<p>“La sustancia de la cual están hechas las pesadillas” ironizan varias bitácoras en la Red, alteran do la cita original. Otros le llaman al frustrado avión “Nightmareliner”. En efecto, el sueño de la empresa trastabilla desde hace más de cinco años.</p>
<p>En enero de 2005, Boeing presenta el 787. Tras un silencio de dos años y medio , en julio de 2007 se muestra a especialistas y público el avión, ya bautizado “Dreamliner” (algo así como el navío de los sueños). El nombre fue pésima idea para una máquina que, en septiembre del mismo año, anunciaba su primer atraso (tres meses).</p>
<p>Al mes siguiente, añade otro trimestre a la cuenta regresiva y todo se posterga a diciembre. Para no desentonar, en enero de 2008 se anuncia el tercer retraso y a nadie sorprende que se agreguen otros tres meses, corriendo el plazo a abril. En la empresa ya aparecen quienes aconsejan eliminar Dreamliner y dejar el número a secas (como el venerable 747).</p>
<p>La cuarta posposición, de abril a junio, retrasa entregas y programa de ensayos. Esto irrita a varios clientes. Por cierto, en mayo la máquina debía prestar servicios en algunas aerolíneas. En septiembre y octubre, una huelga frena la producción de todos los modelos comerciales de la marca.</p>
<p>Esos inconvenientes obligan, en noviembre, a disponer el quinto retraso, ahora por casi un semestre. Optimistas incurables, los ejecutivos, con James McNerney al frente, declaran sueltos de cuerpo que “el 787 aún está en fecha para las primeras pruebas en junio actual y planean las primeras entregas para marzo de 2010. Este martes 23, Boeing anuncia el sexto retraso y no da nuevas fechas para ensayos ni primeras entregas. Ya nadie menta el fatídico “Dreamliner”. <br />
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Airbus pierde imagen, pero también le pasa a Boeing
El accidente sobre el Atlántico y otros percances daña la reputación de Airbus, firma francoalemana. La norteamericana Boeing, en vez de aprovechar, retrasa de nuevo el 787 Dreamliner y merma su credibilidad en el negocio.