La advertencia pública que había lanzado al gobierno el líder de la CGT, Hugo Moyano, cuando intentaba infructuosamente incorporar a las listas oficialistas a dirigentes de extracción gremial, fue que había muchas demandas contenidas que podrían salir a la luz y acaba de aflorar una: el SMATA exigió a las fábricas de autos que paguen a los trabajadores unos 3.000 pesos extras antes de fin de año para compensar la inflación.
La modalidad elegida de canalizar el ajuste “por única vez”, o sea, no remunerativo (y por lo tanto, eximido de aporte previsional) se inspiró en realidad en una fórmula utilizada por los colegios privados para recibir aumentos sin que figuren en la planilla del IPC del INdEC, bajo la forma de un plus.
El secretario de Comercio, Guillermo Moreno, apeló también a esas franquicias contables para que los incrementos en la cadena del pan no lleguen al insumo que se elabora en la panadería, y hasta instó a canalizar por fuera de las facturas el excedente de la pauta oficial.
Ahora, el sindicato de mecánicos parece haber recibido una señal de avance desde la CGT para marchar al frente de un pedido que, de prosperar, se extenderá por el resto de los gremios: una bonificación de fin de año (como un aguinaldo suplementario) por un monto equivalente a 200 horas de trabajo.
Los delegados en las plantas terminales aseguran que los aumentos convenidos en las paritarias quedaron desactualizados frente al avance de la inflación, pese a la desmentida del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, de que exista.
La demanda tomó por sorpresa a la parte empresarial, que al sacar cuentas para ver de cuánto se trata el requerimiento gremial advirtieron que se trataría de unos 3.000 pesos, que bajarían a 2.000 aplicando promedios.
Apenas normalizadas las tareas en las plantas luego del plan de racionamiento energético que soportaron en invierno, la representante patronal tomó contacto con los sindicalistas para evitar que se genere un conflicto que afecte de nuevo la producción.
Según trascendió, pidieron a la parte obrera pasar el planteo para el año que viene, lo cual es muy difícil que sea aceptado de buenas a primeras.
El secretario general de los mecánicos, José Rodríguez, uno de los más fuertes aliados a la gestión de Hugo Moyano al frente de la CGT, justifica el reclamo, además, en el boom de la producción y ventas registrado por la industria automotriz en lo que va de 2007.
Pero el gremio ya venía embarcado en lograr que la última parte del aumento pactado en las paritarias, que había pasado para el año que viene, sea liquidado a fin del mes que viene, debido al avance del costo de vida con posterioridad a las negociaciones salariales.
Aumento escalonado
En aquella oportunidad, se había acordado un aumento escalonado del 40 %, que ya se había efectivizado casi en su totalidad ya que sólo resta un 6 % que debía cancelarse desde febrero de 2008. Con el mismo argumento de que los salarios perdieron terreno ante la suba de algunos productos, ahora presionan para que se los entreguen antes de las fiestas de fin de año.
En un programa radial, el jefe de Gabinete negó que haya inflación en la Argentina “porque no hay un alza generalizada de precios”. Y alertó sobre la existencia de un “factor expectativa” en las alzas de precios alentadas en que se hable de una inflación paralela.
El propio Moyano trasmitió públicamente su desconfianza hacia los indicadores oficiales, aunque selló una especie de tregua al ser recibido por el presidente Néstor Kirchner y hacerse fotografiar con él.
Pero la asistencia del primer mandatario a un evento mercantil, en el que estuvo con Armando Cavalieri, amoscó al secretario general de la CGT y liberó una de las demandas contenidas, la de SMATA.
“Los trabajadores necesitan el aumento ahora, no pueden esperar porque los precios siguen aumentando”, justificó un referente del sindicato.
La avanzada del gremio de los mecánicos parece que será la carta de negociación que se cocina dentro de la CGT para avanzar en la concertación impulsada por Kirchner y que Cristina Fernández buscará consolidar, en caso de resultar electa presidenta.
La posición esbozada por el sindicalismo organizado con antelación al pacto social en ciernes confirma que la impresión de que se oculta inflación va más allá de los actores financieros, a los que el gobierno acusa de promover esa sensación para beneficiarse con el ajuste en los bonos estatales.
Tampoco Fernández aceptó que en la Argentina haya controles de precios, sino que se trata de acuerdos de precios con grandes comercializadoras y grandes fábricas.
Finalmente, destacó que “los consultores privados” determinaron una “evolución de precios” similar a la que registran los informes oficiales del INdEC “en los últimos 12 meses”, tras lo cual reconoció que en las últimas mediciones, el alza de la inflación tuvo a “las verduras como un componente formidable”.
La advertencia pública que había lanzado al gobierno el líder de la CGT, Hugo Moyano, cuando intentaba infructuosamente incorporar a las listas oficialistas a dirigentes de extracción gremial, fue que había muchas demandas contenidas que podrían salir a la luz y acaba de aflorar una: el SMATA exigió a las fábricas de autos que paguen a los trabajadores unos 3.000 pesos extras antes de fin de año para compensar la inflación.
La modalidad elegida de canalizar el ajuste “por única vez”, o sea, no remunerativo (y por lo tanto, eximido de aporte previsional) se inspiró en realidad en una fórmula utilizada por los colegios privados para recibir aumentos sin que figuren en la planilla del IPC del INdEC, bajo la forma de un plus.
El secretario de Comercio, Guillermo Moreno, apeló también a esas franquicias contables para que los incrementos en la cadena del pan no lleguen al insumo que se elabora en la panadería, y hasta instó a canalizar por fuera de las facturas el excedente de la pauta oficial.
Ahora, el sindicato de mecánicos parece haber recibido una señal de avance desde la CGT para marchar al frente de un pedido que, de prosperar, se extenderá por el resto de los gremios: una bonificación de fin de año (como un aguinaldo suplementario) por un monto equivalente a 200 horas de trabajo.
Los delegados en las plantas terminales aseguran que los aumentos convenidos en las paritarias quedaron desactualizados frente al avance de la inflación, pese a la desmentida del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, de que exista.
La demanda tomó por sorpresa a la parte empresarial, que al sacar cuentas para ver de cuánto se trata el requerimiento gremial advirtieron que se trataría de unos 3.000 pesos, que bajarían a 2.000 aplicando promedios.
Apenas normalizadas las tareas en las plantas luego del plan de racionamiento energético que soportaron en invierno, la representante patronal tomó contacto con los sindicalistas para evitar que se genere un conflicto que afecte de nuevo la producción.
Según trascendió, pidieron a la parte obrera pasar el planteo para el año que viene, lo cual es muy difícil que sea aceptado de buenas a primeras.
El secretario general de los mecánicos, José Rodríguez, uno de los más fuertes aliados a la gestión de Hugo Moyano al frente de la CGT, justifica el reclamo, además, en el boom de la producción y ventas registrado por la industria automotriz en lo que va de 2007.
Pero el gremio ya venía embarcado en lograr que la última parte del aumento pactado en las paritarias, que había pasado para el año que viene, sea liquidado a fin del mes que viene, debido al avance del costo de vida con posterioridad a las negociaciones salariales.
Aumento escalonado
En aquella oportunidad, se había acordado un aumento escalonado del 40 %, que ya se había efectivizado casi en su totalidad ya que sólo resta un 6 % que debía cancelarse desde febrero de 2008. Con el mismo argumento de que los salarios perdieron terreno ante la suba de algunos productos, ahora presionan para que se los entreguen antes de las fiestas de fin de año.
En un programa radial, el jefe de Gabinete negó que haya inflación en la Argentina “porque no hay un alza generalizada de precios”. Y alertó sobre la existencia de un “factor expectativa” en las alzas de precios alentadas en que se hable de una inflación paralela.
El propio Moyano trasmitió públicamente su desconfianza hacia los indicadores oficiales, aunque selló una especie de tregua al ser recibido por el presidente Néstor Kirchner y hacerse fotografiar con él.
Pero la asistencia del primer mandatario a un evento mercantil, en el que estuvo con Armando Cavalieri, amoscó al secretario general de la CGT y liberó una de las demandas contenidas, la de SMATA.
“Los trabajadores necesitan el aumento ahora, no pueden esperar porque los precios siguen aumentando”, justificó un referente del sindicato.
La avanzada del gremio de los mecánicos parece que será la carta de negociación que se cocina dentro de la CGT para avanzar en la concertación impulsada por Kirchner y que Cristina Fernández buscará consolidar, en caso de resultar electa presidenta.
La posición esbozada por el sindicalismo organizado con antelación al pacto social en ciernes confirma que la impresión de que se oculta inflación va más allá de los actores financieros, a los que el gobierno acusa de promover esa sensación para beneficiarse con el ajuste en los bonos estatales.
Tampoco Fernández aceptó que en la Argentina haya controles de precios, sino que se trata de acuerdos de precios con grandes comercializadoras y grandes fábricas.
Finalmente, destacó que “los consultores privados” determinaron una “evolución de precios” similar a la que registran los informes oficiales del INdEC “en los últimos 12 meses”, tras lo cual reconoció que en las últimas mediciones, el alza de la inflación tuvo a “las verduras como un componente formidable”.