El camino emprendido no le sería fácil de transitar al primer mandatario. El jueves 25, durante el tradicional Te Deum patrio, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio no abusó en los más mínimo de la añeja tendencia vaticana a soslayar la denuncia profética
El prelado censuró a la sociedad argentina por su falta de compromiso ante la crisis que castiga a los sectores más desamparados y la convocó a reconstruir el capital social, acortando la brecha entre los diversos sectores socio económicos.
Recalcó, además, que “las iniciativas comunitarias brindan una inmejorable salida frente al suicidio social que provoca toda filosofía y técnica que expulsa la mano de obra” , para indicar que “se necesita una nueva cultura del prójimo, donde el privilegio no sea un poder inexpugnable, donde la explotación y el abuso no sean más una manera habitual de sobrevivir”.
Conceptos severos que, Fernando de la Rúa compartió en líneas generales y que el vicepresidente, Carlos Alvarez , calificara como un buen diagnóstico y un mensaje esperanzador.
El gobierno no desconoce que el pontificado de Juan Pablo II ha anunciado desde hace tiempo su preferencia por los pobres y que la Iglesia argentina, poco dispuesta a cerrar los ojos ante la corrupción que impera en el país, acompañó la preocupación del Poder Ejecutivo ante el riesgo de una cadena de conflictos sociales, al interceder para hallar una solución en General Mosconi, pero no privó de apoyar moralmente las protestas de la CGT disidente que manifestará el próximo 31 contra el Fondo Monetario
Con serenidad el Presidente calificó a monseñor Bergoglio de hombre “sabio y santo”. Es que comprende que la Iglesia puede ser un aliado táctico, pero que, sin embargo, no están dadas las condiciones para considerarla un aliado estratégico. Las variables coyunturales son demasiado erráticas para pretenderlo.
El camino emprendido no le sería fácil de transitar al primer mandatario. El jueves 25, durante el tradicional Te Deum patrio, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio no abusó en los más mínimo de la añeja tendencia vaticana a soslayar la denuncia profética
El prelado censuró a la sociedad argentina por su falta de compromiso ante la crisis que castiga a los sectores más desamparados y la convocó a reconstruir el capital social, acortando la brecha entre los diversos sectores socio económicos.
Recalcó, además, que “las iniciativas comunitarias brindan una inmejorable salida frente al suicidio social que provoca toda filosofía y técnica que expulsa la mano de obra” , para indicar que “se necesita una nueva cultura del prójimo, donde el privilegio no sea un poder inexpugnable, donde la explotación y el abuso no sean más una manera habitual de sobrevivir”.
Conceptos severos que, Fernando de la Rúa compartió en líneas generales y que el vicepresidente, Carlos Alvarez , calificara como un buen diagnóstico y un mensaje esperanzador.
El gobierno no desconoce que el pontificado de Juan Pablo II ha anunciado desde hace tiempo su preferencia por los pobres y que la Iglesia argentina, poco dispuesta a cerrar los ojos ante la corrupción que impera en el país, acompañó la preocupación del Poder Ejecutivo ante el riesgo de una cadena de conflictos sociales, al interceder para hallar una solución en General Mosconi, pero no privó de apoyar moralmente las protestas de la CGT disidente que manifestará el próximo 31 contra el Fondo Monetario
Con serenidad el Presidente calificó a monseñor Bergoglio de hombre “sabio y santo”. Es que comprende que la Iglesia puede ser un aliado táctico, pero que, sin embargo, no están dadas las condiciones para considerarla un aliado estratégico. Las variables coyunturales son demasiado erráticas para pretenderlo.