“No existen soluciones rápidas para una crisi que se agravará antes de comenzar a mejorar”, afirmó Barack Obama. Desde el inicio de la recesión, hace casi un año, “Estados Unidos ha perdido dos millones de puestos laborales”. El detonante era un nuevo informe del departamento federal de trabajo, según el cual hubo 533.000 despidos en noviembre, 59% más de lo esperado por los gurúes de Bloomberg. Nadie se explica por qué la agencia sigue consultándolos.
Wall Stret también desdeñó otro síntoma severo: el informe recién difundido por la asociación de bancos hipotecarios (MBA). La entidad revela que moras, incobrables y embargos alcanzaron otro récord en julio-septiembre. La masa de hipotecas atrasadas treinta o más días se elevaba a 7% y la ejecuciones rondaban 3%. Ambas cifras remiten a 1979. Esto contrasta con las súbitas reacciones bursátiles.
“Se hace presente una amenaza similar a la gran depresión de los años treinta. Nuestra economía se paraliza cada vez más. Sólo el mes pasado –apuntaba Obama-, se quedaron sin trabajo 533.000 personas”. Eso sucedió en el sector privado, pese a que se esperaba “sólo” 335.000.
Mientras el propio George W.Bush rompía el tabú republicano aludiendo a la recesión, el mundillo bursátil neoyorquino se desesperaba por salvar la ropa, cuando Benjamín Bernanke (Reserva Federal), Angela Merkel Alemania) o Mervyn King (banco de Inglaterra) hablan ya de deflación. Pro supuesto, el mandatario electo no se forja ilusiones.
Hablando desde su reducto en Chicago, donde la crisis automotriz se siente de cerca,señaló: “Esta serie de crisis viene madurando desde hace tiempo. Hace falta un programa complejo que empiece por recrear paulatinamente esos dos millones de empleos eliminados este año. Más tarde, se precisarán refomas que aseguren crecimiento a largo plazo”. No parece el idioma de Paul Volcker.
“No existen soluciones rápidas para una crisi que se agravará antes de comenzar a mejorar”, afirmó Barack Obama. Desde el inicio de la recesión, hace casi un año, “Estados Unidos ha perdido dos millones de puestos laborales”. El detonante era un nuevo informe del departamento federal de trabajo, según el cual hubo 533.000 despidos en noviembre, 59% más de lo esperado por los gurúes de Bloomberg. Nadie se explica por qué la agencia sigue consultándolos.
<p>Wall Stret también desdeñó otro síntoma severo: el informe recién difundido por la asociación de bancos hipotecarios (MBA). La entidad revela que moras, incobrables y embargos alcanzaron otro récord en julio-septiembre. La masa de hipotecas atrasadas treinta o más días se elevaba a 7% y la ejecuciones rondaban 3%. Ambas cifras remiten a 1979. Esto contrasta con las súbitas reacciones bursátiles.</p>
<p>“Se hace presente una amenaza similar a la gran depresión de los años treinta. Nuestra economía se paraliza cada vez más. Sólo el mes pasado –apuntaba Obama-, se quedaron sin trabajo 533.000 personas”. Eso sucedió en el sector privado, pese a que se esperaba “sólo” 335.000.</p>
<p>Mientras el propio George W.Bush rompía el tabú republicano aludiendo a la recesión, el mundillo bursátil neoyorquino se desesperaba por salvar la ropa, cuando Benjamín Bernanke (Reserva Federal), Angela Merkel Alemania) o Mervyn King (banco de Inglaterra) hablan ya de deflación. Pro supuesto, el mandatario electo no se forja ilusiones.</p>
<p>Hablando desde su reducto en Chicago, donde la crisis automotriz se siente de cerca,señaló: “Esta serie de crisis viene madurando desde hace tiempo. Hace falta un programa complejo que empiece por recrear paulatinamente esos dos millones de empleos eliminados este año. Más tarde, se precisarán refomas que aseguren crecimiento a largo plazo”. No parece el idioma de Paul Volcker.</p>
<p> </p>