Ejecutivos: altos sueldos y, además, jubilaciones de privilegio

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En 2001, AT&T le pagó a la CEO Betsy Bernard US$ 1.039.000 en remuneraciones. Más un plazo fijo de 3.000.000 que rinde dos puntos por encima de las letras federales a 10 años (4% anual anteayer). No es el único caso de “jubilación privilegiada”.

Ocurre que, según una nota al pie del informe a la asamblea ordinaria de accionistas, las inversiones de determinados ejecutivos, usualmente percibibles al fin de su carrera o su relación, rinden los intereses señalados arriba. Ello entraña un privilegio respecto de funcionarios, profesionales y empleados que aportan a fondos de pensión normales.

General Electric, Wyeth, Wal-Mart Stores y otras compañías norteamericanas también les permiten a sus directivos hacerse de buenas diferencias por esa vía. Por el contrario, la opción “privilegiada” no corre para el personal cuyos fondos jubilatorios se han deteriorado en promedio 36%, tomando las cotizaciones de la cartera Standard&Poor’s 500 entre enero de 200 y junio de 2001.

Analistas independientes y técnicos de la Securities & Exchange Commission califican ese sistema como “otro exceso remuneratorio en favor de directivos y ejecutivos. Esto va más allá de la simple codicia y bordea el dislate, pues son privilegios tan irritantes como inmerecidos”, sostiene un informe de Victory Capital Management, grupo KeyCorp, una cartera de US$ 65.000 millones.

Volviendo al caso AT&T, la única explicación ofrecida es que esos privilegios fueron para que Bernard abandonase Qwest Communications –donde nunca se distinguió por su talento- y se incorporara a la mayor telefónica de Estados Unidos. La treta contable aplicada consiste en autorizar a los beneficiarios depositar remuneración y bonificaciones en plazos fijos especiales, devengables recién al momento del retiro. En otras palabras, la empresa les financia un mayor rinde de las colocaciones al momento de jubilarse o abandonar la firma.

Ocurre que, según una nota al pie del informe a la asamblea ordinaria de accionistas, las inversiones de determinados ejecutivos, usualmente percibibles al fin de su carrera o su relación, rinden los intereses señalados arriba. Ello entraña un privilegio respecto de funcionarios, profesionales y empleados que aportan a fondos de pensión normales.

General Electric, Wyeth, Wal-Mart Stores y otras compañías norteamericanas también les permiten a sus directivos hacerse de buenas diferencias por esa vía. Por el contrario, la opción “privilegiada” no corre para el personal cuyos fondos jubilatorios se han deteriorado en promedio 36%, tomando las cotizaciones de la cartera Standard&Poor’s 500 entre enero de 200 y junio de 2001.

Analistas independientes y técnicos de la Securities & Exchange Commission califican ese sistema como “otro exceso remuneratorio en favor de directivos y ejecutivos. Esto va más allá de la simple codicia y bordea el dislate, pues son privilegios tan irritantes como inmerecidos”, sostiene un informe de Victory Capital Management, grupo KeyCorp, una cartera de US$ 65.000 millones.

Volviendo al caso AT&T, la única explicación ofrecida es que esos privilegios fueron para que Bernard abandonase Qwest Communications –donde nunca se distinguió por su talento- y se incorporara a la mayor telefónica de Estados Unidos. La treta contable aplicada consiste en autorizar a los beneficiarios depositar remuneración y bonificaciones en plazos fijos especiales, devengables recién al momento del retiro. En otras palabras, la empresa les financia un mayor rinde de las colocaciones al momento de jubilarse o abandonar la firma.

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