Según el esquema preliminar, SABMiller tomaría GEB pagando en efectivo más un canje accionario. Los adquirentes emplearían US$ 3.500 millones de sus propios papeles para absorber las colombianas, en manos de una familia que controla 70% del paquete, y asumiríanb deudas por US$ 2.300 millones.
SABMiller es un conglomerado con sede en Gran Bretaña, pero ramas en Estados Unidos (Miller), Sudáfrica (Castle) y Chequia (Urquell, quizá la mejos “pilsner” del mundo). En realidad, SAB significa South African Breweries, pero -se sabe- Londres es una plaza muy cómoda para crear sociedades transnacionales.
Si no surgen inconvenientes, el clan colombiano Santo Domingo será el segundo accionista de SABMiller, con 17,5%. Altria Group (Philips Morris) continuaría primero, con 26%. Sea como fuere, la compradora tiene un móvil prioritario: penetrar en Sudamérica, donde sus rivales InBev y Heineken tienen presencia e inversiones de mucho peso. En cuanto a Bavaria, fundada en 1889 (extinta la argentina Bieckert, que databa de 1860, es la más antigua del subcontinente), tiene posiciones dominantes en Colombia, Perù, Ecuador y Panamàs. Vía las marcas Costeña, Águila, Cristal, Pilsener y Atlas. A diferencia de sus competidoras, no ha llegado a Brasil ni al cono sur.
SABMiller precisa compensar su lenta expansión en Europa occidental y América septentrional. En 2004, las ventas de Bavaria sumaban US$ 1.900 millones y habían aumentado 13,2% sobre 2003. No obstante, una eventual guerra con la brasileña InBev no será cosa fácil, pues este grupo coloca unos 70 millones de hectolitros anuales, contra apenas 30 millones de la colombiana. Para peor, InBev ha estado penetrando mercados de Bavaria.
Finalmente, existe un obstáculo de otro cariz: la base de Bavaria, Colombia, es un país inestable en varios sentidos, donde el gobierno central controla algunas zonas y el resto está en manos de guerrillas o paramilitares. “Existen mejores opciones para SABMiller y la oferta por Bavaria es un desliz estratégico”, señala Stuart Prince, analista sectorial de Panmure, Gordon & Co. (Londres). Por un lado –coinciden otros expertos-, la familia Santo Domingo tratará de seguir manejando la firma con criterios feudales. Por el otro, los restante accionistas no se sentirán cómodos. “Sería más inteligente (presume Prince) fijarse en Warsteiner, importante firma alemana asequible a bajo precio, por los errores de sus directivos latinoamericanos.
Según el esquema preliminar, SABMiller tomaría GEB pagando en efectivo más un canje accionario. Los adquirentes emplearían US$ 3.500 millones de sus propios papeles para absorber las colombianas, en manos de una familia que controla 70% del paquete, y asumiríanb deudas por US$ 2.300 millones.
SABMiller es un conglomerado con sede en Gran Bretaña, pero ramas en Estados Unidos (Miller), Sudáfrica (Castle) y Chequia (Urquell, quizá la mejos “pilsner” del mundo). En realidad, SAB significa South African Breweries, pero -se sabe- Londres es una plaza muy cómoda para crear sociedades transnacionales.
Si no surgen inconvenientes, el clan colombiano Santo Domingo será el segundo accionista de SABMiller, con 17,5%. Altria Group (Philips Morris) continuaría primero, con 26%. Sea como fuere, la compradora tiene un móvil prioritario: penetrar en Sudamérica, donde sus rivales InBev y Heineken tienen presencia e inversiones de mucho peso. En cuanto a Bavaria, fundada en 1889 (extinta la argentina Bieckert, que databa de 1860, es la más antigua del subcontinente), tiene posiciones dominantes en Colombia, Perù, Ecuador y Panamàs. Vía las marcas Costeña, Águila, Cristal, Pilsener y Atlas. A diferencia de sus competidoras, no ha llegado a Brasil ni al cono sur.
SABMiller precisa compensar su lenta expansión en Europa occidental y América septentrional. En 2004, las ventas de Bavaria sumaban US$ 1.900 millones y habían aumentado 13,2% sobre 2003. No obstante, una eventual guerra con la brasileña InBev no será cosa fácil, pues este grupo coloca unos 70 millones de hectolitros anuales, contra apenas 30 millones de la colombiana. Para peor, InBev ha estado penetrando mercados de Bavaria.
Finalmente, existe un obstáculo de otro cariz: la base de Bavaria, Colombia, es un país inestable en varios sentidos, donde el gobierno central controla algunas zonas y el resto está en manos de guerrillas o paramilitares. “Existen mejores opciones para SABMiller y la oferta por Bavaria es un desliz estratégico”, señala Stuart Prince, analista sectorial de Panmure, Gordon & Co. (Londres). Por un lado –coinciden otros expertos-, la familia Santo Domingo tratará de seguir manejando la firma con criterios feudales. Por el otro, los restante accionistas no se sentirán cómodos. “Sería más inteligente (presume Prince) fijarse en Warsteiner, importante firma alemana asequible a bajo precio, por los errores de sus directivos latinoamericanos.