por día”, afirmaba, con ironía, Bob Metcalfe, uno de los más respetados patriarcas de Silicon Valley.

Hoy a 19 años del cambio de milenio, el tiempo sigue siendo un tema central y se ha vuelto uno de los recursos más valorados en nuestra sociedad dado que se continúa pensando que es la última frontera.

 

 

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