Mientras recrudecían versiones sobre amparo en el título XI de la ley de quiebras, General Motors confirmó que algunos de sus directivos habían sido citados a comparecer ante la Securities & Exchange Commission (SEC o comisión federal de valores). Eso forma parte de un sumario administrativo referente a presuntas irregularidades contables y otros problemas.
De inmediato, desde Tokio, Hongkong y Singapur salieron nuevas versiones sobre la entrada en concurso de la mayor automotriz mundial. Un vocero de GM en Detroit salió a desmentir la especie. Mientras, la Casa Blanca pedía a la empresa explicaciones sobre ese asunto y lo de la SEC.
Por supuesto, en Wall Street caían bonos y acciones; en este caso, afectando marginalmente a Ford y DaimlerChrysler. Los papeles de renta fija con vencimiento en 2033 (GM) perdieron más de 2,5%. En un momento de la rueda, la acción retocedía 3,6%, tras haber abierto cediendo casi 4%.
Acosado por los medios, el vocero de GM admitió que “el desempeño financiero y económico de la firma es inaceptable. Pero no llevará a la bancarrota”. Sin embargo, esta inusitada declaración deja malparado al CEO Richard Wagoner y su equipo. En lo tocante a las citaciones, algunos analistas saben que Wagoner pidió una entrevista con John Snow, secretario de Hacienda, debido a las explicaciones solicitadas por el gobierno.
Todo esto puso los pelos de punta a los mercados. Máxime porque, desde hace meses, la deuda de GM está en la categoría chatarra, según Standard & Poor’s. En relación con eso, nadie entiende la lenidad de Moody’s, la otra calificadora líder.
Respecto de las cuentas, GM está tan cerca de la bancarrota como hace trece años. Este problema afecta, de paso, a los auditores externos, pertenecientes a uno de los cuatro mayores estudios contables del mundo.
Mientras recrudecían versiones sobre amparo en el título XI de la ley de quiebras, General Motors confirmó que algunos de sus directivos habían sido citados a comparecer ante la Securities & Exchange Commission (SEC o comisión federal de valores). Eso forma parte de un sumario administrativo referente a presuntas irregularidades contables y otros problemas.
De inmediato, desde Tokio, Hongkong y Singapur salieron nuevas versiones sobre la entrada en concurso de la mayor automotriz mundial. Un vocero de GM en Detroit salió a desmentir la especie. Mientras, la Casa Blanca pedía a la empresa explicaciones sobre ese asunto y lo de la SEC.
Por supuesto, en Wall Street caían bonos y acciones; en este caso, afectando marginalmente a Ford y DaimlerChrysler. Los papeles de renta fija con vencimiento en 2033 (GM) perdieron más de 2,5%. En un momento de la rueda, la acción retocedía 3,6%, tras haber abierto cediendo casi 4%.
Acosado por los medios, el vocero de GM admitió que “el desempeño financiero y económico de la firma es inaceptable. Pero no llevará a la bancarrota”. Sin embargo, esta inusitada declaración deja malparado al CEO Richard Wagoner y su equipo. En lo tocante a las citaciones, algunos analistas saben que Wagoner pidió una entrevista con John Snow, secretario de Hacienda, debido a las explicaciones solicitadas por el gobierno.
Todo esto puso los pelos de punta a los mercados. Máxime porque, desde hace meses, la deuda de GM está en la categoría chatarra, según Standard & Poor’s. En relación con eso, nadie entiende la lenidad de Moody’s, la otra calificadora líder.
Respecto de las cuentas, GM está tan cerca de la bancarrota como hace trece años. Este problema afecta, de paso, a los auditores externos, pertenecientes a uno de los cuatro mayores estudios contables del mundo.