En una entrevista con el “Financial Times”, señaló que “la recuperación tomará de dieciocho a veinticuatro meses. Claro –se atajó-, muchos dirán que las cosas no marchan al ritmo apropiado. Pero me siento cómodo así y pienso quedarme largo tiempo”. En Wall Street, no lo ven tan fácil.
El mercado le ha objetado a Coca-Cola la parsimonia en diversificarse, como lo hace PepsiCo, más allá de las gaseosas tradicionales, productos ya muy maduros. Isdell insiste en que “hay margen para recrear nuestro negocio central, la prioridad número uno”. Pero no quiere hablar de ideas nuevas.
Por el contrario, restó relevancia al agua mineral y las bebidas energizantes. Sin embargo, reconoció haber perdido la ocasión de comprar Red Bull a fines de los 80, creyendo que el agua depararía escasas ganancias y las energizantes aportarían magro volumen de ventas. Lo ocurrido luego en ese mercado indica que estaba errado y explica su posterior retiro.
Sus respuestas y comentarios acentúan la impresión inicial entre accionistas e inversores: el irlandés, nombrado en junio, encarna el ala más conservadora del management. No quiere saber nada con cambios, innovaciones ni disenso interno. “Dicen que estuve 35 años en la firma y vuelvo con ideas viejas. OK, pero llegué adonde estoy con esas ideas”, espetó ante el FT.
No sin trepidaciones, admitió que la borrascosa sucesión en la cúpula y los despidos para bajar costos afectaron la moral y generaron escasez de ejecutivos aptos. Quizás eso explique la otra prioridad: “mejorar la estructura de precios e invertir más en mejor publicidad”.
En una entrevista con el “Financial Times”, señaló que “la recuperación tomará de dieciocho a veinticuatro meses. Claro –se atajó-, muchos dirán que las cosas no marchan al ritmo apropiado. Pero me siento cómodo así y pienso quedarme largo tiempo”. En Wall Street, no lo ven tan fácil.
El mercado le ha objetado a Coca-Cola la parsimonia en diversificarse, como lo hace PepsiCo, más allá de las gaseosas tradicionales, productos ya muy maduros. Isdell insiste en que “hay margen para recrear nuestro negocio central, la prioridad número uno”. Pero no quiere hablar de ideas nuevas.
Por el contrario, restó relevancia al agua mineral y las bebidas energizantes. Sin embargo, reconoció haber perdido la ocasión de comprar Red Bull a fines de los 80, creyendo que el agua depararía escasas ganancias y las energizantes aportarían magro volumen de ventas. Lo ocurrido luego en ese mercado indica que estaba errado y explica su posterior retiro.
Sus respuestas y comentarios acentúan la impresión inicial entre accionistas e inversores: el irlandés, nombrado en junio, encarna el ala más conservadora del management. No quiere saber nada con cambios, innovaciones ni disenso interno. “Dicen que estuve 35 años en la firma y vuelvo con ideas viejas. OK, pero llegué adonde estoy con esas ideas”, espetó ante el FT.
No sin trepidaciones, admitió que la borrascosa sucesión en la cúpula y los despidos para bajar costos afectaron la moral y generaron escasez de ejecutivos aptos. Quizás eso explique la otra prioridad: “mejorar la estructura de precios e invertir más en mejor publicidad”.