La decisión del gobierno devuelve Desarrollo social a Kirchner. Se trata de segundo presupuesto, tras el de Planificación (que maneja de Vido). Sin duda, obras públicas y asistencia son puntales en cualquier campaña electoral y elementos comunes a justicialistas, radicales y el centroizquierda.
Los tres planes que ejecuta Desarrollo social alcanzan a unos cinco millones de pobres y carenciados, en parte exilados de la vieja clase media urbana. A ese grupo se agregan los beneficiarios de asistencia directa, sobre cuyos recursos casi no hay control en serio. Así quedó evidente en la anterior gestión de Alicia K. Ahora, su vuelta es una decisión ya no táctica, sino estratégica.
Por supuesto, la senadora nunca abandonó del todo el control de la cartera, vía un funcionario casi anónimo, Juan Carlos Nádalich. Es explicable: sólo el plan alimentario nacional involucra $ 1.000 millones por año y un universo de cuatro millones de personas.
Pero, a criterio de observadores independientes –algunos fuera del país-, tanta concentración de poder, facultades y recursos en el entorno presidencial podría ser contraproducente. Aun para las aspiraciones de los tres Kirchner (Néstor, Alicia, Cristina). En buena medida, porque tiene visos de nepotismo, un pecado mal visto en Estados Unidos y la Unión Europeo. En este caso, debido al escandaloso ejemplo de los mellizos Kaczynski en Polonia.
Por el momento, el gobierno argentino no llega a los extremos del polaco –ni de la “nomyenklatura” china-, en parte porque no existe todavía una oposición peligrosa. Tampoco las provincias ofrecen mejores ejemplos, como se ve en Misiones, Tucumán, Salta, San Luis, etc, con una diferencia: el interior afronta severos quebrantos fiscales, cuadro opuesto al federal. Pero, como se sabe, los vacíos políticos y sociales acaban siempre llenándose aunque, en esta ocasión, no suceda en 2007.
La decisión del gobierno devuelve Desarrollo social a Kirchner. Se trata de segundo presupuesto, tras el de Planificación (que maneja de Vido). Sin duda, obras públicas y asistencia son puntales en cualquier campaña electoral y elementos comunes a justicialistas, radicales y el centroizquierda.
Los tres planes que ejecuta Desarrollo social alcanzan a unos cinco millones de pobres y carenciados, en parte exilados de la vieja clase media urbana. A ese grupo se agregan los beneficiarios de asistencia directa, sobre cuyos recursos casi no hay control en serio. Así quedó evidente en la anterior gestión de Alicia K. Ahora, su vuelta es una decisión ya no táctica, sino estratégica.
Por supuesto, la senadora nunca abandonó del todo el control de la cartera, vía un funcionario casi anónimo, Juan Carlos Nádalich. Es explicable: sólo el plan alimentario nacional involucra $ 1.000 millones por año y un universo de cuatro millones de personas.
Pero, a criterio de observadores independientes –algunos fuera del país-, tanta concentración de poder, facultades y recursos en el entorno presidencial podría ser contraproducente. Aun para las aspiraciones de los tres Kirchner (Néstor, Alicia, Cristina). En buena medida, porque tiene visos de nepotismo, un pecado mal visto en Estados Unidos y la Unión Europeo. En este caso, debido al escandaloso ejemplo de los mellizos Kaczynski en Polonia.
Por el momento, el gobierno argentino no llega a los extremos del polaco –ni de la “nomyenklatura” china-, en parte porque no existe todavía una oposición peligrosa. Tampoco las provincias ofrecen mejores ejemplos, como se ve en Misiones, Tucumán, Salta, San Luis, etc, con una diferencia: el interior afronta severos quebrantos fiscales, cuadro opuesto al federal. Pero, como se sabe, los vacíos políticos y sociales acaban siempre llenándose aunque, en esta ocasión, no suceda en 2007.
