Irak: un nuevo plan con demasiados agujeros

Enviar 21.500 efectivos adicionales es visto como “apuesta insegura” por analistas europeos. Eso porque el “plan B” debe cubrir dos frentes: la bien organizada milicia majdí (shiita) y los irregulares sunníes, que hacen de Saddam un mártir.

12 enero, 2007

Hasta ahora, la guerra convencional parecía separada de la civil. En adelante, merced al entorno ultraconservador rearmado en la Casa Blanca, ambas confluyen. En esencia, porque las tropas norteamericanas intervendrán en el conflicto interno en favor de los sunníes (que no quieren a Washington) y contra los shiitas, que muestran aún más hostilidad.

En general, Estados Unidos ha intentado limpiar Bagdad, en una ofensiva que lleva ya siete meses sin grandes resultados. A medida como aumentan las víctimas fatales y el éxodo de civiles hacia el exterior, los sunníes toman otra zona cuando los norteamericanos los desalojan de una. Por su parte, la milicia majdì de Moqtadá as-Sadr (representa a la mayoría de la población iraquí) maneja la guerra civil fuera de la capital gracias a su organización y armamento, por lo cual los británicos han abandonado virtualmente el combate, aun en Basora.

El cuartel central majdí está en un enclave de dos millones de habitantes, una capital paralela. Si el comando estadounidense resolviese atacar ahí, podría involucrarse en interminables escaramuzas callejeras, casa por casa, para lo cual las tropas regulares no están preparadas. Además, as-Sadr es un factor de peso en la volátil coalición del primer ministro Nurí al-Malikí, cuyo respaldo en Washington, Londres y Bruselas dista de ser total.

Los optimistas estiman que aún queda todo este año para solucionar la crisis política, la guerra civil y la situación militar. Pero la tercera depende demasiado de las dos primeras y del clima en EE.UU., donde la opinión pública se ha vuelto contra George W.Bush, Richard Cheney y sus funcionarios ultraconservadores. En síntesis, no habrá estrategia política sin mejorar las condiciones de seguridad.

En este momento, las bajas norteamericanas pasan de 3.000 y los heridos suman 22.700. A su vez, hay 55.000 iraquíes muertos (12.000 sólo en 2006). Las tropas de EE.UU. orillan 136.000 sin contar los 21.500 a remitir ni los 3.000 enviados semanas atrás a Kuweit (Irán los ve como amenaza directa).

El incremento de efectivos costará US$ 6.800 millones y puede que el congreso lo resista, máxime porque –para este año. Los gastos bélicos adicionales ascienden ya a unos 100.000 millones. Día a día, unos tres mil iraquíes huyen a Jordania, Siria, Kuweit y Saudiarabia, lo cual significa ya un éxodo de dos millones desde marzo de 2003. Queda una opción: seguir así hasta que expire el mandato de Bush. Pero 24 meses es una eternidad y, entretanto, todo Levante puede entrar en conflicto.

Hasta ahora, la guerra convencional parecía separada de la civil. En adelante, merced al entorno ultraconservador rearmado en la Casa Blanca, ambas confluyen. En esencia, porque las tropas norteamericanas intervendrán en el conflicto interno en favor de los sunníes (que no quieren a Washington) y contra los shiitas, que muestran aún más hostilidad.

En general, Estados Unidos ha intentado limpiar Bagdad, en una ofensiva que lleva ya siete meses sin grandes resultados. A medida como aumentan las víctimas fatales y el éxodo de civiles hacia el exterior, los sunníes toman otra zona cuando los norteamericanos los desalojan de una. Por su parte, la milicia majdì de Moqtadá as-Sadr (representa a la mayoría de la población iraquí) maneja la guerra civil fuera de la capital gracias a su organización y armamento, por lo cual los británicos han abandonado virtualmente el combate, aun en Basora.

El cuartel central majdí está en un enclave de dos millones de habitantes, una capital paralela. Si el comando estadounidense resolviese atacar ahí, podría involucrarse en interminables escaramuzas callejeras, casa por casa, para lo cual las tropas regulares no están preparadas. Además, as-Sadr es un factor de peso en la volátil coalición del primer ministro Nurí al-Malikí, cuyo respaldo en Washington, Londres y Bruselas dista de ser total.

Los optimistas estiman que aún queda todo este año para solucionar la crisis política, la guerra civil y la situación militar. Pero la tercera depende demasiado de las dos primeras y del clima en EE.UU., donde la opinión pública se ha vuelto contra George W.Bush, Richard Cheney y sus funcionarios ultraconservadores. En síntesis, no habrá estrategia política sin mejorar las condiciones de seguridad.

En este momento, las bajas norteamericanas pasan de 3.000 y los heridos suman 22.700. A su vez, hay 55.000 iraquíes muertos (12.000 sólo en 2006). Las tropas de EE.UU. orillan 136.000 sin contar los 21.500 a remitir ni los 3.000 enviados semanas atrás a Kuweit (Irán los ve como amenaza directa).

El incremento de efectivos costará US$ 6.800 millones y puede que el congreso lo resista, máxime porque –para este año. Los gastos bélicos adicionales ascienden ya a unos 100.000 millones. Día a día, unos tres mil iraquíes huyen a Jordania, Siria, Kuweit y Saudiarabia, lo cual significa ya un éxodo de dos millones desde marzo de 2003. Queda una opción: seguir así hasta que expire el mandato de Bush. Pero 24 meses es una eternidad y, entretanto, todo Levante puede entrar en conflicto.

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