Setecientos millones de personas carecen de agua potable en este mundo nuestro. Cada día mueren más de 800 niños a causa de la diarrea provocada por aguas contaminadas, falta de servicios sanitarios y escasez de agua confiable. Sin acceso fácil al agua limpia, muchas comunidades quedan condenadas a la pobreza. Si no se implementan cambios profundos, pronto serán muchos más los millones de personas en esa situación.
Ése es el vaticinio de Peter Green, un experto que trabaja desde 1987 con el problema del agua. Es difícil admitir que falte agua cuando se ve tanta por todos lados, explica. Pero más de 97% del agua de la tierra está en sus océanos, mares y bahías. Eso quiere decir que es salada, algo que la hace inservible para casi todo. Hasta ahora, la desalinización no ha dado resultados satisfactorios porque la energía que necesita es tanta que puede generar problemas ambientales propios.
Por eso, dice Green, hay que modificar profundamente la forma en que usamos el agua porque el cambio climático y el crecimiento de la población están generando problemas en todos los continentes.
En 2018, Ciudad del Cabo en Sudáfrica estuvo muy cerca de convertirse en la primera gran urbe en quedarse sin agua. Años de sequías provocadas por la corriente del Niño acabaron con los reservorios de la ciudad.
El gobierno hizo planes para lo que llamó el “Día Cero”, o sea el día en que se acabe la provisión de agua y los 3,7 millones de personas tengan que obtenerla de centros de recolección aprobados por el Estado. Gracias a las fuertes restricciones que introdujo al uso del agua y al retorno de las lluvias, la ciudad pudo evitar aquel Día Cero en 2018, pero la región sigue corriendo serios riesgos.
Casi toda el agua de la tierra es salada. Eso quiere decir que solo puede ser útil para la gente y las industrias si es desalinizada, un proceso costoso y posiblemente dañino para el medio ambiente. Del agua dulce que está fácilmente a disposición, la mayor parte está atrapada en el hielo o bajo tierra, lo cual la hace de difícil acceso. El agua dulce de superficie –lagos, ríos y arroyos– es una diminuta fracción de la provisión global del elemento.
El crecimiento de la población mundial trae nuevos desafíos. La industrialización crece y también los consumidores. En 20 años, muchos países van a estar luchando para brindar agua suficiente para satisfacer la demanda.
¿Crisis ambiental o geopolítica?
Hace mucho tiempo que el agua es fuente de poder y de ganancias. Enormes ganancias van a las manos de quienes tienen el control de los recursos hídricos y su distribución y los que no tienen agua están condenados a menores niveles de vida y caos. Globalmente casi 850 millones de personas viven sin acceso a agua segura y 2.300 millones carecen de acceso a un sistema sanitario aceptable.
Las organizaciones sin fines de lucro han tratado de cerrar esa brecha pero ese tipo de inestabilidad también creó oportunidades para los señores de la guerra y otros interesados.
En Estados Unidos, el director de inteligencia nacional, Dan Coates, advirtió en 2018 que el agua será una fuente de inestabilidad política y de guerras. El Departamento de Estado tiene todo un equipo dedicado a temas hídricos y está gestando tratados en el Sudeste Asiático, la bahía del Nilo y Ãfrica para evitar conflictos por escasez de agua.
Algunas de las economías más grandes del mundo están actuando con decisión para asegurar recursos hídricos más allá de sus fronteras. China y los estados del Golfo compran o rentan tierras en partes del mundo donde hay agua para cultivar alimentos. Todo un nuevo conjunto de ganadores y perdedores en la pelea global por el crecimiento económico está apareciendo debido al agua.
El 2018 National Threat Assessment realizado por la comunidad de inteligencia de Estados Unidos advierte que la creciente escasez de agua dulce impulsada por el cambio climático, la urbanización y el desarrollo afectará la salud humana y alimentará el descontento económico y social. “La escasez de agua, combinada con la falta de acuerdos de administración cooperativa para casi la mitad de las cuencas de los ríos internacionales del mundo y los nuevos desarrollo unilaterales de represas pueden aumentar las tensiones entre los países”, dice el documento.
Dónde se podría generar una guerra
La cuenca del Nilo es compartida por 10 países y la creciente tensión sobre el control de sus aguas podría llevar a un conflicto armado. Etiopía, la fuente del Nilo Azul, está construyendo represas para irrigar sus granjas y generar energía, y Sudán está vendiendo grandes áreas de tierras irrigadas por el Nilo a campesinos pobres chinos y de los estados del Golfo Pérsico. Pero eso reduce la cantidad de agua que fluye hacia Egipto, cuya propia población crece y necesita el agua.
El río Mekong en el Sudeste Asiático nace en la región tibetana controlada por China y corre a través de Myanmar, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam. La negativa de China a sumarse a la Comisión del Río Mekong (una organización intergubernamental que administra conjuntamente los recursos hídricos compartidos) tiene a todos los miembros situados río abajo preocupados por la construcción de represas por parte de Beijing. Desde 1995 China ha construido siete represas y proyecta otras 20.
El Éufrates, donde Turquía está construyendo represas en su parte del río, por arriba de Siria y de Irak, es otro foco de problemas. Turquía viene avanzando con el Southeastern Anatolia Project, un plan para construir 22 represas y 19 plantas hidroeléctricas a lo largo del Éufrates que reducirían hasta casi la mitad el flujo de agua hacia los estados que están río abajo. La sequía y las malas políticas en la parte siria del Éufrates fomentaron el aumento de las protestas que llevaron a la guerra civil y dejaron la infraestructura hídrica en ruinas.
El río Indo ha estado principalmente bajo control indio desde la partición en 1947. Eso incluye la provisión de agua para 90% de las tierras irrigadas de Pakistán. La construcción de diques río arriba por parte de la India y la reducción del caudal de agua es una fuente de constante tensión entre las dos naciones, que continúan compitiendo por el protagonismo regional.
Intentos de solucionar problemas
Desde el antiguo acueducto romano hasta la Alta Presa de Asuán, la humanidad fue construyendo proyectos cada vez más grandes para controlar el agua, aplacar la sed de las crecientes ciudades y convertir tierras áridas en fértiles.
Éstos son algunos de los grandes esfuerzos recientes por conseguir mayor control sobre la provisión de agua:
En China, el millonario proyecto de Transferencia de Agua Sur-Norte (US$ 48.000 millones) ha creado dos canales que llevan 25.000 millones de toneladas de agua al año desde el río Yangtze hasta el Río Amarillo. El proyecto podría elevar el PBI en hasta 0,3% y ha recuperado varios ecosistemas que se habían secado en 1992.
La Planta de Purificación de Agua del Nordeste en la ciudad de Houston (US$ 1.300 millones) es una respuesta a los desafíos clásicos de muchas ciudades de Estados Unidos: Houston se está quedando sin agua de superficie y se calcula que su población tendrá un millón de personas más en diez años. La planta extraerá 400 millones de galones diarios del Lago Houston cuando esté terminada en 2024.
Los avances tecnológicos fueron haciendo posible la desalinización y Arabia Saudita ha construido la planta de conversión de agua de mar más grande del mundo en su capital, Riyad. La Planta desalinizadora Ras Al Khair (US$7.200 millones) produce 264 millones de galones de agua dulce al día para 3,5 millones de personas. La planta es alimentada con un recurso local en abundancia: gas natural.
En el condado de Orange, California, las aguas servidas y cloacales son capturadas, purificadas hasta el nivel potable y luego bombeadas nuevamente en los acuíferos bajo el Sistema de Reaprovisionamiento de Aguas Subterráneas que rellenan los pozos que atienden el área y crean una barrera para el agua salada que lentamente se está filtrando hacia esas aguas subterráneas. La planta genera 100 millones de galones diarios, suficientes para los 850.000 residentes.
Inversión prometedora
El agua es gratis, y Naciones Unidas ha declarado el acceso a agua limpia un derecho humano, pero potabilizar el agua y distribuirla a través de kilómetros y kilómetros de cañerías es un negocio; un negocio que crece y que ha atraído a muchas corporaciones multinacionales bien financiadas. Mientras las ciudades y sus municipios deben luchar con presupuestos escasos y altas tasas de interés, la privatización es una posibilidad seductora. Algunas de las operadoras de obras sanitarias más grandes del mundo están comprando el servicio en Estados Unidos, América latina y Asia. “El negocio de hacer agua limpia y segura, además, genera retornos positivos a los inversores”, dice Matt Diserio, a cargo de Water Asset Management, un fondo que invierte en activos hídricos.
Crisis en cámara lenta. En Estados Unidos, que usa 42.000 millones de galones de agua por día, el mayor problema es la infraestructura antigua. Un millón de millas de cañerías viejas con filtraciones llevan el agua al país perdiendo 18% del caudal o sea 6.000 millones de galones por día. La American Society of Civil Engineers le da al sistema de agua potable norteamericano una “D” como calificación en su reporte anual sobre el estado de la infraestructura nacional, y estima que se necesitarán US$ 1 billón (un millón de millones) en los próximos 25 años para asegurar que el país tenga agua aceptable.
¿Hay salida?
Tendremos que aprender a hacer más con mucha menos agua. La población mundial va a crecer de 7.000 millones en la actualidad a 10.000 millones en 2050 y la demanda de alimentos, agua potable y servicios sanitarios va a ser aplastante.
La respuesta tradicional ha sido grandes proyectos de infraestructura: represas, reservorios, enormes plantas purificadoras y cientos de miles de cañerías y canales. Una solución real va a requerir una combinación de soluciones, desde cambiar el lugar de cultivo de los alimentos hasta decidir dónde ubicar ciudades, cómo usar el agua y cuántas industrias que requieren uso intensivo de agua operar. Estos son cambios que van a crear una tremenda disrupción y brindar inmensas oportunidades.