<p>“Una pelea campal”, definen en Washington el choque de hace dos semanas –recién conocido el viernes- entre Timothy Geithner, secretario del Tesoro, y Mary Schapiro (SEC). Sucedió ante Benjamin Bernanke (Reserva Federal) y Sheila Bair (agencia de seguros sobre depósitos, (FDIC).<br />
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El titular del Tesoro acusaba a la comisión y sus aliados circunstanciales (RF, FDIC) de “sabotear las reformas a controles sobre el lado más volátil del negocio financiero, planteadas por Barack Obama”. El ex jefe de la RF neoyorquina lo dijo en voz alta.<br />
Mientras legisladores de ambos partidos aprovechan el receso estival para hacer campaña pro o contra otro proyecto presidencial clave en peligro (ampliación del seguro médico, nada menos), se desencadenó una gresca sobre la reforma financiera. A criterio de Geithner, “nuevas objeciones al futuro esquema supervisor pueden bloquear por tiempo indeterminado este proyecto”.<br />
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Tiempo después, Bernanke, Schapiro y Bair reivindicaban en el Capitolio sus respectivas facultades y autonomías. La RF hizo punta contra la propuesta Obama-Geithner, apoyada por Lawrence Summers, principal asesor económico de la Casa Blanca. Hablando con senadores, Schapiro puso el dedo en la llaga: las “transacciones bursátiles a alta velocidad”, ejecutadas por supercomputadoras tipo C-5 de IBM.<br />
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Estas máquinas –manejadas por grandes bancas- “conversan” entre sí y, en microsegundos, pueden adoptar decisiones operativas. En verdad, esto ocurre desde los años 90 y llevó al auge de instrumentos derivativos, que son grupos de miles de ecuaciones simultáneas. Como recalcaba Geithner, la SEC debe eliminar los abusos del sistema y sus beneficiarios. No por casualidad, su estrella del momento es Goldman Sachs.</p>
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Geithner asocia especulación ultraveloz y pasados rescates
La nueva cifra (US$ 797.000 millones) no surge del plan pro alivio de activos tóxicos TARP, inicialmente 694.000 millones-, sino de la Securities & Exchange Commission. Se vincula con futuros límites a transacciones de alta frecuencia.