En aquel momento, una serie de fusiones y adquisiciones formó Diageo, extraño nombre –de origen castellano- para un grupo registrado en Gran Bretaña y todavía la mayor conglomerado mundial en bebidas alcohólicas. En esta oportunidad, Constellation esgrime un peculiar argumento: AD no mejoró el valor de las acciones en su poder y eso inclinó la balanza hacia PR.
Por otra parte, Diageo decidió jugar en favor de Pernod Ricard cuando, hace pocosa días, aceptó comprar la marca Bushmills (whiskey irlandés líder) en unos US$ 375 millones. Eso permitió que los reguladores de la Comisión Europea autorizasen al socio menor de PR, Fortune Brands (tenía Bushmills) a adquirir algunas marcas de Allied Domecq.
La fusión con AD doblará ventas internacionales de Pernod Ricard y “eso la acercará al líder absoluto, Diageo”, señalaba Patrice Ricard, presidente del conglomerado francés. No el primer pacto entre PR y Diageo. En 2001, se aliaron para tomar el negocio de bebidas de Seagram’s. Mejor dicho, del clan Brofman, que era también dueño de Universal Studios, luego vendido al grupo francés Vivendi, de accidentada historia.
En aquel momento, una serie de fusiones y adquisiciones formó Diageo, extraño nombre –de origen castellano- para un grupo registrado en Gran Bretaña y todavía la mayor conglomerado mundial en bebidas alcohólicas. En esta oportunidad, Constellation esgrime un peculiar argumento: AD no mejoró el valor de las acciones en su poder y eso inclinó la balanza hacia PR.
Por otra parte, Diageo decidió jugar en favor de Pernod Ricard cuando, hace pocosa días, aceptó comprar la marca Bushmills (whiskey irlandés líder) en unos US$ 375 millones. Eso permitió que los reguladores de la Comisión Europea autorizasen al socio menor de PR, Fortune Brands (tenía Bushmills) a adquirir algunas marcas de Allied Domecq.
La fusión con AD doblará ventas internacionales de Pernod Ricard y “eso la acercará al líder absoluto, Diageo”, señalaba Patrice Ricard, presidente del conglomerado francés. No el primer pacto entre PR y Diageo. En 2001, se aliaron para tomar el negocio de bebidas de Seagram’s. Mejor dicho, del clan Brofman, que era también dueño de Universal Studios, luego vendido al grupo francés Vivendi, de accidentada historia.