Ambas estimaciones provienen de la “Economist intelligence unit” y el IFO alemán. Por supuesto, la magnitud del negocio implica un récord anual año tras otro, lo cual no significa que la economía física prospere a ritmo similar y con la constancia de la especulación.
Según ambas fuentes, firmas de valores, fondos, bancos e inversores –los tres primeros tipos de entidad administran el dinero de los últimos- vienen desde años diversificando apuestas. Por ejemplo, los flujos transfronterizos de capital –tomando la Eurozona como un “país”- acumularon US$ 6,6 billones en 2006 (proyección del Banco de ajustes internacionales, BAI, Basilea).
Ese monto supera los niveles marcados en el cenit de la burbuja puntocom (1999) y doblan la cifra de 2002. Naturalmente, el núcleo de esos flujos es Estados Unidos, con 80% del total, pese a la decadencia del dólar. Tiene lógica: es todavía el primer PBI mundial. Pero también es tomador neto de fondos y, por ende, tiene vulnerabilidades ajenas a los grandes exportadores netos, como Japón, China y algunos estados petroleros.
Salvo que la crisis asociada a malas hipotecas, desinfle inmobiliario e iliquidez crediticia siga extendiéndose fuera de EE.UU., la supernova financiera continuará en expansión. “El negocio financiero crece a 50% más velocidad que el comercio de bienes y servicios”, señalaba Kenneth Rogoff, ex analista principal del Fondo Monetario. Al respecto, los alemanes detectan una tendencia casi subliminar: en casi todas las plazas, sube la demanda de valores transnacionales o extranjeros, en desmedro de los títulos locales.
Sea como fuere, casi 80% del flujo global de capitales se restringe a EE.UU-Canadá, la Eurozona y Gran Bretaña. Fuera de estos datos, economistas sistémicos como Paul Krugman, Jeffrey Sachs y Joseph Stiglitz coincidían semanas atrás en una observación social: “El negocio financiero y bursátil probablemente involucre apenas cincuenta millones de personas, en un mundo habitado pos 6.000 millones”.
La economía real parece pequeña en comparación con la financiera, pero sus bases son mucho más sólidas. Ahora bien ¿dónde se contabilizan los US$ 60 billones en derivativos y compras apalancadas? Es una pregunta que data de hace un año y no tiene todavía respuesta.
Ambas estimaciones provienen de la “Economist intelligence unit” y el IFO alemán. Por supuesto, la magnitud del negocio implica un récord anual año tras otro, lo cual no significa que la economía física prospere a ritmo similar y con la constancia de la especulación.
Según ambas fuentes, firmas de valores, fondos, bancos e inversores –los tres primeros tipos de entidad administran el dinero de los últimos- vienen desde años diversificando apuestas. Por ejemplo, los flujos transfronterizos de capital –tomando la Eurozona como un “país”- acumularon US$ 6,6 billones en 2006 (proyección del Banco de ajustes internacionales, BAI, Basilea).
Ese monto supera los niveles marcados en el cenit de la burbuja puntocom (1999) y doblan la cifra de 2002. Naturalmente, el núcleo de esos flujos es Estados Unidos, con 80% del total, pese a la decadencia del dólar. Tiene lógica: es todavía el primer PBI mundial. Pero también es tomador neto de fondos y, por ende, tiene vulnerabilidades ajenas a los grandes exportadores netos, como Japón, China y algunos estados petroleros.
Salvo que la crisis asociada a malas hipotecas, desinfle inmobiliario e iliquidez crediticia siga extendiéndose fuera de EE.UU., la supernova financiera continuará en expansión. “El negocio financiero crece a 50% más velocidad que el comercio de bienes y servicios”, señalaba Kenneth Rogoff, ex analista principal del Fondo Monetario. Al respecto, los alemanes detectan una tendencia casi subliminar: en casi todas las plazas, sube la demanda de valores transnacionales o extranjeros, en desmedro de los títulos locales.
Sea como fuere, casi 80% del flujo global de capitales se restringe a EE.UU-Canadá, la Eurozona y Gran Bretaña. Fuera de estos datos, economistas sistémicos como Paul Krugman, Jeffrey Sachs y Joseph Stiglitz coincidían semanas atrás en una observación social: “El negocio financiero y bursátil probablemente involucre apenas cincuenta millones de personas, en un mundo habitado pos 6.000 millones”.
La economía real parece pequeña en comparación con la financiera, pero sus bases son mucho más sólidas. Ahora bien ¿dónde se contabilizan los US$ 60 billones en derivativos y compras apalancadas? Es una pregunta que data de hace un año y no tiene todavía respuesta.