Se trata de un estudio preparado por el equipo del comité bicameral sobre impuestos, a cuyo criterio los contribuyentes deberán abonar –en los próximos diez años- hasta US$ 1,1 billón extra, por efectos de la tasa alternativa sobre réditos. Técnicamente, será resultado del triple paquete de rebajas lanzando por el gobierno de George W. Bush en 2001, 2002 y 2003, por un total de US$ 2,35 billones, escalonados en el lapso 2002/13.
En los papeles, el “regalo” de Bush a una sector de los beneficiarios –la clase media urbana- perderá beneficios por US$ 740.000 millones. No así los dividendos de las grandes empresas ni las ganancias de inversores y especuladores bursátiles; en general, estamentos de altos ingresos. Por efectos demorados, esos montos irán siendo sentidos por los contribuyentes –en forma de menores o nulos descuentos- desde el año entrante hasta 2015.
Durante la fase final (o sea, desde 2010) de los paquetes, las facturas tributarias de la pequeña burguesía sumarán US$ 628.500 millones, de los cuales 416.500 millones, o sea 66,3%, serán las rebajas sobre compensadas por la tasa mínima alternativa.
Contra la cartilla ultra evangélica de Karl Rover (neurona política de Bush, hoy investigado por poner en descubierto a agentes de la CIA), el segmento más castigado será el de las familias con más de dos hijos viviendo en la misma casa. Al conocerse el informe del panel, el departamento de Hacienda admitió estar preocupado por los perjuicios de la tasa alternativa en desmedro de los contribuyentes. Más desvelados se ven legisladores que juegan la banca en las elecciones parlamentarias de 2006.
La tasa mínima alternativa apareció en 1969. Su objeto era asegurar que quienes ganasen el equivalente a un millón o más en dólares actuales no eludiera impuestos, debido a su capacidad de maquillar ingresos personales vía sociedades anónimas. Pero la evolución de la economía y una serie de enmiendas a la legislación –siempre durante gobiernos republicanos- acabaron surtiendo el efecto contrario.
Se trata de un estudio preparado por el equipo del comité bicameral sobre impuestos, a cuyo criterio los contribuyentes deberán abonar –en los próximos diez años- hasta US$ 1,1 billón extra, por efectos de la tasa alternativa sobre réditos. Técnicamente, será resultado del triple paquete de rebajas lanzando por el gobierno de George W. Bush en 2001, 2002 y 2003, por un total de US$ 2,35 billones, escalonados en el lapso 2002/13.
En los papeles, el “regalo” de Bush a una sector de los beneficiarios –la clase media urbana- perderá beneficios por US$ 740.000 millones. No así los dividendos de las grandes empresas ni las ganancias de inversores y especuladores bursátiles; en general, estamentos de altos ingresos. Por efectos demorados, esos montos irán siendo sentidos por los contribuyentes –en forma de menores o nulos descuentos- desde el año entrante hasta 2015.
Durante la fase final (o sea, desde 2010) de los paquetes, las facturas tributarias de la pequeña burguesía sumarán US$ 628.500 millones, de los cuales 416.500 millones, o sea 66,3%, serán las rebajas sobre compensadas por la tasa mínima alternativa.
Contra la cartilla ultra evangélica de Karl Rover (neurona política de Bush, hoy investigado por poner en descubierto a agentes de la CIA), el segmento más castigado será el de las familias con más de dos hijos viviendo en la misma casa. Al conocerse el informe del panel, el departamento de Hacienda admitió estar preocupado por los perjuicios de la tasa alternativa en desmedro de los contribuyentes. Más desvelados se ven legisladores que juegan la banca en las elecciones parlamentarias de 2006.
La tasa mínima alternativa apareció en 1969. Su objeto era asegurar que quienes ganasen el equivalente a un millón o más en dólares actuales no eludiera impuestos, debido a su capacidad de maquillar ingresos personales vía sociedades anónimas. Pero la evolución de la economía y una serie de enmiendas a la legislación –siempre durante gobiernos republicanos- acabaron surtiendo el efecto contrario.