<p>Por ejemplo, antiguas rutas para opiáceos orientales –Afganistán, triángulo de oro indochino- se pasan a la cocaína. Un caso típico es Turquía, otrora relevante por sus campos de amapolas y hoy escala en un camino que, partiendo de Colombia, cruza el mar hasta África occidental. Más tarde, las cargas alcanzan Montenegro y otros países balcánicos.<br />
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Otra rama atraviesa Ecuador, Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina, desde donde se embarca a Europa occidental. Todo este tráfico está en manos de bandas serbias compuestas de ex militares y aliados bosnios, macedonios, etc. Se trata, en el fondo, de grupos que hablan leves variantes de serbocroata y tienen lazos de sangre con varias etnias balcánicas.<br />
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Su perfil es típico y deriva de células paramilitares. A su vez, lejanas descendientes de los croatas que colaboraban con el Tercer Reich y sus oponentes serbios, que peleaban para Josip Broz “Tito”. Se estima en 35 a 45 el número de células activas en la red local del narcotráfico. Otras diez actúan en Sudamérica y Europa occidental. Hasta ahora, el secuestro más grande (2.175 kilos de cocaína refinada) se realizó el 16 de octubre, en un yate capturado por la prefectura uruguaya.<br />
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A diferencia de otros operadores los serbios tienen efectivos, mentalidad paramilitar y una organización similar a la de cualquier multinacional. Ni siquiera los piratas somalíes llegan a tanto, todavía. En realidad, el mercado de la heroína se atiene a una estructura histórica que mezcla “tong” chinos (tríadas) con talibán afganos. Pero la cocaína es otro tipo de negocio, donde imperan las economías de escala y existen respetables inversores ajenos al narcotráfico.<br />
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En Washington preocupan “soldados” que se mueven como fuerzas especiales y, según señala el caso colombiano, les disputan el terreno a sus colegas norteamericanos. Entre las mejores unidades figuran los “tigres de Arkan”, cuya inteligencia es respetada hasta por los israelíes (que no suelen interferir en su negocio). <br />
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En Colombia, un territorio balcanizado por insurgentes, los serbios cooperan con las fuerzas armadas revolucionarias (FARC). En México, donde la guerra es abierta y sistémica (ejército, policía, clanes narcos), los balcánicos están presentes vía los Zeta, paramilitares originalmente adiestrados por norteamericanos en tácticas como asesinato o tortura. Hoy están al otro lado.</p>
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La mafia serbia, otra vuelta de tuerca en el narcotráfico
El mapa del negocio vuelve a cambiar. Hoy, las mafias balcánicas compran cocaína refinada al mayoreo en Latinoamérica y la reexportan a la Unión Europea. Especialmente, a ciudades como Venecia, Milán, París, Londres, Copenhague, Ámsterdam, etc.