<p>Pero Konstanz Hedegard, ministra danesa de ambiente y presidente de la cumbre en Copenhague, insiste en que ese tipo de compromisos es vital para convencer a países emergentes claves. China, India, Brasil y otros debieran formalizar sus propios esquemas locales para limitar paulatinamente emisiones de monóxido (carbón) y dióxido de carbono (hidrocarburos).<br />
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Yvo de Boer, máxima autoridad de la ONU para el clima, sostiene que las economías centrales podrían ofrecer una suma colectiva para financiar un programa de 2010 a 2020. A su criterio, el monto tentativo oscilaría alrededor de US$ 100.000 anuales para el largo plazo, con cifras menores en el corto plazo (tres a cinco años). <br />
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Boer admite que hay un problema espinoso: cómo repartir esas contribuciones entre los aportantes. Al respecto, teme que Copenhague no llegue a resolver el dilema. Este panorama desalienta ya a los países pobres, dependientes de compromisos financieros por parte de las economías industriales.<br />
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En lo atinente al bloque de emergentes y en desarrollo, sólo pueden ir disminuyendo futuras emisiones de gases contaminantes si los países prósperos contribuyen con fondos. En síntesis, esta cumbre se parece a un callejón sin salida. No obstante, varios países –incluyendo Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña, etc.- estaban dispuesto este miércoles a proponer un financiamiento inmediato para ayudar a reducir el efecto invernadero en los próximos años. <br />
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Washington piensa en US$ 1.400 millones, Londres en un fondo colectivo de 10.000 millones. Justamente en ese punto, Dinamarca produjo un documento que irritó a China, India, Brasil y otros.</p>
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Presiones ambientales sobre economías ricas
Los países más prósperos probablemente no generen ofertas específicas de ayuda financiera al mundo en desarrollo y en relación con el efecto invernadero. Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas no alberga ilusiones.