En dramático gesto, casi al final de la instrucción, evidencias
aportadas por un testigo obligaron a congelar las actuaciones. En un proceso de
suyo espectacular (aunque los medios rioplatenses no le presten atención),
el juez Joseph Farnan ordenó a los abogados de ambas partes comparecer
ante Colin Seltz, magistrado especial a cargo de las probanzas preliminares en
el pleito entablado por Kirk Kerkorian -accionista e inversor- contra Daimler
Benz.
El multimillonario, dueño de casinos en Las Vegas, acusa a la firma de
haber engañado a los accionistas de la ex Chrysler. Según el litigante,
los alemanes disfrazaron como fusión una simple toma total de control.
La nueva audiencia, dispuesta horas antes de concluir la serie de testimonios
(había durado dos semanas), sigue a la presentación de sesenta
fojas -el lunes- por parte del ex director financiero de Chrysler, a abogados
de DC.
Los documentos súbitamente entregados por Gary Valade, que en breve
dejará el equipo de management establecido en Stuttgart, también
están en poder de la parte demandante. Así reveló William
McGuinness, de Tracinda Group, el holding de Kerkorian.
Valade tuvo papel decisivo en las negociaciones de 1997/8 y “sus papeles
podrían definir la suerte del caso, poniendo bajo otra luz testimonios
anteriores”, admite Terence Christensen, principal letrado de Kerkorian.
Algunos expertos legales no descartan, “in extremis”, que Seltz y
Farnan declaren en contumacia a DC y fallen en favor de Kerkorian.
Factor determinante sería una presentación tan tardía
de documentos esenciales para el juicio. Aun sin llegar a un veredicto de contumacia,
la situación de Jürgen Schrempp y otros ejecutivos de DaimlerChrysler
podría tornarse insostenible. Pese a que, días atrás, la
matriz alemana les hubiese ratificado la confianza.
Christensen dijo a la prensa que no recordaba un caso como el actual. Si termina
mal para DC, ésta deberá indemnizar en US$ 1.300 millones a Kerkorian.
Además, otros ex accionistas reclamarán porque- al disfrazar de
fusión una toma de control-, los alemanes evitaron, en beneficio propio,
que subiera la cotización bursátil de la firma adquirida (algo
normal en esos casos).
En dramático gesto, casi al final de la instrucción, evidencias
aportadas por un testigo obligaron a congelar las actuaciones. En un proceso de
suyo espectacular (aunque los medios rioplatenses no le presten atención),
el juez Joseph Farnan ordenó a los abogados de ambas partes comparecer
ante Colin Seltz, magistrado especial a cargo de las probanzas preliminares en
el pleito entablado por Kirk Kerkorian -accionista e inversor- contra Daimler
Benz.
El multimillonario, dueño de casinos en Las Vegas, acusa a la firma de
haber engañado a los accionistas de la ex Chrysler. Según el litigante,
los alemanes disfrazaron como fusión una simple toma total de control.
La nueva audiencia, dispuesta horas antes de concluir la serie de testimonios
(había durado dos semanas), sigue a la presentación de sesenta
fojas -el lunes- por parte del ex director financiero de Chrysler, a abogados
de DC.
Los documentos súbitamente entregados por Gary Valade, que en breve
dejará el equipo de management establecido en Stuttgart, también
están en poder de la parte demandante. Así reveló William
McGuinness, de Tracinda Group, el holding de Kerkorian.
Valade tuvo papel decisivo en las negociaciones de 1997/8 y “sus papeles
podrían definir la suerte del caso, poniendo bajo otra luz testimonios
anteriores”, admite Terence Christensen, principal letrado de Kerkorian.
Algunos expertos legales no descartan, “in extremis”, que Seltz y
Farnan declaren en contumacia a DC y fallen en favor de Kerkorian.
Factor determinante sería una presentación tan tardía
de documentos esenciales para el juicio. Aun sin llegar a un veredicto de contumacia,
la situación de Jürgen Schrempp y otros ejecutivos de DaimlerChrysler
podría tornarse insostenible. Pese a que, días atrás, la
matriz alemana les hubiese ratificado la confianza.
Christensen dijo a la prensa que no recordaba un caso como el actual. Si termina
mal para DC, ésta deberá indemnizar en US$ 1.300 millones a Kerkorian.
Además, otros ex accionistas reclamarán porque- al disfrazar de
fusión una toma de control-, los alemanes evitaron, en beneficio propio,
que subiera la cotización bursátil de la firma adquirida (algo
normal en esos casos).