Para manejar la nueva reorganización, Carleton Fiorina (presidente ejecutiva de H-P, virtual ama y señora) puso de vicepresidente a Vyomesh Joshi, que proviene del área impresoras. Hace pocas semanas, la empresa jubilaba a Duane Zitzner, ex jefe del negocio PC y hombre poco afín al estilo Fiorina. Esta consolidación hacia dentro, en realidad, implica que la unidad imagen-impresión (la única verdaderamente rentable de la firma) absorba la de PC, donde la dura competencia de Dell Computer le deja utilidades muy marginales.
Según comunicado, la “nueva estructura irá recortando costos área por área. También aprovechará tecnologías de ambas divisiones buscando oportunidades en entretenimiento digital y otros nichos”. Dicho de otro modo, H-P continúa sin asimilar del todo ni ventajosamente a Compaq, comprada hace más de un año por la enormidad de US$18.700 millones.
Hay un dato llamativo: la fusión será sólo operativa. La compañía aclaró que seguirá presentando balances contables separados. Amén de la segunda reorganización importante en menos de 12 meses, el detalle de los estados financieros sugiere que, tarde o temprano, habrá una tercera reestructuración. En 2003, efectivamente, la alicaída unidad PC fue unida a la de servicios, que crecía más y era rentable.
Las explicaciones de Firona al personal, como siempre, no aclaran mucho ni admiten errores de conducción que los analistas especializados vienen detectando desde hace un tiempo. Por eso, fue preciso dictar las nuevas medidas, pues Wall Street apostaba por la separación de imagen-impresión. Habría sido un dilema para la CEO: si escindía la unidad más redituable, ¿se quedaría a cargo de la menos gananciosa, o sea PC, de donde sale ella misma?
Durante casi todo el año pasado, en verdad, los problemas del sector computadoras fueron deteriorando la cotización accionaria de H-P. Es más: en privado, la propia Fiorina confesó haber evaluado una escisión tres veces en 2004. “Combinó ambas unidades para no tentarse con la separación, ahora virtualmente imposible”, señalaban algunos analistas bursátiles.
Pero hay un riesgo para alguien tan autoritario como Fiorina: el ascenso de Joshi, un indio responsable de varias decisiones acertadas desde 2002, en materia de impresoras. “Joshi adquiere ahora mayor peso –opina la consultora Trust Company of the West-, pero deberá mejorar la divisón PC. Sea como fuere, se perfila como sucesor potencial de la debilitada Fiorina”. Otros expertos sospechan, por el contrario, que es una maniobra de la CEO para cortarle la carrera de triunfos.
Según lo ve otra consultora, Needham & Co., “Joshi ha mostrado ser excelente ejecutivo. Hoy Carleton se lo hace pagar, pues tiene dos dolores de cabeza en lugar de uno”. Si Fiorina se atiene a su estilo, se atribuirá los eventuales aciertos de Joshi, pero le endilgará cualquier error. Eso le pasó a Zitzner, bajo cuya conducción el área PC había vuelto a ser rentable en 2003. Pero, cuando los resultados no se sostuvieron, se lo pasó a retiro con la bonificación mínima.
Para manejar la nueva reorganización, Carleton Fiorina (presidente ejecutiva de H-P, virtual ama y señora) puso de vicepresidente a Vyomesh Joshi, que proviene del área impresoras. Hace pocas semanas, la empresa jubilaba a Duane Zitzner, ex jefe del negocio PC y hombre poco afín al estilo Fiorina. Esta consolidación hacia dentro, en realidad, implica que la unidad imagen-impresión (la única verdaderamente rentable de la firma) absorba la de PC, donde la dura competencia de Dell Computer le deja utilidades muy marginales.
Según comunicado, la “nueva estructura irá recortando costos área por área. También aprovechará tecnologías de ambas divisiones buscando oportunidades en entretenimiento digital y otros nichos”. Dicho de otro modo, H-P continúa sin asimilar del todo ni ventajosamente a Compaq, comprada hace más de un año por la enormidad de US$18.700 millones.
Hay un dato llamativo: la fusión será sólo operativa. La compañía aclaró que seguirá presentando balances contables separados. Amén de la segunda reorganización importante en menos de 12 meses, el detalle de los estados financieros sugiere que, tarde o temprano, habrá una tercera reestructuración. En 2003, efectivamente, la alicaída unidad PC fue unida a la de servicios, que crecía más y era rentable.
Las explicaciones de Firona al personal, como siempre, no aclaran mucho ni admiten errores de conducción que los analistas especializados vienen detectando desde hace un tiempo. Por eso, fue preciso dictar las nuevas medidas, pues Wall Street apostaba por la separación de imagen-impresión. Habría sido un dilema para la CEO: si escindía la unidad más redituable, ¿se quedaría a cargo de la menos gananciosa, o sea PC, de donde sale ella misma?
Durante casi todo el año pasado, en verdad, los problemas del sector computadoras fueron deteriorando la cotización accionaria de H-P. Es más: en privado, la propia Fiorina confesó haber evaluado una escisión tres veces en 2004. “Combinó ambas unidades para no tentarse con la separación, ahora virtualmente imposible”, señalaban algunos analistas bursátiles.
Pero hay un riesgo para alguien tan autoritario como Fiorina: el ascenso de Joshi, un indio responsable de varias decisiones acertadas desde 2002, en materia de impresoras. “Joshi adquiere ahora mayor peso –opina la consultora Trust Company of the West-, pero deberá mejorar la divisón PC. Sea como fuere, se perfila como sucesor potencial de la debilitada Fiorina”. Otros expertos sospechan, por el contrario, que es una maniobra de la CEO para cortarle la carrera de triunfos.
Según lo ve otra consultora, Needham & Co., “Joshi ha mostrado ser excelente ejecutivo. Hoy Carleton se lo hace pagar, pues tiene dos dolores de cabeza en lugar de uno”. Si Fiorina se atiene a su estilo, se atribuirá los eventuales aciertos de Joshi, pero le endilgará cualquier error. Eso le pasó a Zitzner, bajo cuya conducción el área PC había vuelto a ser rentable en 2003. Pero, cuando los resultados no se sostuvieron, se lo pasó a retiro con la bonificación mínima.