Encabezada por Estados Unidos y Alemania, la operación internacional pivotea sobre el papel de las plazas extraterritoriales como vehículos para evadir impuestos. Ese principado vecino a Suiza, Austria, Luxemburgo –miembro de la Eurozona- y Andorra anunciaron que cooperarán con otros gobiernos en materia tributaria.<br />
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En general, los “<em>offshore</em>” del Caribe –algunos vinculados a Gran Bretaña, otros a Holanda- se mantiene reticentes al respecto. En esa región, también se lava dinero proveniente de diversos tráficos ilícitos, debido a la vecindad de México y Colombia.<br />
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Cuesta creerlo, pero en el Canal de la Mancha, Jersey-Guernsey y Man, en el mar de Irlanda, tratarán de mejorar transparencia financiera. Esto es significativo, pues son feudos personales de la corona, no partes del Reino Unido. Al este, Singapur y Hongkong ya seguían ese mismo camino. Faltan ahora Caimán, las Antillas menores, Europa oriental y media Oceanía.<br />
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Hans-Rudolf Merz, ministro suizo de hacienda, se ocupó de aclarar que “las bases del secreto bancario no serán alteradas. Las cuentas anónimas continuarán siendo confidenciales, salvo circunstancia de excepción, tales como investigaciones penales”. Pero, en realidad, Berna abolirá el distingo estricto entre fraude impositivo (delito penal, según las leyes locales) y evasión tributaria, de orden civil. <br />
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La reforma tornará más fácil, para los gobiernos extranjeros, obtener la colaboración de las autoridades suizas. Hasta ahora, sólo prestaban apoyo en caso de fraude convicto y confeso. Merz, también presidente de turno, admitió a regañadientes que Berna había cedido a intensas presiones, especialmente de Washington y Berlín.<br />
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En 2007, Alemania lanzó una fuerte campaña contra Liechtenstein, ligada a un sonado proceso por corrupción que afectaba –y afecta- al grupo internacional Siemens. Dados los nexos entre el principado y Suiza, en Bruselas esperaban movidas atinentes a Berna. <br />
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Más tarde, Estados Unidos se enfocó en Union des Banques Suisse –la mayor entidad del pequeño país- y el IRS norteamericano (dirección impositiva) presionó para obtener la lista de 52.000 estadounidenses con cuentas numeradas. Sólo consiguió 260, pero hizo un boquete en el blindaje hélveta.<br />
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A partir las reformas actuales, estima Merz, otros países podrán argüir evasión fiscal y sus efectos económicos, en el contexto de una crisis sistémica general. El funcionario, empero, cree que la banca suiza seguirá atrayendo no sólo por el secreto, sino por costos operativos inferiores al resto del mundo desarrollado.<br />
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A su juicio, existe en verdad la necesidad de cooperar con otros gobierno en lo tocante a intercambio de datos sobre evasores tributarios. Parte de la Eurozona quiere eso y bastante más. Habituados a una larga historia, los bancos afirman –exagerando- que esas reformas pueden vulnerar la libertad individual de los suizos. Pero, subraya Merz, “una dosis de mayor transparencia no le dolerá a nadie y nuestros servicios al cliente seguirán sin competencia”.<br />
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Fisuras en la coraza</strong><br />
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¿Será tan fácil? Quizá no, al menos mientras los mercados financieros continúen volátiles, como indican los vaivenes del otrora firme franco suizo. Sin duda, Alemania y EE.UU. han mellado la coraza. Por ejemplo, en el caso UBS, la identificación de 260 cuentas anónimas fue un arreglo provisorio –el IRS no cejará en ampliar la lista- y conllevó una multa de US$ 780 millones, suma superior a la impuesta años atrás por la Comisión Europea a Microsoft.<br />
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En la escuela de negocios Wharton (Universidad de Pennsilvania) son terminantes: “la banca suiza que conocíamos ha muerto”, sostiene el profesor Maurice Schweitzer (irónicamente, su apellido significa “suizo”). Aun si UBS ha logrado evitar por ahora que el IRS tenga acceso a las 49.400 cuentas restantes, “el viejo sistema vacila. Muchos ricos y no pocos lavadores de dinero dudarán del secreto helvético”.<br />
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Un colega del experto, Franklin Allen, va más lejos. “Lo de UBS afecta al ya frágil sistema bancario mundial. La entidad tambalea –prosigue- y no está claro que el gobierno pueda salvarlo. Por ende, EE.UU debiera moverse para evitar que UBS caiga por culpa del IRS”. Será difícil, empero, que el gobierno de Barack Obama, ante un rojo de US$ 1,75 billones en 2009/10, desista de cobrarles impuestos a los 49.400 clientes anónimos que restan en UBS.<br />
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Por supuesto, el secreto bancario forma parte del “ethos” hélveta. Data de 1713 (la confederación moderna tenía apenas 65 años), cuando el cantón de Ginebra prohibió por ley a los bancos divulgar información sobre clientes. Para cuando el congreso de Viena (1815) restituyó la independencia suiza –Napoleón I había ocupado el país en 1804-, el secreto financiero era una institución. En 1935, Berna declaró delito penal la entrega de datos. <br />
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Ese secreto es una uva para Suiza. Según Reuters, un tercio de los activos extraterritoriales en el mundo (US$ 7 billones a fin de 2008) está en sus cuentas anónimas. Ergo, se trata de unos US$ 2,33 billones, cifra que triplica el producto bruto interno. No sorprende que los dineros ocultos en el país –y también en Liechtenstein- tienten a autoridades de Alemania, EE.UU., y Francia.<br />
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En medio del lío, la conducción de UBS (cambió dos veces en poco más de un año) se hizo la sorda ante el Internal Revenue Service estadounidense hasta que estalló la guerra. ¿Por qué fue ése el detonante? Porque, a diferencia de los europeos, los norteamericanos tratan de no burlar los regímenes tributarios federal, estatal ni municipal. Por otra parte, la serie de escandalosos rescates de malos banqueros, iniciada en septiembre, ha sensibilizado la opinión pública. Resulta increíble que UBS no se haya dado cuenta.
El secreto bancario suizo ingresa en la leyenda
La Confederación Helvética no sin trepidaciones- flexibilizará las leyes que amparan las cuentas anónimas. Esto sigue a meses de presiones sobre los refugios fiscales, desde Singapur hasta Bahamas. En el caso de Berna, su decisión repercute directamente sobre Liechtenstein, su satélite.