viernes, 11 de julio de 2025

Prohibir no es proteger: por qué Argentina debe regular el vapeo

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Aunque en Argentina sigue vigente la prohibición del vapeo desde 2011, la ciencia y las políticas públicas en el mundo han avanzado en otra dirección. En Argentina, millones de personas acceden a productos sin control ni regulación, mientras se pierden oportunidades de mejora en salud pública, recaudación fiscal y desarrollo industrial. En este marco, la campaña Vapeo Responsable asegura que es hora de una nueva regulación.

En 2011, la ANMAT prohibió la comercialización, importación y publicidad de los cigarrillos electrónicos en Argentina. Esta medida, basada en el principio de precaución, respondía a la falta de evidencia científica sobre la seguridad del vapeo y su eficacia para dejar de fumar. En aquel momento, no existían estudios sobre sus riesgos y beneficios.

Catorce años después, el panorama es radicalmente distinto: el conocimiento científico ha avanzado, millones de personas en el mundo han dejado de fumar utilizando cigarrillos electrónicos, y cada vez más países lo incorporan en sus políticas de salud pública. Sin embargo, en Argentina, la prohibición sigue intacta.

Hoy es necesario preguntarse: ¿ha funcionado la prohibición? ¿Ha reducido el consumo? ¿Ha protegido a los jóvenes? ¿Ha mejorado la salud pública? Lamentablemente, la respuesta a todas esas preguntas es no. 

Por el contrario, la prohibición ha alimentado un mercado negro sin controles, ha expuesto a los consumidores a productos de dudosa calidad, ha permitido a los menores acceder a productos a los que no deberían tener acceso y ha frenado el acceso de millones de fumadores adultos a una alternativa menos dañina.

¿Qué es vapear y por qué es diferente a fumar?

Vapear es una forma alternativa de consumir nicotina sin quemar tabaco. Un cigarrillo tradicional funciona quemando hojas de tabaco mezcladas con otros ingredientes. El humo que genera contiene más de 7.000 sustancias químicas, muchas de ellas muy tóxicas y cancerígenas. Eso es lo que causa la mayoría de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo: el humo del tabaco, no la nicotina.

Un vapeador, en cambio, calienta un líquido en base de agua que contiene nicotina generando vapor, no humo. Al no haber combustión ni las mismas toxinas, el riesgo para la salud es mucho menor.

¿Qué dice la ciencia sobre el vapeo?

En 2015, Public Health England -la agencia de salud pública del Reino Unido- afirmó, tras revisar toda la evidencia científica disponible, que vapear es al menos un 95% menos dañino que fumar. Esta conclusión fue respaldada por el Royal College of Physicians y reconfirmada en revisiones posteriores de la ONG Cochrane, una de las organizaciones más prestigiosas en evaluación científica de intervenciones médicas. Así, por ejemplo, se estima que el riesgo de cáncer por vapear es inferior al 1% del riesgo de cáncer por fumar.

¿Vapear sirve para dejar de fumar?

Sí, el vapeo se ha consolidado como una herramienta eficaz para dejar de fumar. Mucha gente logra dejar el cigarrillo gracias al vapeo. Fumar es una adicción muy difícil de abandonar sin ayuda debido a la dependencia de los fumadores a la nicotina: una sustancia adictiva pero prácticamente inocua que se encuentra, por ejemplo, en tomates o papas. 

La mayoría de los fumadores ha intentado dejarlo muchas veces sin éxito. Y aunque hay tratamientos con chicles o parches de nicotina, a la mayoría tampoco les funciona. No solo porque a menudo el suministro de nicotina no es suficiente para aquellos que tienen dependencia a la misma, sino porque tampoco tiene en cuenta la dimensión social de fumar ni el hábito del usuario.

El vapeo funciona porque es una alternativa que imita el acto de fumar: se inhala, se exhala vapor, se siente la nicotina. Permite mantener la parte menos dañina del hábito de fumar eliminando la mayor parte del riesgo. Además, las diferencias en el olor y el sabor con respecto a los cigarrillos tradicionales hacen más difícil que el usuario vuelva a fumar.

Según una revisión de Cochrane, el vapeo con nicotina aumenta considerablemente la probabilidad de dejar de fumar respecto a intentar dejarlo con parches y chicles; y según el Instituto de Medicina Preventiva de la Universidad Queen Mary, vapear es dos veces más eficaz para dejar de fumar.

Si un fumador no puede dejarlo de golpe, darle una alternativa más segura que le ayude a reducir el daño mientras sigue consumiendo nicotina puede hacer una gran diferencia en su salud y en su vida.

¿Y qué pasa en Argentina?

En Argentina, millones de personas vapean, a pesar de la prohibición. Lo hacen a través de un mercado informal, sin controles, sin garantías de seguridad, sin información clara sobre lo que están consumiendo. Esto demuestra que la demanda existe y que las personas buscarán alternativas, aunque sea por canales ilegales.

Mientras sigue la prohibición:

  • Millones de personas vapean igual, pero lo hacen comprando productos sin control ni garantías de seguridad ni calidad.
  • Los jóvenes acceden a vapeadores, porque no hay vigilancia y es imposible controlar el mercado informal.
  • Los fumadores adultos no tienen acceso legal a una herramienta que podría ayudarlos a dejar el cigarrillo y vivir más tiempo y mejor.
  • El Estado no recauda impuestos, ni puede controlar la calidad de lo que circula.
  • La salud pública no mejora, porque se niega el acceso a una estrategia que sí funciona en otros países.

¿Qué hacen otros países?

Muchos países ya entendieron que prohibir no sirve. Al contrario: solo empuja todo al mercado negro y aumenta los riesgos. Por eso, eligieron regular inteligentemente estos productos y hacer cumplir las normas para impedir a los menores acceder a ellos.

En el Reino Unido, por ejemplo, el propio sistema de salud pública reconoce el menor riesgo y el potencial del vapeo para ayudar a dejar de fumar. Lo promueve e incentiva su uso entre los fumadores, hasta el punto de que los médicos pueden recetar vapear e incluso entregar kits de vapeo a los fumadores con el objetivo de que dejen los cigarrillos.

Suecia, gracias a la sustitución del cigarrillo por el vapeo y otros productos de nicotina alternativos, está a punto de convertirse en el primer país libre de tabaquismo del mundo. Los suecos consumen tanta o más nicotina que cualquier otro país europeo, pero sus tasas de enfermedades y muertes asociadas con fumar son las más bajas de Europa. 

Nueva Zelanda también incorporó el vapeo en su estrategia nacional para reducir el tabaquismo y lo está logrando. Otros países, como Japón o Grecia, están reduciendo drásticamente el tabaquismo con productos de tabaco calentado – otro producto de nicotina menos dañino que también está prohibido en Argentina. En nuestra región, países como Colombia, Perú y Chile ya han regulado estos productos para que los fumadores puedan cambiarse y mejorar su salud.

¿Y si regulamos?

Regular no significa fomentar el consumo, sino controlar qué se vende, a quién y en qué condiciones. Se pueden establecer estándares de seguridad, restringir ingredientes, prohibir la venta a menores y monitorear el mercado. Así se protege a los usuarios, se dificulta el acceso a los menores y se favorece la reducción del tabaquismo.

Además, hay beneficios económicos: menor gasto en salud, mayor recaudación y una nueva industria legal. Argentina, con su tradición tabacalera, puede producir nicotina, fabricar dispositivos y exportar. En un contexto global en el que EE.UU. busca reducir importaciones desde China, nuestro país tiene la oportunidad de posicionarse como proveedor confiable de productos de menor riesgo.

Se necesita una nueva regulación

La prohibición del vapeo en Argentina no está funcionando. No protege a los jóvenes, no ayuda a los fumadores y no reduce el consumo. Solo empuja todo a la informalidad y al descontrol. Hoy tenemos evidencia suficiente para saber que el vapeo es una herramienta efectiva y mucho menos dañina para dejar de fumar.

Es hora de actualizar nuestras leyes. Es hora de escuchar a los expertos, a los médicos, a los fumadores que lograron dejar el cigarrillo gracias al vapeo. Es hora de regular con inteligencia y de dar a los fumadores la libertad para elegir lo que mejor les funciona.

Argentina necesita una regulación moderna, clara y basada en la ciencia. Porque el objetivo no debe ser castigar a quienes buscan dejar de fumar, sino ayudarlos con las mejores herramientas posibles.

Vapeo responsable: https://x.com/vaperesponsable https://www.instagram.com/vapeo_responsable/

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