<p>Por otra parte, Estados Unidos debiera fijarse en la cautela de Ucrania, un aliado de Georgia que prefiere el bajo perfil. Primero, porque depende del monopolio ruso Gazprom. Segundo, porque esta crisis caucásica no es global, pero si afecta a una región que va desde el flanco caspio de Rusia a los límites de Turquía, Irán y Afganistán.</p>
<p>Eso sí, esta pequeña guerra marca el fin de la “<em>pax americana</em>” por partida doble. Por un lado, termina una larga posguerra bipolar (EE.UU.-URSS) y luego, por un momento, unipolar. La impotencia actual de la Otan refleja ambos fenómenos, pues pierde viabilidad, ya que la superpotencia deja de serlo en el plan geopolítico. Así piensan el economista liberal Paul Krugman y dos politicólogos conservadores, George Friedman y el italiano Vittorio Strada.</p>
<p>Sea como fuere, el futuro de globalización es endeble. Por una parte, la UE depende de hidrocarburos rusos y no hay escudo estratégico que valga. Por la otra, si Rusia puede manejar como feudos propios Caucasia -Chechenia, Daghestán, Osetia, Abjazia, etc.) y Transcaucasia (Georgia, Armenia), nada obsta para que China intente los mismo en Taiwán, Mongolia, Birmania, Norcorea o Nepal, donde acaba de instalarse un gobierno gurja de sesgo maoísta.</p>
<p>Por supuesto, un ejército de analistas financieros, particularmente en Nueva York y Londres, cree que los factores geopolíticos ceden a la globalización económica. Pero la historia les patea en contra. Naturalmente, el tipo de globalización de mercados iniciado en los años 70 –no tras el colapso de la URSS- torna inconcebibles guerras en Europa occidental (aunque sí persistan en los Balcanes) o Latinoamérica. Pero China no se licuó como la URSS y, por el contrario, es una potencia económica más remisa que Rusia a la globalización y a la democracia.</p>
<p>Ahora bien, Moscú se consideraba potencia caucásica durante la segunda globalización capitalista (según la cartilla de Nikolái Kondrát’yev y Josef Schumpeter). Un avance que empieza con la alemana Catalina II –segunda mitad del siglo XVIII- y culmina con la captura del imam Shamil, líder tribal de Daghestán y Chechenia. Más tarde, en 1801, caen Georgia y el actual Adzerbaidyán. El paulatino desmembramiento del imperio Otomano, a partir de 1878, permite eventualmente a Moscú apoderarse de Armenia noriental. Así se completa la geografía que Vladyímir Putin intenta reconstruir hoy.</p>
Georgia, Rusia, la Otan e historias que pasan de tres siglos
En un gesto previsible, la Organización del Tratado Noratlántico ha congelado nexos con Rusia, porque ésta sigue ocupando Georgia. Pero a Condoleezza Rice le cuesta que la Unión Europea se ponga tan belicosa como Polonia, por ejemplo.