viernes, 27 de diciembre de 2024

Desafíos del sistema de salud en la Argentina

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Como el sistema de salud en nuestro país es extremadamente segmentado, se requiere acordar acciones con actores de gran autonomía, donde cada provincia gestiona sus propios recursos en este campo. Estos fondos provinciales, sumados a aquellos originados en los municipios, representan aproximadamente 83% de los recursos públicos asignados al sector.

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Por Daniel Maceira (*)</p>
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<p>A ello se suma un sistema de seguridad social muy atomizado, con m&aacute;s de 300 fondos de gerenciamiento y atenci&oacute;n de la salud, en gran medida basado en la prestaci&oacute;n de servicios tercerizados en el sector privado. <br />
La estructura de financiamiento del sistema de aseguramiento se apoya, desde hace m&aacute;s de 50 a&ntilde;os, en la capacidad de los mecanismos de empleo formal para brindar protecci&oacute;n a los trabajadores y sus familias. Este esquema de organizaci&oacute;n se vio desafiado con la mayor flexibilidad del mercado laboral y la consecuente reducci&oacute;n en la cobertura de estos mecanismos de aseguramiento sobre la poblaci&oacute;n trabajadora del pa&iacute;s. <br />
Dentro de este marco, la volatilidad macroecon&oacute;mica de los &uacute;ltimos 20 a&ntilde;os y la devaluaci&oacute;n de 2001-2002 condujeron a la profundizaci&oacute;n de los problemas ya existentes, los cuales se manifiestan en una ca&iacute;da de la cobertura formal y una profunda atomizaci&oacute;n del sistema en su conjunto. <br />
En resumen, la Argentina cuenta con instituciones de aseguramiento social propias de cada jurisdicci&oacute;n (Obras Sociales Provinciales: instituciones de seguridad social para los empleados p&uacute;blicos provinciales y sus familias) y transversales entre provincias (Obras Sociales Nacionales: instituciones de seguridad social financiadas por aportes patronales y salariales por tipo de actividad econ&oacute;mica). Coordinar y favorecer ejes comunes en las acciones de todos estos sectores es una tarea compleja.<br />
En este contexto, la estrategia del Ministerio de Salud de la Naci&oacute;n descansa b&aacute;sicamente en tres pilares: utilizar los instrumentos regulatorios e institucionales para generar di&aacute;logos y consensos entre jurisdicciones y subsistemas; apoyar las gestiones locales mediante recursos monetarios y transferencia de insumos; y operar sobre problemas puntuales. Este sistema descentralizado &ldquo;a la argentina&rdquo; establece barreras institucionales para la coordinaci&oacute;n de una direcci&oacute;n sanitaria com&uacute;n, donde una pol&iacute;tica comprensiva en el sector requiere del acuerdo de Naci&oacute;n y 24 equipos de gesti&oacute;n. Ello implica la elecci&oacute;n de ejes comunes a partir de los cuales operar conjuntamente.</p>
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<strong>Magnitud de los ingresos</strong><br />
La Argentina, dentro de la regi&oacute;n latinoamericana, se encuentra ubicada entre las naciones de mayor ingreso, de acuerdo con el <em>World Development Report </em>del a&ntilde;o 2006. Contaba en 2005 con US$ 13.920 per c&aacute;pita corregido por paridad de poder adquisitivo, lo cual la posiciona en el primer lugar entre los pa&iacute;ses de la regi&oacute;n en t&eacute;rminos de esa variable.<br />
Asimismo, y a pesar del significativo crecimiento econ&oacute;mico de los &uacute;ltimos a&ntilde;os (el mayor dentro de la regi&oacute;n), los indicadores de mortalidad al quinto a&ntilde;o, por ejemplo, no se destacan como los m&aacute;s avanzados. Ello es independiente del nivel de gasto, el cual ubica a nuestro pa&iacute;s entre las naciones con mayor inversi&oacute;n social (p&uacute;blica y privada) en salud del a&ntilde;o 2004. <br />
Considerando pa&iacute;ses con ingreso similar a la Argentina, y ubicando en un extremo a Costa Rica, con US$ 9.680 per c&aacute;pita; y a la Rep&uacute;blica Checa en el extremo opuesto, con US$ 20.140, se verifica que los indicadores de mortalidad al quinto a&ntilde;o no tienen una correlaci&oacute;n perfecta con los ingresos, as&iacute; como tampoco con los niveles de inversi&oacute;n o gasto en salud en este grupo. <br />
Nuestro pa&iacute;s es un claro ejemplo de esta situaci&oacute;n: la Argentina se encuentra en el punto medio de este grupo en t&eacute;rminos de ingreso, con recursos invertidos en su sistema de salud que la ubican entre las cinco naciones con mayores desembolsos para el per&iacute;odo 2004, e indicadores de mortalidad al quinto a&ntilde;o que no acompa&ntilde;an tales desembolsos. Ello sugiere una falla en la estructura organizativa de los servicios de salud, lo cual va m&aacute;s all&aacute; de la capacidad de gasto, y se vincula con los mecanismos de utilizaci&oacute;n, financiamiento y gesti&oacute;n de esos recursos.<br />
En la mayor&iacute;a de los pa&iacute;ses de Am&eacute;rica latina, as&iacute; como en gran parte de las naciones en desarrollo, se identifican mecanismos de aseguramiento mixtos, donde diferentes grupos poblacionales aportan a fondos alternativos para la cobertura de servicios de salud. En algunos casos estos mecanismos de aseguramiento tienen naturaleza social, en la medida en que los aportes de grupos de ingresos diferentes financian paquetes homog&eacute;neos de servicios al interior del fondo de aseguramiento. <br />
En este contexto, la Argentina encuentra un sistema de salud segmentado, lo que implica la inexistencia de un fondo &uacute;nico o coordinado que permita asegurar y ofrecer un paquete com&uacute;n a toda la poblaci&oacute;n. As&iacute;, la amplitud de los servicios ofrecidos se encuentra relacionada con la capacidad de pago, ya sea voluntaria o compulsiva, de los aportantes y sus familias. Un esquema de aseguramiento social dise&ntilde;ado para toda la poblaci&oacute;n permitir&iacute;a reducir los desembolsos individuales, otorgando el derecho a toda persona de acceder a servicios relativamente homog&eacute;neos.<br />
A trav&eacute;s del an&aacute;lisis de la informaci&oacute;n provista por los &uacute;ltimos dos censos, llevados a cabo por el Instituto Nacional de Estad&iacute;stica y Censo (Indec) en 1991 y 2001, se puede obtener la evoluci&oacute;n de los mecanismos de cobertura formal en los sistemas de salud en el pa&iacute;s, mostrando que el &iacute;ndice de cobertura formal entre ambos per&iacute;odos ha disminuido en casi todas las provincias argentinas. La &uacute;nica excepci&oacute;n se encuentra en la provincia de Tierra del Fuego, donde se produce un incremento menor en la cobertura (1,5%). En el resto de las jurisdicciones se observa una ca&iacute;da, teniendo su m&aacute;ximo cercano a 28% en la provincia de Chaco, y quedando en el &uacute;ltimo lugar la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Santa Cruz, con 8% aproximadamente en su ca&iacute;da de cobertura formal.</p>
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Graciela Oca&ntilde;a</p>
<p><strong>Las necesidades m&aacute;s amplias</strong><br />
Tanto la provincia de Chaco como las jurisdicciones que la escoltan inmediatamente presentan los perfiles epidemiol&oacute;gicos m&aacute;s retrasados y, por lo tanto, necesidades de financiamiento m&aacute;s amplio, mostrando que la evoluci&oacute;n de los mecanismos de cobertura formal derrama riesgo sanitario y compromiso financiero sobre el presupuesto p&uacute;blico de cada provincia.<br />
De acuerdo con la &uacute;ltima encuesta realizada en el a&ntilde;o 2005, se observa que la cobertura social representa alrededor de 56% de la poblaci&oacute;n (obra social sindical, provincial o PAMI), en tanto que 10% de los individuos cuenta con una cobertura del sistema privado o doble cobertura. Asimismo, algo m&aacute;s de 34% no cuenta con seguros formales y, por lo tanto, su cobertura se realiza a trav&eacute;s del sistema p&uacute;blico (centros de atenci&oacute;n primaria de la salud (CAPS) y hospitales. <br />
Sin embargo, los porcentajes de incidencia mencionados var&iacute;an significativamente entre quintiles de ingreso. Por ejemplo, 35% de la poblaci&oacute;n del primer quintil posee cobertura de la seguridad social, comparada con 68% y 64% para los dos quintiles m&aacute;s ricos. Paralelamente, el sistema privado cubre aproximadamente a 4% de la poblaci&oacute;n m&aacute;s pobre del pa&iacute;s, mientras que 23% del sector m&aacute;s rico posee un seguro privado de salud. En el extremo opuesto, el sistema p&uacute;blico otorga cobertura a casi 61% de la poblaci&oacute;n m&aacute;s desprotegida, valor que se reduce hasta llegar a 12% en los grupos m&aacute;s ricos.<br />
Complementariamente, las variaciones en los mecanismos de cobertura formal de los subsistemas de salud tienen su correlato en el comportamiento del gasto de bolsillo de las familias. En t&eacute;rminos monetarios, existe una relaci&oacute;n positiva entre nivel de ingreso y el gasto en salud, lo cual refleja una mayor capacidad de realizar desembolsos de los grupos poblacionales con mayor ingreso. Desde una perspectiva de equidad en el financiamiento de salud, se verifica en el a&ntilde;o 2005 una relaci&oacute;n negativa entre el ingreso de las familias y el porcentaje de tales ingresos destinados al pago de bolsillo de servicios de salud. Para el per&iacute;odo mencionado, el primer quintil consume 11% de su ingreso en gastos en el sistema sanitario, reduci&eacute;ndose tal porcentaje a menos de la mitad en los hogares de mayores ingresos.<br />
De este modo, la falta de un fondo universal como consecuencia de la descentralizaci&oacute;n (en el plano geogr&aacute;fico) y de la segmentaci&oacute;n (entre grupos sociales), acota la posibilidad de brindar una cobertura homog&eacute;nea asociada con equidad horizontal en la asignaci&oacute;n de recursos de salud. La presencia de un fondo &uacute;nico permitir&iacute;a que las familias, m&aacute;s all&aacute; de su capacidad de pago, se encuentren en condiciones de atender a sus necesidades, sean ellas asociadas con requerimientos de consultas, internaci&oacute;n, an&aacute;lisis y estudios complementarios y/o medicamentos.<br />
Asimismo, la atenci&oacute;n curativa predomina en los quintiles m&aacute;s pobres, lo que refuerza la idea que asocia nivel de ingreso con capacidad de acceso al sistema de salud, y escasa posibilidad de prevenci&oacute;n de los hogares sin cobertura formal, lo que los lleva a actuar sobre la enfermedad. A pesar de ello, los resultados sugieren que la participaci&oacute;n preventiva relativa entre subsectores es similar, y el gasto en medicamentos de los m&aacute;s pobres se redujo en comparaci&oacute;n con 2003, a pesar de que el porcentaje de familias que declar&oacute; consumo de f&aacute;rmacos no difiere significativamente entre quintiles.</p>
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Daniel Maceira</p>
<p><strong>Debate de una pol&iacute;tica sanitaria</strong><br />
De la lectura de esta informaci&oacute;n surgen algunos elementos para el debate de pol&iacute;tica sanitaria, asociados fundamentalmente con el alcance y las restricciones del &ldquo;modo argentino&rdquo; de dise&ntilde;ar, gerenciar e implementar modos sustentables de protecci&oacute;n social en salud, y su impacto sobre la equidad del sistema. Tales limitaciones perjudican particularmente al subsistema p&uacute;blico y a su poblaci&oacute;n prioritaria, reforzando la necesidad de estrategias p&uacute;blicas sectoriales eficientes, como modo de alcanzar la equidad en la asignaci&oacute;n. <br />
En la medida en que los recursos destinados a salud son limitados, los mecanismos de priorizaci&oacute;n se vuelven extremadamente relevantes para la gesti&oacute;n de pol&iacute;tica p&uacute;blica. Adem&aacute;s, y a pesar de la responsabilidad provincial sobre los sistemas de salud de cada jurisdicci&oacute;n, el Estado Nacional debe crear las condiciones para que se debata la tem&aacute;tica vinculada con sistemas integrados provinciales o esquemas de aseguramiento social en salud por jurisdicci&oacute;n.<br />
Ser&iacute;a &uacute;til que el debate se realice sobre el sistema de salud en su conjunto. La fragmentaci&oacute;n afecta el acceso a la salud, dejando de lado principios sist&eacute;micos. En otras palabras, cuando el Estado se compromete a garantizar el derecho al acceso a la salud no solamente debe considerarse la perspectiva del acceso al subsistema p&uacute;blico, sino tambi&eacute;n la capacidad de regulaci&oacute;n de los prestadores privados y de la seguridad social, sobre los cuales no tiene autoridad financiera, pero s&iacute; regulatoria.<br />
La administraci&oacute;n actual, al igual que la anterior, entiende que el Consejo Federal de Salud (COFESA) es un espacio fundamental, pero debe abonarse necesariamente para tener una estrategia nacional. Su &eacute;xito depender&aacute; de la capacidad de gesti&oacute;n de esta administraci&oacute;n y las siguientes, de la definici&oacute;n de ejes estrat&eacute;gicos claros y consistentes, como el de la Atenci&oacute;n Primaria de la Salud desde una mirada estrat&eacute;gica, y del desarrollo de mayor coordinaci&oacute;n entre fondos y subsistemas.<br />
El COFESA es un espacio de debate y generaci&oacute;n de acuerdos que debe fortalecerse, brind&aacute;ndole mayor protagonismo. Este &aacute;mbito es primordial para el debate de necesidades y la identificaci&oacute;n de ejes comunes sobre los cuales trabajar. En algunas tem&aacute;ticas &ndash;mecanismos de referencia y contra-referencia, gesti&oacute;n de recursos, entre otros&ndash;, es posible identificar intereses coincidentes. En otros campos no es tan sencillo, debido a la amplia brecha entre provincias: la realidad de Chaco es muy diferente a la de Santa Cruz y ello requiere de pol&iacute;ticas espec&iacute;ficas. <br />
Finalmente, es importante comprender que no se puede pensar en un modelo nacional sin tratar de resolver primero los niveles provinciales. As&iacute;, el modelo nacional de salud es una construcci&oacute;n a la que se debe converger. Para ello, es preciso encontrar elementos b&aacute;sicos a partir de los cuales cada provincia pueda operar sobre su realidad, para luego identificar ejes comunes y avanzar hacia una segunda instancia regional y nacional. Desde esta perspectiva, el rol del Ministerio de Salud de la Naci&oacute;n es el de actuar como un facilitador de estos acuerdos, brindando propuestas y asistencia.</p>
<p>(*) Daniel Maceira es director del Programa de Salud de CIPPEC (Centro de Implementaci&oacute;n de Pol&iacute;ticas P&uacute;blicas para la Equidad y Crecimiento) e investigador titular de CEDES.</p>
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<p><font color="#dd5d3f"><strong>Grandes temas pendientes de la Argentina</strong></font></p>
<p>Con el objetivo de contribuir al desarrollo del pa&iacute;s y mejorar la calidad del debate p&uacute;blico a 25 a&ntilde;os del retorno de la democracia, la revista <em>Mercado</em> y<br />
CIPPEC (Centro de Implementaci&oacute;n de Pol&iacute;ticas P&uacute;blicas para la Equidad y el Crecimiento) acordaron crear la secci&oacute;n &ldquo;Grandes temas pendientes de la Argentina&rdquo; y publicar&aacute;n una serie de 12 art&iacute;culos que abordar&aacute;n asuntos clave y ayudar&aacute;n a reflexionar sobre los principales desaf&iacute;os del pr&oacute;ximo cuarto de siglo. Este, la s&eacute;ptima entrega de la serie, explora cu&aacute;les son los desaf&iacute;os que enfrenta el sistema de salud en la Argentina .</p>
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