¿Dónde están los líderes?

Los directivos necesitan aprender y mejorar en sus capacidades de liderazgo, basadas en la fuerza moral y el respeto profesional, sin trampas ni manipulaciones.

3 febrero, 2001

La tarea primordial de un ejecutivo, empresario o directivo es aglutinar y movilizar todos los recursos humanos hacia el logro de la misión de su empresa, departamento o institución. En una palabra: liderar. Hoy pocas cosas preocupan tanto al directivo como ser un buen líder.

Sin embargo, es preocupante observar tanta confusión y falsedad alrededor del concepto de liderazgo. ¿Un ejemplo? Seminarios de liderazgo impartidos a base de maquillaje superficial y frases estereotipadas, que pretenden crear líderes “en dos semanas”.

“El único líder es aquél a quien los demás siguen”, afirma el Dr. Peter Drucker. No hay otra imagen más clarificadora del liderazgo que el escalador que encabeza una cordada. Sin otros hombres o mujeres que le sigan hacia la cima, el concepto de líder carece de sentido.
Errores del liderazgo mal entendido
El auténtico liderazgo, al contrario de lo que muchos creen, no tiene nada que ver con el carisma. Los más carismáticos “líderes” como Hitler, Stalin o Sadam Hussein han causado a la humanidad más sufrimiento en unas pocas décadas que todas las plagas y desastres de la historia juntos. El líder sensato no sucumbe a las tentaciones mesiánicas ni a la manipulación por medio del carisma.

También está muy extendida la idea de que los líderes sólo se encuentran en la cumbre de las organizaciones, cuando en realidad la empresa moderna debe ser un “sistema de liderazgos”.

En cada grupo humano, por pequeño que sea, es necesaria la existencia de un líder que promueva, impulse, que genere nuevas expectativas, que dirija a sus colaboradores hacia metas más exigentes. De lo contrario, corre el riesgo de convertirse en un asilo de mediocridad.

Otro error es pretender que el líder “nace”, que el liderazgo es una rara habilidad reservada a unos pocos afortunados. Aun en el caso de que algunas personas “nazcan” líderes, son a todas luces muchas menos de las necesarias. El liderazgo debe y puede ser aprendido.

Francisco J. Palom Izquierdo establece las bases para el líder empresarial en el vídeo-curso “Liderazgo”. Durante 55 minutos desarrolla los 12 valores del auténtico líder y los cinco errores del liderazgo mal entendido, enunciando, por último, las tareas prácticas del líder eficaz. Acompaña al vídeo un completo Manual de Trabajo con cuestionarios para autodiagnosticar todas las facetas del liderazgo, y para controlar sus progresos.

En este trabajo se analizan las definiciones de expertos como Joe Batten, quien define el liderazgo como el “desarrollo de un sistema completo de expectativas que permiten identificar, descubrir y utilizar al máximo las fortalezas de todos los recursos humanos”.

El profesor Palom también aporta su propia definición, según la cual el liderazgo “es la capacidad de las personas de elevar el punto de mira de los colaboradores hacia metas más exigentes”.

Ser líder no equivale a ser querido o admirado, sino tener detrás hombres y mujeres que hacen lo correcto. El liderazgo no tiene que ver con la popularidad, sino con los resultados; no es asunto de rango, privilegios, títulos o dinero, consiste básicamente en responsabilidad.

Y otro aspecto fundamental que se trata es la necesidad de que el líder, desde su puesto y sus obligaciones cotidianas, dé continuamente ejemplo a sus colaboradores.
No murieron suficientes generales
De nuevo Drucker, en una entrañable anécdota, nos recuerda que los líderes más eficaces que él ha conocido no eran oradores o charlatanes sino personas comprometidas con la acción.

A mediados de los años 20, en sus años de juventud escolar en Austria, su profesor de historia –mutilado de guerra– les encargó redactar un ensayo sobre la Primera Guerra Mundial. Al comentar en clase los trabajos, un alumno sugirió que aquella contienda había sido un ejemplo de absoluta incompetencia militar. “¿Por qué?”, le preguntó al viejo profesor. Éste no dudó un instante en contestar: “Porque no hubo suficientes bajas entre los generales: prefirieron permanecer en la retaguardia y dejaron que otros se encargaran de luchar y morir”.

Los auténticos líderes delegan muchas cosas, pero nunca aquellas pocas cosas que ellos saben hacer de modo excelente, en las que marcan la diferencia y por las que merecen ser recordados. Sencillamente las hacen.

No importa en que tipo de organización trabaje Usted. Todas necesitan aprender y mejorar en sus capacidades de liderazgo.

La tarea primordial de un ejecutivo, empresario o directivo es aglutinar y movilizar todos los recursos humanos hacia el logro de la misión de su empresa, departamento o institución. En una palabra: liderar. Hoy pocas cosas preocupan tanto al directivo como ser un buen líder.

Sin embargo, es preocupante observar tanta confusión y falsedad alrededor del concepto de liderazgo. ¿Un ejemplo? Seminarios de liderazgo impartidos a base de maquillaje superficial y frases estereotipadas, que pretenden crear líderes “en dos semanas”.

“El único líder es aquél a quien los demás siguen”, afirma el Dr. Peter Drucker. No hay otra imagen más clarificadora del liderazgo que el escalador que encabeza una cordada. Sin otros hombres o mujeres que le sigan hacia la cima, el concepto de líder carece de sentido.
Errores del liderazgo mal entendido
El auténtico liderazgo, al contrario de lo que muchos creen, no tiene nada que ver con el carisma. Los más carismáticos “líderes” como Hitler, Stalin o Sadam Hussein han causado a la humanidad más sufrimiento en unas pocas décadas que todas las plagas y desastres de la historia juntos. El líder sensato no sucumbe a las tentaciones mesiánicas ni a la manipulación por medio del carisma.

También está muy extendida la idea de que los líderes sólo se encuentran en la cumbre de las organizaciones, cuando en realidad la empresa moderna debe ser un “sistema de liderazgos”.

En cada grupo humano, por pequeño que sea, es necesaria la existencia de un líder que promueva, impulse, que genere nuevas expectativas, que dirija a sus colaboradores hacia metas más exigentes. De lo contrario, corre el riesgo de convertirse en un asilo de mediocridad.

Otro error es pretender que el líder “nace”, que el liderazgo es una rara habilidad reservada a unos pocos afortunados. Aun en el caso de que algunas personas “nazcan” líderes, son a todas luces muchas menos de las necesarias. El liderazgo debe y puede ser aprendido.

Francisco J. Palom Izquierdo establece las bases para el líder empresarial en el vídeo-curso “Liderazgo”. Durante 55 minutos desarrolla los 12 valores del auténtico líder y los cinco errores del liderazgo mal entendido, enunciando, por último, las tareas prácticas del líder eficaz. Acompaña al vídeo un completo Manual de Trabajo con cuestionarios para autodiagnosticar todas las facetas del liderazgo, y para controlar sus progresos.

En este trabajo se analizan las definiciones de expertos como Joe Batten, quien define el liderazgo como el “desarrollo de un sistema completo de expectativas que permiten identificar, descubrir y utilizar al máximo las fortalezas de todos los recursos humanos”.

El profesor Palom también aporta su propia definición, según la cual el liderazgo “es la capacidad de las personas de elevar el punto de mira de los colaboradores hacia metas más exigentes”.

Ser líder no equivale a ser querido o admirado, sino tener detrás hombres y mujeres que hacen lo correcto. El liderazgo no tiene que ver con la popularidad, sino con los resultados; no es asunto de rango, privilegios, títulos o dinero, consiste básicamente en responsabilidad.

Y otro aspecto fundamental que se trata es la necesidad de que el líder, desde su puesto y sus obligaciones cotidianas, dé continuamente ejemplo a sus colaboradores.
No murieron suficientes generales
De nuevo Drucker, en una entrañable anécdota, nos recuerda que los líderes más eficaces que él ha conocido no eran oradores o charlatanes sino personas comprometidas con la acción.

A mediados de los años 20, en sus años de juventud escolar en Austria, su profesor de historia –mutilado de guerra– les encargó redactar un ensayo sobre la Primera Guerra Mundial. Al comentar en clase los trabajos, un alumno sugirió que aquella contienda había sido un ejemplo de absoluta incompetencia militar. “¿Por qué?”, le preguntó al viejo profesor. Éste no dudó un instante en contestar: “Porque no hubo suficientes bajas entre los generales: prefirieron permanecer en la retaguardia y dejaron que otros se encargaran de luchar y morir”.

Los auténticos líderes delegan muchas cosas, pero nunca aquellas pocas cosas que ellos saben hacer de modo excelente, en las que marcan la diferencia y por las que merecen ser recordados. Sencillamente las hacen.

No importa en que tipo de organización trabaje Usted. Todas necesitan aprender y mejorar en sus capacidades de liderazgo.

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