domingo, 24 de noviembre de 2024

Persiste el clima pesimista en la economía estadounidense

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El suspiro de alivio político en Washington, tras la victoria, no se ha transmitido a la economía real del país. Analistas y empresarios tienen una “sensación térmica” baja y los esporádicos repuntes bursátiles no llegan a modificar expectativas.

Por cierto, la industria y las ventas minoristas aflojaron en marzo y la primera quincena de abril, reveló ayer el Sistema de la Reserva Federal. Entretanto, Wall Street daba por seguro que, si los médicos lo permiten, Alan Greenspan aceptará otro mandato.

La entidad emisora difundió el “libro beige”, una revisión periódica de la economía real, dividida en las doce regiones que cubren las RF locales. “La marcha de la economía continúa falta de estímulos y todavía no se sabe si el final de la guerra tendrá los efectos reactivantes esperados”, señala el estudio. “El gasto de los consumidores se mantiene estancado junto con la generación de empleo”, añade el SRF.

Como ha ocurrido tantas veces, operadores y especuladores en Wall Street –ayudados por medios que responden al mercado- esgrimían resultados industriales algo más positivos en dos de las doce áreas (Cleveland, Kansas City) y más demanda de trabajadores temporarios en otras dos (Atlanta, Nueva York) para pintar un panorama optimista. Pero, entretanto, los índices bursátiles perdían el impulso notado esta semana.

Ocurre que el trasfondo del problema remite a la Casa Blanca y un deber pendiente: impedir que el triunfo militar se diluya en un clima de estancamiento. Justamente ese fenómeno le arrebató la reelección a George W. H. Bush (1992), después de haber ganado la primera guerra iraquí. Al respecto, Larry Meyer –ex SRF, hoy en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales- admite que las “perspectivas benignas” imaginadas meses atrás van esfumándose, precisamente por un triunfo demasiado rápido y una posguerra “prematura”. Ahora, además, los millones de shiitas que inundaron Kerbela enrarecen el clima político también en Estados Unidos.

Por cierto, la industria y las ventas minoristas aflojaron en marzo y la primera quincena de abril, reveló ayer el Sistema de la Reserva Federal. Entretanto, Wall Street daba por seguro que, si los médicos lo permiten, Alan Greenspan aceptará otro mandato.

La entidad emisora difundió el “libro beige”, una revisión periódica de la economía real, dividida en las doce regiones que cubren las RF locales. “La marcha de la economía continúa falta de estímulos y todavía no se sabe si el final de la guerra tendrá los efectos reactivantes esperados”, señala el estudio. “El gasto de los consumidores se mantiene estancado junto con la generación de empleo”, añade el SRF.

Como ha ocurrido tantas veces, operadores y especuladores en Wall Street –ayudados por medios que responden al mercado- esgrimían resultados industriales algo más positivos en dos de las doce áreas (Cleveland, Kansas City) y más demanda de trabajadores temporarios en otras dos (Atlanta, Nueva York) para pintar un panorama optimista. Pero, entretanto, los índices bursátiles perdían el impulso notado esta semana.

Ocurre que el trasfondo del problema remite a la Casa Blanca y un deber pendiente: impedir que el triunfo militar se diluya en un clima de estancamiento. Justamente ese fenómeno le arrebató la reelección a George W. H. Bush (1992), después de haber ganado la primera guerra iraquí. Al respecto, Larry Meyer –ex SRF, hoy en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales- admite que las “perspectivas benignas” imaginadas meses atrás van esfumándose, precisamente por un triunfo demasiado rápido y una posguerra “prematura”. Ahora, además, los millones de shiitas que inundaron Kerbela enrarecen el clima político también en Estados Unidos.

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