domingo, 24 de noviembre de 2024

Ahora, medio mundo cree que terminó el alza de insumos

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Los crudos a 15/30 días -mercado a término, Nueva York, cedieron del pico (US$ 78,40 el barril, 14 de julio) a 56,40 –viernes 17-, mínimo del año. Analistas independientes predicen menos de US$ 50 para fin de año.

Por supuesto, sería una catástrofe para empresas y países exportadores.
Casi por casualidad, se fusionaban (en octubre) el Chicago Mercantile exchange (CME) y el Board of trade (CBT). Surgía así el mayor mercado global de futuros, opciones y, claro, contratos derivados. Es una bomba de tiempo cuya explosión o implosión podría arrasar con el mundo especulativo. El nuevo panel queda al frente en productos primarios no petroleros, bonos, monedas y tasas.

Sea como fuere, varios expertos y grandes inversores temen que, tras cuatro años de auge, las materias primas hayan comenzado a desinflarse a mayor velocidad de lo que quisieran. Por el contrario, las sombrías perspectivas sobre reservas de crudo y gas natural siguen asediando al mundo, especialmente a productores de menor peso e importadores netos. Es una ironía: precios y reservas conocidas de hidrocarburos pierden terreno juntos, aunque a distinto ritmo.

De todas maneras, todavía no parece momento de apostar a un derrumbe liso y llano de precios. Existen razones diversas para esperar que esos valores se estabilicen en niveles relativamente altos (por ejemplo, US$ 60 a 70 el barril de crudo tejano intermedio), el próximo semestre. Un grupo de especialistas inclusive supone que el petróleo podría volver a subir.

En verdad, la demanda se sostiene o aumenta en China, India y otras partes del planeta. Simultáneamente, muchas empresas de los sectores petrolero y minero encuentran obstáculos para desarrollar nuevos proyectos o explorar yacimientos no cubicados. Por ende, podría correr bastante tiempo hasta que fluya oferta adicional de materias primas y los precios, entonces sí, vuelvan a los exiguos niveles de hace diez años. Curiosamente, en esa época la guerra del Golfo no tenía los efectos que tiene la ocupación de Irak y Afganistán hoy en día.

Pero están sonando dos campanas, especialmente en Estados Unidos y Gran Bretaña. En Londres y Nueva York, varios expertos están convencidos de que petróleo, cobre, aluminio y otros insumos claves continuarán descendiendo.

Stephen Roach, analista principal de Morgan Stanley, afirmó hace algunas semanas que combustibles y productos primarios pueden perfectamente haber pasado su máximo en el actual ciclo. Sean Darby, operador en Nomura International, recomienda reducir exposición (tenencias) en acciones relacionadas con bienes básicos. Ambos técnicos ven debilidad en los precios de esa gama.

Esta escuela pesimista tiene argumentos, claro. Uno es que las tasas cortas, aún relativamente altas en EE.UU. y otros países, comienzan a frenar la expansión de economías usuarias de rubros básicos. Si bien la Reserva Federal no lo ve así, ese grupo cree que el desinfle de la burbuja inmobiliaria –data de 2001- posiblemente vulnere el consumo y disminuya el ritmo de construcciones. Ello bajaría la demanda de acero –ya afectada por la crisis automotriz en Detroit-, cobre, aluminio y materiales diversos.

En lo tocante a la oferta, petroleas y mineras han elevado inversiones en exploración y explotación. Esto, presume Roach, indica que aparecerán pronto nuevos suministros. Aparte, algunas tendencia geopolíticas –que hacían temer suspensión de exportaciones petroleras- van diluyéndose a medida como Occidente admita que Irán no cederá en su programa nuclear y el fracaso norteamericano en Irak, con sus desastrosos efectos electorales, acabe con los sueños ultraconservadores.

Entre la máxima del 14 de julio (US$ 78,40) y los 56,40 del 17 de noviembre, los crudos tejanos perdieron más de 28%. El cobre cede 12% desde su propio pico en mayo. El aluminio ha caído 24% desde los máximos de diciembre. En este punto, varios analistas sugieren hacer una pausa para fijarse en otros indicadores económicos.

EE.UU. parece enfriarse: su crecimiento no llega a 2,8% anual en el producto bruto interno. En China e India, por el contrario, la expansión alcanza 11% y 8,6% en los respectivos PBI. Por ejemplo, BCA Research (firma canadiense de investigación de mercados físicos) cree que la demanda de cobre -no el “consumo”, imposible en un metal- puede subir hasta 5% este mismo año, tras ceder 0,3% en 2005. Por tanto, si bien las acciones del sector vacilan en el corto plazo, es probable que tornen a elevarse en el mediano o el largo. En síntesis, presume Market Data Group, “es poco probable un descenso continuado de productos primarios –aunque sigan bajando un tiempo- y, mucho menos, el regreso a valores de los años 90”.

Por supuesto, sería una catástrofe para empresas y países exportadores.
Casi por casualidad, se fusionaban (en octubre) el Chicago Mercantile exchange (CME) y el Board of trade (CBT). Surgía así el mayor mercado global de futuros, opciones y, claro, contratos derivados. Es una bomba de tiempo cuya explosión o implosión podría arrasar con el mundo especulativo. El nuevo panel queda al frente en productos primarios no petroleros, bonos, monedas y tasas.

Sea como fuere, varios expertos y grandes inversores temen que, tras cuatro años de auge, las materias primas hayan comenzado a desinflarse a mayor velocidad de lo que quisieran. Por el contrario, las sombrías perspectivas sobre reservas de crudo y gas natural siguen asediando al mundo, especialmente a productores de menor peso e importadores netos. Es una ironía: precios y reservas conocidas de hidrocarburos pierden terreno juntos, aunque a distinto ritmo.

De todas maneras, todavía no parece momento de apostar a un derrumbe liso y llano de precios. Existen razones diversas para esperar que esos valores se estabilicen en niveles relativamente altos (por ejemplo, US$ 60 a 70 el barril de crudo tejano intermedio), el próximo semestre. Un grupo de especialistas inclusive supone que el petróleo podría volver a subir.

En verdad, la demanda se sostiene o aumenta en China, India y otras partes del planeta. Simultáneamente, muchas empresas de los sectores petrolero y minero encuentran obstáculos para desarrollar nuevos proyectos o explorar yacimientos no cubicados. Por ende, podría correr bastante tiempo hasta que fluya oferta adicional de materias primas y los precios, entonces sí, vuelvan a los exiguos niveles de hace diez años. Curiosamente, en esa época la guerra del Golfo no tenía los efectos que tiene la ocupación de Irak y Afganistán hoy en día.

Pero están sonando dos campanas, especialmente en Estados Unidos y Gran Bretaña. En Londres y Nueva York, varios expertos están convencidos de que petróleo, cobre, aluminio y otros insumos claves continuarán descendiendo.

Stephen Roach, analista principal de Morgan Stanley, afirmó hace algunas semanas que combustibles y productos primarios pueden perfectamente haber pasado su máximo en el actual ciclo. Sean Darby, operador en Nomura International, recomienda reducir exposición (tenencias) en acciones relacionadas con bienes básicos. Ambos técnicos ven debilidad en los precios de esa gama.

Esta escuela pesimista tiene argumentos, claro. Uno es que las tasas cortas, aún relativamente altas en EE.UU. y otros países, comienzan a frenar la expansión de economías usuarias de rubros básicos. Si bien la Reserva Federal no lo ve así, ese grupo cree que el desinfle de la burbuja inmobiliaria –data de 2001- posiblemente vulnere el consumo y disminuya el ritmo de construcciones. Ello bajaría la demanda de acero –ya afectada por la crisis automotriz en Detroit-, cobre, aluminio y materiales diversos.

En lo tocante a la oferta, petroleas y mineras han elevado inversiones en exploración y explotación. Esto, presume Roach, indica que aparecerán pronto nuevos suministros. Aparte, algunas tendencia geopolíticas –que hacían temer suspensión de exportaciones petroleras- van diluyéndose a medida como Occidente admita que Irán no cederá en su programa nuclear y el fracaso norteamericano en Irak, con sus desastrosos efectos electorales, acabe con los sueños ultraconservadores.

Entre la máxima del 14 de julio (US$ 78,40) y los 56,40 del 17 de noviembre, los crudos tejanos perdieron más de 28%. El cobre cede 12% desde su propio pico en mayo. El aluminio ha caído 24% desde los máximos de diciembre. En este punto, varios analistas sugieren hacer una pausa para fijarse en otros indicadores económicos.

EE.UU. parece enfriarse: su crecimiento no llega a 2,8% anual en el producto bruto interno. En China e India, por el contrario, la expansión alcanza 11% y 8,6% en los respectivos PBI. Por ejemplo, BCA Research (firma canadiense de investigación de mercados físicos) cree que la demanda de cobre -no el “consumo”, imposible en un metal- puede subir hasta 5% este mismo año, tras ceder 0,3% en 2005. Por tanto, si bien las acciones del sector vacilan en el corto plazo, es probable que tornen a elevarse en el mediano o el largo. En síntesis, presume Market Data Group, “es poco probable un descenso continuado de productos primarios –aunque sigan bajando un tiempo- y, mucho menos, el regreso a valores de los años 90”.

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