Difundir “información científica” es algo serio

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Los laboratorios farmacéuticos informan a los médicos sobre sus productos. Esa información debe ser redactada con rigor científico, porque cuando un médico toma la decisión de recetar un remedio, lo que está en juego es una vida humana.

Los laboratorios farmacéuticos se ganan la confianza de los profesionales de la salud cuando respaldan la promoción de sus productos con información científica de calidad. Eso requiere fuerte inversión. Un folleto informativo tiene detrás un largo proceso. En primer lugar, debe contener información científica rigurosa y veraz. Luego debe estar redactada correctamente. La presentación debe estar a la altura de los contenidos, y eso lleva a la calidad del papel, a los colores de las ilustraciones y al diseño de la tapa. Esto nos da una idea de la cantidad de personas y especialidades que entran en juego para la producción de un solo folleto informativo. Esto explica también, por qué el producto final es caro.

La posibilidad de la edición “casera” queda descartada en cuanto se toma en consideración la necesidad imperiosa que tienen los médicos de actualizarse permanentemente sobre los avances científicos. Para esa actualización, además, cuentan con muy poco tiempo disponible. Una edición casera no va a tener, se presume, ni el atractivo ni el poder de síntesis que aportarán los profesionales de la difusión de información en general.

Organizaciones responsables

Lo ideal es recurrir a organizaciones responsables que garanticen la seriedad que se pretende transmitir. La edición de un producto debe cumplir con ciertos pasos editoriales: selección del material, redacción, traducción, supervisión, diseño, edición etc.

Coordinar a todas las personas que participan en el proceso es una tarea especializada que corresponde delegar en un profesional de la medicina – encargado de vigilar el contenido científico — que deberá trabajar en estrecha colaboración con el responsable de la redacción, diagramación y presentación final de ese contenido.

Las dos cosas deben recibir el mismo respeto: el contenido y la forma. O sea, la información sobre el fármaco en cuestión y la correcta redacción del contenido. Esto último es muy importante porque implica la participación de traductores, ya que por lo general los materiales originales están en inglés, francés, alemán, etc..

La traducción deberá someterse a un adecuado cotejo con el original para verificar que – en temas tan complejos como los de la salud – la traducción es fiel al material original.

La tarea editorial científica comprende todos estos procesos, que en oportunidades se pasan por alto o se reducen a su mínima expresión. La compleja trama editorial a veces es puesta en manos de personas de diferentes oficios, merodeadores de las oficinas comerciales, que no están en condiciones de asegurar la calidad de la información que se trasladará a los médicos.

Por el contrario, todos los procesos editoriales han de ser respetados con el máximo rigor científico para lograr el objetivo de ganarse la voluntad del médico.

Es importante recordar que la mala praxis involucra a todos aquellos que intervinieron en el proceso que llevó al médico a tomar la decisión que tomó.

Extracto de la idea central de un artículo de
Rafael Bernal Castro
Publicado en Pharma
Publicación de la Sociedad Argentina de Marketing Farmacéutico

Los laboratorios farmacéuticos se ganan la confianza de los profesionales de la salud cuando respaldan la promoción de sus productos con información científica de calidad. Eso requiere fuerte inversión. Un folleto informativo tiene detrás un largo proceso. En primer lugar, debe contener información científica rigurosa y veraz. Luego debe estar redactada correctamente. La presentación debe estar a la altura de los contenidos, y eso lleva a la calidad del papel, a los colores de las ilustraciones y al diseño de la tapa. Esto nos da una idea de la cantidad de personas y especialidades que entran en juego para la producción de un solo folleto informativo. Esto explica también, por qué el producto final es caro.

La posibilidad de la edición “casera” queda descartada en cuanto se toma en consideración la necesidad imperiosa que tienen los médicos de actualizarse permanentemente sobre los avances científicos. Para esa actualización, además, cuentan con muy poco tiempo disponible. Una edición casera no va a tener, se presume, ni el atractivo ni el poder de síntesis que aportarán los profesionales de la difusión de información en general.

Organizaciones responsables

Lo ideal es recurrir a organizaciones responsables que garanticen la seriedad que se pretende transmitir. La edición de un producto debe cumplir con ciertos pasos editoriales: selección del material, redacción, traducción, supervisión, diseño, edición etc.

Coordinar a todas las personas que participan en el proceso es una tarea especializada que corresponde delegar en un profesional de la medicina – encargado de vigilar el contenido científico — que deberá trabajar en estrecha colaboración con el responsable de la redacción, diagramación y presentación final de ese contenido.

Las dos cosas deben recibir el mismo respeto: el contenido y la forma. O sea, la información sobre el fármaco en cuestión y la correcta redacción del contenido. Esto último es muy importante porque implica la participación de traductores, ya que por lo general los materiales originales están en inglés, francés, alemán, etc..

La traducción deberá someterse a un adecuado cotejo con el original para verificar que – en temas tan complejos como los de la salud – la traducción es fiel al material original.

La tarea editorial científica comprende todos estos procesos, que en oportunidades se pasan por alto o se reducen a su mínima expresión. La compleja trama editorial a veces es puesta en manos de personas de diferentes oficios, merodeadores de las oficinas comerciales, que no están en condiciones de asegurar la calidad de la información que se trasladará a los médicos.

Por el contrario, todos los procesos editoriales han de ser respetados con el máximo rigor científico para lograr el objetivo de ganarse la voluntad del médico.

Es importante recordar que la mala praxis involucra a todos aquellos que intervinieron en el proceso que llevó al médico a tomar la decisión que tomó.

Extracto de la idea central de un artículo de
Rafael Bernal Castro
Publicado en Pharma
Publicación de la Sociedad Argentina de Marketing Farmacéutico

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