Este grupo había subido 22,5% en dólares durante el año pasado y, hasta fines de febrero último, acumulaba 8,6% en iguales términos. Pero, al cabo del primer trimeste, el avance se había achicado a 1,2%.
Entretanto, de principios de febrero a esta semana, el rinde para letras de Tesorería a diez años (o sea, la tasa larga estadounidense) pasó de 4,39 a 4,475%, con picos de 4,51%. Bastante más caliente, el crudo tejano intermedio avanzó 28% en igual lapso y, el lunes 4, marcaba un récord nominal absoluto de US$ 58,18 el barril en el arbitraje verpertino, Nueva York. El repliegue posterior no modificaba las cosas.
Por ende, los inversores norteamericanos colocados en mercados emergentes han sido perjudicados por la declinación de esas plazas y el rebote del dólar. Sobre todo en las recientes seis semanas. Sólo en marzo, el dólar se recobró contra diecieséis de las veintiséis monedas representadas en el índice Morgan Stanley Capital Internacional para mercados en desarrollo. Inclusive hubo dos casos extremos, el rand sudafricano (+7,4%) y el peso oro (zloty) polaco (+6,8%).
Este alza de la divisa referencia reduce el valor de las inversiones en otras monedas -fuera de EE.UU.- al repatriárselas. Entretanto, se deterioran hasta 50% las ganancias generales de los norteamericanos en esas plazas. En monedas localesm el índice MSCI para emergentes subió 2,4% en marzo, comparado con +1,2% en dólares. Los grande perdedores se registraron en África y Europa centroriental, que habían apostado fuerte por un dólar débil.
Obviamente, el declive de rendimientos emergentes va generando un efecto “puerta 12” entre inversores y especuladores. En las últimas tres semanas, por ejemplo, sólo los fondos mutuales sacaron de esos mercados unos US$ 700 millones, el mayor drenaje desde mayo pasado.
Surge ahí un inquietante paralelo. Entre el 12 de abril y el 19 de mayo de 2004, el MSCI cayó 20,4% y esos fondos sacaron del circuito emergente US$ 1.930 millones. Después, ese indicador fue recobrando terreno, pero le tomó hasta el 12 de noviembre compensa todo lo perdido. ¿Pasará lo mismo este año? Este interrogante sigue en pie, pese a curiosas declaraciones formuladas el martes por Alan Greenspan. Según el presidente saliente del Sistema de Reserva Federal, los propios mercados se encargarán de promover la producción y frenar el alza de hidrocarburos. Ni siquiera Robert Lucas creería en esta clase de “expectativas racionales”.
Este grupo había subido 22,5% en dólares durante el año pasado y, hasta fines de febrero último, acumulaba 8,6% en iguales términos. Pero, al cabo del primer trimeste, el avance se había achicado a 1,2%.
Entretanto, de principios de febrero a esta semana, el rinde para letras de Tesorería a diez años (o sea, la tasa larga estadounidense) pasó de 4,39 a 4,475%, con picos de 4,51%. Bastante más caliente, el crudo tejano intermedio avanzó 28% en igual lapso y, el lunes 4, marcaba un récord nominal absoluto de US$ 58,18 el barril en el arbitraje verpertino, Nueva York. El repliegue posterior no modificaba las cosas.
Por ende, los inversores norteamericanos colocados en mercados emergentes han sido perjudicados por la declinación de esas plazas y el rebote del dólar. Sobre todo en las recientes seis semanas. Sólo en marzo, el dólar se recobró contra diecieséis de las veintiséis monedas representadas en el índice Morgan Stanley Capital Internacional para mercados en desarrollo. Inclusive hubo dos casos extremos, el rand sudafricano (+7,4%) y el peso oro (zloty) polaco (+6,8%).
Este alza de la divisa referencia reduce el valor de las inversiones en otras monedas -fuera de EE.UU.- al repatriárselas. Entretanto, se deterioran hasta 50% las ganancias generales de los norteamericanos en esas plazas. En monedas localesm el índice MSCI para emergentes subió 2,4% en marzo, comparado con +1,2% en dólares. Los grande perdedores se registraron en África y Europa centroriental, que habían apostado fuerte por un dólar débil.
Obviamente, el declive de rendimientos emergentes va generando un efecto “puerta 12” entre inversores y especuladores. En las últimas tres semanas, por ejemplo, sólo los fondos mutuales sacaron de esos mercados unos US$ 700 millones, el mayor drenaje desde mayo pasado.
Surge ahí un inquietante paralelo. Entre el 12 de abril y el 19 de mayo de 2004, el MSCI cayó 20,4% y esos fondos sacaron del circuito emergente US$ 1.930 millones. Después, ese indicador fue recobrando terreno, pero le tomó hasta el 12 de noviembre compensa todo lo perdido. ¿Pasará lo mismo este año? Este interrogante sigue en pie, pese a curiosas declaraciones formuladas el martes por Alan Greenspan. Según el presidente saliente del Sistema de Reserva Federal, los propios mercados se encargarán de promover la producción y frenar el alza de hidrocarburos. Ni siquiera Robert Lucas creería en esta clase de “expectativas racionales”.