Harry Potter N° 6: casi siete millones de ejemplares vendidos en el primer día

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Hasta ahora bate todos los récords editoriales. En el primer día de venta, superó al quinto libro de la serie, que en su momento también batió récords. Su autora hace rato que se convirtió en millonaria y la casa editora ve maná caer del cielo.

Indudablemente, los libros de Harry Potter tienen ciertos poderes mágicos.
La sexta entrega de las aventuras del niño mago, “Harry Potter and
the Half-Blood Prince” (aún sin traducción oficial), superó
en ventas a la quinta, que a su vez se había convertido en récord.
Las cifras de venta en Estados Unidos del nuevo volumen: 6,9 millones de ejemplares
en las primeras 24 horas (también en nuestro país se agotaron las
estanterías de la versión en inglés).

La serie Harry Potter es un fenómeno editorial desde todo punto de vista.
En su conjunto, casi 270 millones de libros de han vendido en todo el mundo. Este
tipo de éxito es muy extraño para las casas editoras, que generalmente
luchan para conseguir ganancias decentes en un negocio que ofrece sólo
escaso crecimiento y márgenes de ganancias. J.K. Rowling, autora de la
serie de Harry Potter, merece ser reconocida por devolver a los niños el
gusto por la lectura en estos días de videojuegos y televisión.
Pero a pesar de su éxito y del de algún otro bestseller como el
código de Da Vinci de Dan Brown, el mercado mundial de libros creció
muy lentamente en los últimos años. Según la consultora PricewaterhouseCoopers,
las ventas mundiales en 2004 crecieron 1,5% con respecto al año anterior.
Para 2005 se proyecta una crecimiento levemente superior, de 3,1%, y eso de debe
en parte a la llegada del nuevo título de Harry Potter y a la ley de educación
de George Bush titulada “Ningún niño olvidado”.

Bloomsbury es un caso raro en un negocio donde muchas de las principales editoriales
optaron por sumarse a los grandes conglomerados globales de medios (Simon &
Schuster es parte de Viacom, HarperCollins, de News Corporation. La empresa fue
formada hace casi 20 años por un grupo de ejecutivos publicitarios que
veían que el negocio estaba cambiando pero aun así consideraban
que había lugar para una pequeña casa editora manejada según
estándares tradicionales. Pero todas las editoriales, grandes y pequeñas,
tienen que aceptar que el verdadero poder está en otra parte. La venta
minorista creció velozmente con las fusiones de los últimos años
(Barnes & Noble en Estados Unidos, Waterstones en Gran Bretaña, Amazon
y otras en internet. Y además, los supermercados venden los bestseller
a precios muy reducidos. El poder ha pasado a manos de los minoristas, cuya exigencia
permanente de descuentos reduce sin cesar las ganancias de las editoriales.

Paralelamente, los autores que más venden y sus voraces agentes exigen
anticipos cada vez más grandes por sus productos. Sumas éstas que
a veces se pagan varios años antes de la entrega de un libro. Otra rareza
adicional en este negocio que maltrata a las casas editoras es una política
de retornos que las obliga a absorber los libros no vendidos, aproximadamente
34% de las ediciones en Estados Unidos en 2003.

Esos son los peligros que empujó a muchas editoras a los brazos de los
gigantes de medios, con bolsillos muy profundos. El negocio editorial viene recortando
costos y empleos desde hace varios años y depende de un escaso número
de esporádicos éxitos. Los editores pierden dinero con la mayoría
de los libros que producen.
2004, por ejemplo, fue un año muy duro para Penguin (parte hoy del mega-grupo
británico de medios Pearson), lo cual motivó rumores de que la casa
editorial que inventara la edición de bolsillo (económica y de tapas
blandas) podría ponerse en venta. La venta de ediciones de bolsillo tuvo
una caída muy brusca en Estados Unidos y Penguin depende casi exclusivamente
de esa línea de negocios.

Bloomsbury, como las casas editoras más grandes, considera el dinero de
Harry Potter como un regalo que le permite financiar emprendimientos más
arriesgados. Sin embargo, el caso Potter también pone de manifiesto otro
inconveniente para las editoriales: A ellas no les toca nada del éxito
derivado de un producto que ellas se animaron a respaldar en el primer momento.
No retienen derechos sobre películas, TV o acuerdos de merchandising. Bloomsbury,
que aceptó publicar el cuento de Rowling después que hubiera sido
rechazado por varias editoriales, consiguió una respetable ganancias antes
de impuestos de £16 millones (US$ 29 millones) el año pasado. Pero
sólo puede aspirar a un solo tomo más de la historia del niño
mago (la autora ha prometido que la saga terminará con el próximo
libro). La señora Rowling amasó una fortuna de £500 millones
a pesar de haber vendido en 1998 los derechos de la historia a Warner Brothers
a un precio bastante barato. Para Bloomsbury, en cambio, las ganancias no se reproducen
tan fácilmente.

Indudablemente, los libros de Harry Potter tienen ciertos poderes mágicos.
La sexta entrega de las aventuras del niño mago, “Harry Potter and
the Half-Blood Prince” (aún sin traducción oficial), superó
en ventas a la quinta, que a su vez se había convertido en récord.
Las cifras de venta en Estados Unidos del nuevo volumen: 6,9 millones de ejemplares
en las primeras 24 horas (también en nuestro país se agotaron las
estanterías de la versión en inglés).

La serie Harry Potter es un fenómeno editorial desde todo punto de vista.
En su conjunto, casi 270 millones de libros de han vendido en todo el mundo. Este
tipo de éxito es muy extraño para las casas editoras, que generalmente
luchan para conseguir ganancias decentes en un negocio que ofrece sólo
escaso crecimiento y márgenes de ganancias. J.K. Rowling, autora de la
serie de Harry Potter, merece ser reconocida por devolver a los niños el
gusto por la lectura en estos días de videojuegos y televisión.
Pero a pesar de su éxito y del de algún otro bestseller como el
código de Da Vinci de Dan Brown, el mercado mundial de libros creció
muy lentamente en los últimos años. Según la consultora PricewaterhouseCoopers,
las ventas mundiales en 2004 crecieron 1,5% con respecto al año anterior.
Para 2005 se proyecta una crecimiento levemente superior, de 3,1%, y eso de debe
en parte a la llegada del nuevo título de Harry Potter y a la ley de educación
de George Bush titulada “Ningún niño olvidado”.

Bloomsbury es un caso raro en un negocio donde muchas de las principales editoriales
optaron por sumarse a los grandes conglomerados globales de medios (Simon &
Schuster es parte de Viacom, HarperCollins, de News Corporation. La empresa fue
formada hace casi 20 años por un grupo de ejecutivos publicitarios que
veían que el negocio estaba cambiando pero aun así consideraban
que había lugar para una pequeña casa editora manejada según
estándares tradicionales. Pero todas las editoriales, grandes y pequeñas,
tienen que aceptar que el verdadero poder está en otra parte. La venta
minorista creció velozmente con las fusiones de los últimos años
(Barnes & Noble en Estados Unidos, Waterstones en Gran Bretaña, Amazon
y otras en internet. Y además, los supermercados venden los bestseller
a precios muy reducidos. El poder ha pasado a manos de los minoristas, cuya exigencia
permanente de descuentos reduce sin cesar las ganancias de las editoriales.

Paralelamente, los autores que más venden y sus voraces agentes exigen
anticipos cada vez más grandes por sus productos. Sumas éstas que
a veces se pagan varios años antes de la entrega de un libro. Otra rareza
adicional en este negocio que maltrata a las casas editoras es una política
de retornos que las obliga a absorber los libros no vendidos, aproximadamente
34% de las ediciones en Estados Unidos en 2003.

Esos son los peligros que empujó a muchas editoras a los brazos de los
gigantes de medios, con bolsillos muy profundos. El negocio editorial viene recortando
costos y empleos desde hace varios años y depende de un escaso número
de esporádicos éxitos. Los editores pierden dinero con la mayoría
de los libros que producen.
2004, por ejemplo, fue un año muy duro para Penguin (parte hoy del mega-grupo
británico de medios Pearson), lo cual motivó rumores de que la casa
editorial que inventara la edición de bolsillo (económica y de tapas
blandas) podría ponerse en venta. La venta de ediciones de bolsillo tuvo
una caída muy brusca en Estados Unidos y Penguin depende casi exclusivamente
de esa línea de negocios.

Bloomsbury, como las casas editoras más grandes, considera el dinero de
Harry Potter como un regalo que le permite financiar emprendimientos más
arriesgados. Sin embargo, el caso Potter también pone de manifiesto otro
inconveniente para las editoriales: A ellas no les toca nada del éxito
derivado de un producto que ellas se animaron a respaldar en el primer momento.
No retienen derechos sobre películas, TV o acuerdos de merchandising. Bloomsbury,
que aceptó publicar el cuento de Rowling después que hubiera sido
rechazado por varias editoriales, consiguió una respetable ganancias antes
de impuestos de £16 millones (US$ 29 millones) el año pasado. Pero
sólo puede aspirar a un solo tomo más de la historia del niño
mago (la autora ha prometido que la saga terminará con el próximo
libro). La señora Rowling amasó una fortuna de £500 millones
a pesar de haber vendido en 1998 los derechos de la historia a Warner Brothers
a un precio bastante barato. Para Bloomsbury, en cambio, las ganancias no se reproducen
tan fácilmente.

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