El interesado –sólo por la división futuros: US$ 770 millones- es JC Flowers, una cartera de US$ 1.500/2.000 millones en activos, fundada por Joseph Christopher Flowers, ex socio de Goldman Sachs. Cabe señalar que la unidad en venta era la única de las tres de Refco que seguían funcionando al declararse la bancarrota y no ha sido incluida en ella. El lunes, una consultora asesoraba a la firma junto con Goldman Sachs y Crédit Suisse First Boston para timonear la venta y organizar el concurso de acreedores y damnificados.
Entretanto, una horda de funcionarios y asesores se apresuraba a deshacer operaciones en esa área y la de intermediación de valores. Por de pronto, muchas firmas de Wall Street habían dejado el jueves de hacer tratos con la empresa en crisis, dada la proximidad de la convocatoria. Era, claro, un escándalo en toda la línea, con un preso por añadidura.
Efectivamente, el negocio principal de la compañía entró en picada al saberse, el martes 11, que su ex director ejecutivo, Phillip Bennett, no había informado que una firma de su propiedad le debía US$ 430 millones a Refco y, además, confesó que sus balances no eran dignos de fe desde 2002. El ex directivo restituyó esa suma ofreciendo 34% de su parte en un paquete valuado en mil millones. Lo detuvieron el jueves, acusado de fraude con bonos públicos y privados.
Todo eso golpeó al mercado. Las acciones de Refco llegaron a caer tanto que, también ese fatídico jueves, la Bolsa de Nueva Yord suspendió su cotización. En ese momento, esos papeles habían bajado 30% en pocos días, pues sus tenedores esperaban (desde el viernes 7) el cese de pagos o la bancarrota.
Sin embargo, el negocio con futuros se mantenía relativamente intacto a través del descalabro. Cabe consignar que Refco era el mayor comisionista independiente en la plaza nortamericana a término: US$ 4.100 millones en más de 2000.000 cuentas individuales. La unidad estaba supervisada por la comisión de futuros en materias primas (CBOT: commodity futures trading commission) y la bolsa mercantil de Chicago, plaza famosa por escándalos que datan de los años 20.
Esa división debe discriminar entre sus fondos y los de clientes, por lo cual éstos quedan a cubierto… en tanto se cumpla con las exigencias mínimas de capital. No obstante, quienquiera compre la división futuros afrontará obligaciones legales. En particular porque ninguna de las firmass que avalan los bonos o han suscripto la oferta pública inicial de acciones puede tomar actuvos o hacerse cargo de operaciones pues, como garante, quedaría expuesta a demandas por no haber evitado el problema. En ese punto, Refco y sus garantes se enfrentarían entre sí.
Después de los anuncios del jueves, que trastornaron los negocios bursátiles de la compañía, ésta cerró la división de valores (Refco Securities). A raíz de ellos, tomó cartas la autoridad sectorial, o sea la Securities & Exchange Commission (SEC, comisión federal de valores). Pedir el amparo del título IX de la ley federal de quiebras era ya inevitable.
El interesado –sólo por la división futuros: US$ 770 millones- es JC Flowers, una cartera de US$ 1.500/2.000 millones en activos, fundada por Joseph Christopher Flowers, ex socio de Goldman Sachs. Cabe señalar que la unidad en venta era la única de las tres de Refco que seguían funcionando al declararse la bancarrota y no ha sido incluida en ella. El lunes, una consultora asesoraba a la firma junto con Goldman Sachs y Crédit Suisse First Boston para timonear la venta y organizar el concurso de acreedores y damnificados.
Entretanto, una horda de funcionarios y asesores se apresuraba a deshacer operaciones en esa área y la de intermediación de valores. Por de pronto, muchas firmas de Wall Street habían dejado el jueves de hacer tratos con la empresa en crisis, dada la proximidad de la convocatoria. Era, claro, un escándalo en toda la línea, con un preso por añadidura.
Efectivamente, el negocio principal de la compañía entró en picada al saberse, el martes 11, que su ex director ejecutivo, Phillip Bennett, no había informado que una firma de su propiedad le debía US$ 430 millones a Refco y, además, confesó que sus balances no eran dignos de fe desde 2002. El ex directivo restituyó esa suma ofreciendo 34% de su parte en un paquete valuado en mil millones. Lo detuvieron el jueves, acusado de fraude con bonos públicos y privados.
Todo eso golpeó al mercado. Las acciones de Refco llegaron a caer tanto que, también ese fatídico jueves, la Bolsa de Nueva Yord suspendió su cotización. En ese momento, esos papeles habían bajado 30% en pocos días, pues sus tenedores esperaban (desde el viernes 7) el cese de pagos o la bancarrota.
Sin embargo, el negocio con futuros se mantenía relativamente intacto a través del descalabro. Cabe consignar que Refco era el mayor comisionista independiente en la plaza nortamericana a término: US$ 4.100 millones en más de 2000.000 cuentas individuales. La unidad estaba supervisada por la comisión de futuros en materias primas (CBOT: commodity futures trading commission) y la bolsa mercantil de Chicago, plaza famosa por escándalos que datan de los años 20.
Esa división debe discriminar entre sus fondos y los de clientes, por lo cual éstos quedan a cubierto… en tanto se cumpla con las exigencias mínimas de capital. No obstante, quienquiera compre la división futuros afrontará obligaciones legales. En particular porque ninguna de las firmass que avalan los bonos o han suscripto la oferta pública inicial de acciones puede tomar actuvos o hacerse cargo de operaciones pues, como garante, quedaría expuesta a demandas por no haber evitado el problema. En ese punto, Refco y sus garantes se enfrentarían entre sí.
Después de los anuncios del jueves, que trastornaron los negocios bursátiles de la compañía, ésta cerró la división de valores (Refco Securities). A raíz de ellos, tomó cartas la autoridad sectorial, o sea la Securities & Exchange Commission (SEC, comisión federal de valores). Pedir el amparo del título IX de la ley federal de quiebras era ya inevitable.