El miércoles, Yukos mismos anunciaba que podría seguir operando más allá de la semana próxima, porque el gobierno le descongelaría fondos retenidos en cuentas por orden de la justicia. Esto se debía a demanda del gobierno por US$ 3.400 millones en impuestos caídos. La novedad hizo ceder el crudo tejano (WTO) de US$ 44,15 a 42,83 el barril.
Ayer jueves, por el contrario, recrudecieron versiones negativas: Moscú no liberaría efectivo para Yukos y ésta no podría seguir extrayendo ni exportando más allá del viernes 13. En Nueva York, el WTO pegó un salto y registra otro máximos desde que opera esa plaza (1983), con US$ 44,40 el barril con entrega en septiembre. En Londres, el Brent nórdico tocaba US$ 40,74, pico desde 1990.
Esa cotización y proyecciones de hasta US$ 48,50 para mediados de mes castigaban a Wall Street. Al mismo tiempo, el pálido desempeño de las ventas minoristas en julio y las pobres perspectiva de agosto acentuaron el retroceso de los indicadores, en particular tras descender las acciones de Wal-Mart.
Por otra parte, la bolsa operaba lo menos posible, aguardando las estadísticas oficiales de empleo, que difunde el viernes el departamento federal de Trabajo. Aun así, los principales paneles perdían 1,09% (Dow Jones Industrial), 1,14% (Standard&Poor’s 500) y 1,35% (Nasdaq compuesto).
Luego del nuevo pico marcado por los crudos, se multiplican temores de que la clave del sector, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, continúe imposibilitada de contribuir a morigerar precios este año y el próximo. El cartel (33% de la oferta mundial de hidrocarburos) no puede manejar el mercado debido al estrecho margen de capacidad extra disponible. En síntesis, le será muy difícil superar los actuales 29.700.000 barriles diarios.
Varias fuentes estiman que el colchón de reserva representa apenas 1% de la demanda mundial, nivel muy inferior al 4% que los técnicos de la OPEP y las grandes compañías definen como mínimo indispensable para regular precios.
El miércoles, Yukos mismos anunciaba que podría seguir operando más allá de la semana próxima, porque el gobierno le descongelaría fondos retenidos en cuentas por orden de la justicia. Esto se debía a demanda del gobierno por US$ 3.400 millones en impuestos caídos. La novedad hizo ceder el crudo tejano (WTO) de US$ 44,15 a 42,83 el barril.
Ayer jueves, por el contrario, recrudecieron versiones negativas: Moscú no liberaría efectivo para Yukos y ésta no podría seguir extrayendo ni exportando más allá del viernes 13. En Nueva York, el WTO pegó un salto y registra otro máximos desde que opera esa plaza (1983), con US$ 44,40 el barril con entrega en septiembre. En Londres, el Brent nórdico tocaba US$ 40,74, pico desde 1990.
Esa cotización y proyecciones de hasta US$ 48,50 para mediados de mes castigaban a Wall Street. Al mismo tiempo, el pálido desempeño de las ventas minoristas en julio y las pobres perspectiva de agosto acentuaron el retroceso de los indicadores, en particular tras descender las acciones de Wal-Mart.
Por otra parte, la bolsa operaba lo menos posible, aguardando las estadísticas oficiales de empleo, que difunde el viernes el departamento federal de Trabajo. Aun así, los principales paneles perdían 1,09% (Dow Jones Industrial), 1,14% (Standard&Poor’s 500) y 1,35% (Nasdaq compuesto).
Luego del nuevo pico marcado por los crudos, se multiplican temores de que la clave del sector, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, continúe imposibilitada de contribuir a morigerar precios este año y el próximo. El cartel (33% de la oferta mundial de hidrocarburos) no puede manejar el mercado debido al estrecho margen de capacidad extra disponible. En síntesis, le será muy difícil superar los actuales 29.700.000 barriles diarios.
Varias fuentes estiman que el colchón de reserva representa apenas 1% de la demanda mundial, nivel muy inferior al 4% que los técnicos de la OPEP y las grandes compañías definen como mínimo indispensable para regular precios.