domingo, 24 de noviembre de 2024

Chinos y surcoreanos les sacan ventas a supermercados

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Tras “ningunearlos” durante años, los expertos en comercio al detalle admiten que chinos y, en menor medida, surcoreanos han creado un nicho dinámico en el área metropolitana y otros centros urbanos. Los supermercados protestan, claro.

Usando un eufemismo tan en boga como incorrecto (los llaman “asiáticos”, como si ese continente se limitase a los bordes oriental y sudoriental), algunos analistas observan que los autoservicios representan ya 45% de la facturación minorista –almacén y rubros conexos- en Capital federal y Gran Buenos Aires. Ademán, tienen políticas de existencias y precios increíblemente flexibles.

Durante una reunión de supermercadistas, mayoristas y proveedores, la semana pasada, la consultora ACNielsen señaló que funcionan unos 1.870 locales “asiáticos”, o sea casi 33% de los 5.670 existentes. Los dos tercios restantes se dividen entre almacenes independientes (24%) y negocios pertenecientes a cadenas tipo Eki o Día (30%). Nadie advirtió, quizá, que –sin esas cadenas- los chinos representan 47% de la oferta al detalle.

La actitud de los supermercados propiamente dichos es ambigua. Por un lado, dicen no interesarse en ese canal. Por el otro, varios directivos del sector sostienen –“sotto voce”- que los asiáticos crecen de puro informales. “Tienen casi todas las marcas, pero ofrecen precios finales imposibles para quienes cumplen con la ley”.

El punto es muy difícil de probar, claro. Lo que sí es verificable es la virtual gleba impuesta al personal de los autoservicios, aun a los propios familiares de los dueños. Si bien los bajos salarios y ciertas presiones también existen en supermercados grandes, el precio también responde a una estrategia típica de los chinos, que los ejecutivos no parecen notar: segmentan productos, servicios, precios y hasta densidad de oferta según cada área. Actúan, pues, como “mini Wal-Marts”, irónicamente en un mercado donde el gigante minorista no logra hacer pie.

Por ejemplo, en el microcentro porteño al norte de Rivadavia llega a haber casi un local por manzana. Varios ofrecen comidas, asiáticas en general, y whiskies importados. En Villa Lugano o Mataderos, hay un local cada cinco/siete manzanas y su oferta de segundas o terceras marcas es mucho más nutrida que en otras zonas. El mismo paquete de fideos puede costar $ 0,95 a 1,09 en Esmeralda y Corrientes, pero baja a 0,65 a 0,85 en Barracas.

También influye la presencia de locales Día o Eki, Aquí aparece otro factor que las cadenas grandes omiten o no ven. Por un lado, Eki y Día se especializan en segundas o terceras marcas, igual que los “asiáticos” y tratan de emular sus precios. Por el otro, los chinos prefieren no estar muy cerca de esos locales o, si lo hacen, copian sus precios.

En lo tocante a volumen de ventas, los descensos últimamente difundidos en los medios se refieren a las grandes cadenas y los paseos de compras. No parecen abarcar cadenas de menor “jerarquía” controladas por las líderes (Eki, Día). Tampoco es nítida la posición de mercado buscada por el grupo francés Casino: sus cadenas Leader Price y Best Price combinan algunos precios acomodados –pocos- con valores que, a veces, superan a Disco o Norte.

En cuanto a Coto, desde hace tiempo ha abandonado su fuerte histórico: las carnes a precios atractivos. Un rasgo curioso, pero lógicamente acotado, es que Jumbo –generalmente caro- ofrezca bebidas, condimentos y alimentos “de lujo” a precios razonables. Pero nadie iguala a los chinos en segmentación de precios y “stocks” barrio a barrio. Los surcoreanos no han salido de áreas donde reside la colectividad. Ambas etnias tienen la misma obsesión: no hablar de temas comerciales (ni de otros).

Usando un eufemismo tan en boga como incorrecto (los llaman “asiáticos”, como si ese continente se limitase a los bordes oriental y sudoriental), algunos analistas observan que los autoservicios representan ya 45% de la facturación minorista –almacén y rubros conexos- en Capital federal y Gran Buenos Aires. Ademán, tienen políticas de existencias y precios increíblemente flexibles.

Durante una reunión de supermercadistas, mayoristas y proveedores, la semana pasada, la consultora ACNielsen señaló que funcionan unos 1.870 locales “asiáticos”, o sea casi 33% de los 5.670 existentes. Los dos tercios restantes se dividen entre almacenes independientes (24%) y negocios pertenecientes a cadenas tipo Eki o Día (30%). Nadie advirtió, quizá, que –sin esas cadenas- los chinos representan 47% de la oferta al detalle.

La actitud de los supermercados propiamente dichos es ambigua. Por un lado, dicen no interesarse en ese canal. Por el otro, varios directivos del sector sostienen –“sotto voce”- que los asiáticos crecen de puro informales. “Tienen casi todas las marcas, pero ofrecen precios finales imposibles para quienes cumplen con la ley”.

El punto es muy difícil de probar, claro. Lo que sí es verificable es la virtual gleba impuesta al personal de los autoservicios, aun a los propios familiares de los dueños. Si bien los bajos salarios y ciertas presiones también existen en supermercados grandes, el precio también responde a una estrategia típica de los chinos, que los ejecutivos no parecen notar: segmentan productos, servicios, precios y hasta densidad de oferta según cada área. Actúan, pues, como “mini Wal-Marts”, irónicamente en un mercado donde el gigante minorista no logra hacer pie.

Por ejemplo, en el microcentro porteño al norte de Rivadavia llega a haber casi un local por manzana. Varios ofrecen comidas, asiáticas en general, y whiskies importados. En Villa Lugano o Mataderos, hay un local cada cinco/siete manzanas y su oferta de segundas o terceras marcas es mucho más nutrida que en otras zonas. El mismo paquete de fideos puede costar $ 0,95 a 1,09 en Esmeralda y Corrientes, pero baja a 0,65 a 0,85 en Barracas.

También influye la presencia de locales Día o Eki, Aquí aparece otro factor que las cadenas grandes omiten o no ven. Por un lado, Eki y Día se especializan en segundas o terceras marcas, igual que los “asiáticos” y tratan de emular sus precios. Por el otro, los chinos prefieren no estar muy cerca de esos locales o, si lo hacen, copian sus precios.

En lo tocante a volumen de ventas, los descensos últimamente difundidos en los medios se refieren a las grandes cadenas y los paseos de compras. No parecen abarcar cadenas de menor “jerarquía” controladas por las líderes (Eki, Día). Tampoco es nítida la posición de mercado buscada por el grupo francés Casino: sus cadenas Leader Price y Best Price combinan algunos precios acomodados –pocos- con valores que, a veces, superan a Disco o Norte.

En cuanto a Coto, desde hace tiempo ha abandonado su fuerte histórico: las carnes a precios atractivos. Un rasgo curioso, pero lógicamente acotado, es que Jumbo –generalmente caro- ofrezca bebidas, condimentos y alimentos “de lujo” a precios razonables. Pero nadie iguala a los chinos en segmentación de precios y “stocks” barrio a barrio. Los surcoreanos no han salido de áreas donde reside la colectividad. Ambas etnias tienen la misma obsesión: no hablar de temas comerciales (ni de otros).

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