<p>Durante una conversación con CBS, Barack Obama recordó a la dirigencia iraní que ”todo el mundo los observa”. Desde Londres, el primer ministro Gordon Brown –que no está para trotes- exigió al guía ortodoxo Alí Jamenei “demostrar que no hubo fraudes electorales”. Al punto, el ayatollah definió a Gran Bretaña, no a Estados Unidos, como “el peor enemigo de Irán”.</p>
<p>En una postura afín a la británica, el presidente francés Nicolas Sarkozy señaló que su gobierno “no desea ni pretende incursionar en los problemas internos iraníes. Pero cuando debemos censurar censuramos”. Más cauta, la canciller Angela Merkel calificó de “desilusionante la reacción de Jamenei”. Lo que la alemana objeta es “ataques a dirigentes extranjeros por opinar sobre la crisis”.</p>
<p>Volviendo a Obama, su actitud hasta el momento es prudente y equilibrada, por lo cual varios legisladores republicanos la tachan de ambigua, aun compartiendo la estrategia de fondo. Por cierto, el senado norteamericano apoyó, por 405 votos a uno, la resolución pasaba por la cámara baja contra “la violenta represión de disidentes en Teherán”.</p>
<p>En un plano muy distinto, el Fondo Monetario Internacional puso indirectamente al descubierto un clave de la crisis iraní. En primer lugar, señala que, pese a las turbulencias financieras occidentales, el PBI cede de 4,2% anual en 2008 a 3,5% este año, pero no es negativo. En cuanto a la inflación, baja de 25% a 18% entre ambos años. Irán, por ende, está menos mal que España en PBI o que Venezuela en ambos campos.</p>
<p>Al respecto, llama la atención el silencio de Hugo Chávez. Contrasta con referentes “bolivarianos” como Rusia o China que han pedido moderación a Irán. <br />
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Obama, Irán y un manejo al filo de la navaja
Eludiendo cuidadosamente sospechas de interferencia en asuntos internos de la teocracia shiita, el presidente norteamericano subrayó el coraje de los persas, pero no llegó tan lejos como querían los republicanos. Sus aliados europeos lo secundaron.